BOGOTÁ / La guerra y la paz, según DiDonato
Bogotá. Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo. 16-X-2019. Joyce DiDonato, mezzosoprano. Il Pomo D’Oro. Director musical:Maxim Emelyanychev. Director de escena: Ralf Pleger. En guerra y paz: Armonía a través de la música (obras de Cavalieri, Gesualdo, Haendel, Leo, Pärt, Purcell, Jommelli y R. Strauss).
También los artistas clásicos recorren diversos lugares del mundo para promocionar sus grabaciones, aunque esto suene extraño y todavía parezca un poco raro, sin embargo, para algunos amantes de la música culta no aceptan del todo estas giras publicitarias y lo consideran un anatema. Con este motivo, Joyce DiDonato realizó un recital en Bogotá con piezas del álbum lanzado a finales de 2017 titulado In War & Peace: Harmony Through Music, que se tradujo al castellano como En guerra y paz: Armonía a través de la música.
Las arias del concierto, así como las del álbum, parten de una interesante selección de óperas barrocas con el tema principal de la guerra y las secuelas que causan las pasiones negativas de los hechos de las armas. De esta forma, la perspectiva que plantea DiDonato en su puesta en escena, es la búsqueda de la armonía entre todos los seres humanos y la importancia de la paz como el anhelo para la fraternidad de todos los pueblos del mundo.
En el mensaje de la mezzo estadounidense entregado al público en una carta, se puede leer que “las grandes mentes detrás del arte se han encargado de representar la atrocidad y el pandemonio en pararelo con la tranquilidad y la ecuanimidad durante muchos siglos”. En su escrito concluye con un llamado a la búsqueda de la paz interior y, por ello, considera importante “el poder inclinar valientemente la balanza hacia la paz reside firmemente en cada uno de nosotros”.
En el campo musical, DiDonato estuvo acompañada por la orquesta Il Pomo D’Oro dirigida por el maestro ruso Maxim Emelyanychev, quien realizó una labor loable, en especial, en la cuidada selección de los ritmos que tenían cada una de las piezas elegidas en la noche. En este sentido, la agrupación hizo un acompañamiento ejemplar y, sobre todo, apoyó en todo momento a la cantante. En los momentos instrumentales se percibió un buen color, en especial, un buen ripieno de todos los integrantes, pues muchas veces la acidez como astringencia en el sonido de las cuerdas en los conjuntos de época son muy recurrentes y, en este caso, la calidez italiana y mediterránea estuvo presente en todo el recital.
La voz de Joyce DiDonato es muy interesante, aunque si bien brilla por su interpretación de gran calidad en las difíciles ornamentaciones de las arias barrocas, sus notas bajas son muy suaves, no tienen mucho volumen. Es algo extraño en una mezzosoprano, que tiene fuerza en el registro agudo, pero no en los tonos graves. Además, la pronunciación italiana no estuvo a la altura, pues esta cantante prefiere la homogeneidad de la emisión del canto a la fuerza poética de las palabras, estilo más propio de la escuela anglosajona.
La selección de repertorio de este concierto se puede dividir en las partituras de carácter cantabile y de ecos melancólicos, así como los fragmentos de las arias da capo con fioriture, propias de la ópera barroca. En este sentido, DiDonato realizó una interpretación muy delicada de When I am Laid in earth de Dido y Eneas de Purcell, en donde la mezzo con gran expresividad lamenta su amor por el héroe épico. Con una gran calidad asumió dos arias de la ópera Rinaldo de Handel, entre ellos, el famoso Lascia ch’io pianga intepretado con un cuidado fraseo. Uno de los momentos que más conmovió al público fue Augelletti, che cantate, en donde hace un diálogo con la flauta de pico interpretada por Katrin Lazar. En esta página tan bucólica en donde el personaje de Almirena canta con los pajarillos fue uno de los momentos más evocadores de la noche.
En cuanto a las arias de agilidad, las más dramáticas del concierto, la artista norteamericana empezó con Scenes of horror del oratorio Jephtha de Haendel. Este fragmento es de música sacra, donde se evitaba en cierto modo las cadencias, sin embargo, la intensidad emocional es lo importante. En cuanto a las partituras con fioriture DiDonato las hizo como era tradicional en la época, la primera parte respetó la partitura original y en el ritornello realizó diversos arreglos en la línea musical para el lucimiento de su voz, aunque en una que otra nota, la afinación de las cadencias no era la mejor. Las piezas incluidas en el programa fueron: Prendi quel ferro, o barbaro! de Andrómaca de Leo, también Pensieri, voi mi tormentate de Agrippina y Dopo notte, atra e funesta de Ariodante, obras compuestas por Haendel. Además, como bis la mezzo brindó Par che di giubilo de Attilio Regolo de Jommelli.
La puesta en escena de Ralf Pleger no estuvo a la altura de las expectativas. En realidad, el uso extensivo de efectos de iluminación diseñado por Henning Blum parecía más un concierto de música electrónica —todo muy discotequero—. Por eso, con humor se puede decir que se convirtió en un recital ‘electrobarroco’ con luces en el escenario y en el techo del auditorio. Era divertido ver los reflejos y las figuritas en todo el teatro, sólo faltó el hielo seco para ser más llamativo el espectáculo. Menos mal que a la mezzo no la hicieron cantar como una posesa o con síntomas de convulsiones, como sucede con otras solistas que comparten su mismo repertorio. Además, la secuencia de vídeo de Yousef Iskandar pasó desapercibido porque se proyectaron en los paneles de madera del escenario, quedando desdibujadas las imágenes que aportaban al desarrollo de la idea de la guerra y de la paz.
Joyce DiDonato en el último año ha cantado en las grandes compañías del mundo como la Ópera de Viena, el Metropolitan Opera House, la Semperoper de Dresde, la Royal Opera House, el Teatro Real de Madrid y el Liceu de Barcelona. Es una artista muy cotizada, pero en Bogotá pasó desapercibida. En el Julio Mario Santo Domingo no llenó, había zonas en la sala que estaban desocupadas, esto fue triste, pues es hoy una de las divas más solicitadas en los escenarios del mundo y también una de las consideradas grandes figuras de su tesitura. Por esta razón, a los programadores les faltó una buena estrategia de mercadeo para atraer a los amantes de la ópera y también a todos los aficionados de la música culta.
Ricardo Visbal Sierra
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