BUENOS AIRES / Perianes despierta el fervor de los “coloneros”
Buenos Aires. Teatro Colón. 27-VII-2023. Festival Argerich. Javier Perianes, piano; Serguéi Nakariakov, trompeta. Camerata Bariloche. Director: César Bustamante. Obras de Bach, Haydn y Mozart.
Ya en la recta final del Festival Argerich, le ha llegado el turno entre los grandes solistas invitados por la legendaria pianista argentina a Javier Perianes, quien ha refrendado el fervor que despierta su pianismo en la melomanía bonaerense con su luminosa versión del Concierto para piano nº 21, en Do mayor, de Mozart. El archifamoso Andante central quintaesenció las excelencias de una versión de intensos claroscuros, apasionadamente clásica y de convencida efusión lírica. Su calibrado fraseo, pianísimos inconfundibles y esa capacidad tan “perianesca” de implicar al escuchante en la magia de su expresión, fueron claves de tan rotundo triunfo, enmarcado en este festival de éxitos y estrellas. Tras el muy vivo pero nunca precipitado “Allegro” final, con una cadencia que destiló virtuosismo, estilo y el mejor pianismo, el caluroso público “colonero” se volcó con el pianista español como si él mismo fuera la idolatrada “diosa” del abarrotado Colón. Dos bises –una mazurca de Chopin (Op. 17 nº 4) y la Danza del fuego (como homenaje al Falla que acabo sus años en la acogedora Argentina) – cerraron la brillante –y no solo– nueva actuación de Perianes ante la afición bonaerense.
Contó el onubense universal con el acompañamiento leal y dispuesto de la Camerata Bariloche, conjunto prestigioso fundado en 1967 por algunos de los mejores músicos de atril del país de Ginastera y tantos otros. En el podio, el maestro César Bustamante articuló un acompañamiento cuya mejor virtud fue seguir y dejar hacer al solista. Igual temple y mesura mostró en la colaboración que brindó al otro gran protagonista de la noche festivalera: el coloso de la trompeta Serguéi Nakariakov (1977), quien tras entusiasmar cinco días antes a todos con el Concierto para piano y trompeta de Shostakovich junto con Martha Argerich, ahora ha hecho lo propio con una sorprendente y eficaz transcripción para trompeta del Concierto para violonchelo en Do mayor de Haydn firmada por el padre del propio solista, Mijaíl Nakariakov. Ni siquiera la cálida sonoridad del violonchelo se echó de menos en la trompeta deslumbrante y plena de colores y matices del genio ruso. Nakariakov tocó con la pasión de Du Pré, la perfección de Starker y la brillantez de Maurice André. De propina, solista y Camerata regalaron la más que famosa aria de la Tercera suite para orquesta de Bach.
El programa se había iniciado con una lectura calma y muy templada del bachiano Quinto concierto de Brandeburgo, en la que brilló con luz propia la flauta de la brasileña Claudia Nascimento (solista de la Sinfónica de São Paulo), instrumentista de lujo y –¡por desgracia! – vecina de habitación de hotel de quien esto escribe (nadie que no lo haya sufrido puede imaginar lo que es tener a una flautista estudiosa al otro lado del tabique). ¡Benditos tapones de oídos! Uno también se consoló imaginando lo que podría haber sido tener a distancia de pared de papel de fumar a un trompetista, un timbalero o algo por el estilo!!!!
Mientras Nascimento hacía maravillas en Brandeburgo con su flauta casi mágica, el entusiasmado clavecinista brasileño Fernando Cordella tocaba visualmente como si estuviera dale que te pego al Segundo concierto de Prokofiev. Asombraba, en la inmensidad del Colón, el contraste entre tanto exceso gestual y físico –a veces hasta casi casi se ponía de pie sobre la banqueta– y la sonoridad limitada del pobre clave. Solo dios sabrá cómo la fragilidad de su teclado y cuerdas aguantaron tan musculoso envite. En medio, el concertino Freddy Varela –concertino igualmente de la Orquesta Estable del Teatro Colón– intentaba templar gaitas…
Justo Romero
(fotos: Arnaldo Colombaroli)