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BOGOTÁ / La generosidad de Piotr Beczala

03/05/2022 / Ricardo Visbal Sierra

Bogotá. Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo. 29-IV-2022. Piotr Beczala, tenor. Camillo Radicke, piano. Obras de Verdi, Leoncavallo, Tosti, Moniuszko, Donaudy, Rachmaninov, Chaikovski, Gounod, Puccini, Cardillo y R. Strauss.

Piotr Beczala, una de las grandes voces líricas de hoy, visitó las frías tierras bogotanas, entregando al público uno de los recitales más redondos que se han escuchado en los últimos años en la capital de Colombia. Su repertorio estuvo generoso con la audiencia, en donde abarcó el género culto de la canción italiana, rusa y alemana, sin descontar las grandes arias del repertorio de tenor.

En el campo musical se reconoce la gran habilidad de elegir el repertorio de Beczala y por ello, empezó con el aria de primer acto Questa o quella de la ópera Rigoletto de Verdi. Muy interesante la selección de esta pieza para ir calentando la voz a lo largo de su concierto, que, se puede decir sin dudarlo, realizó un recital muy diverso por la gran cantidad de piezas elegidas de distintos compositores. En este sentido, no deja de sorprender que en una misma noche haya cantado en italiano, francés, alemán, polaco, ruso y hasta dialecto napolitano. Pocas veces se ve tanta variedad lingüística en noche operística.

Dentro de las canciones elegidas, la melodía italiana tuvo siempre, ha tenido y tendrá un especial realce en los recitales de los tenores. Se pueden destacar algunas interpretaciones de gran brillo como L’ultima canzone de Tosti, con una versión lírica y llena de nostalgia, tal como describen los tristes versos del enamorado despechado y como sugiere la partitura, realizó la cadenza final con gran elegancia. Sin embargo, sorprendió al público la impactante versión de Ideali del mismo autor, donde terminó la pieza con un dimuendo, o más bien como un falsete, tal como lo hacía el conocido Ferruccio Tagliavini o el famoso Di Stefano.

También cantó algunas piezas de las Seis canciones o romanzas de Rachmaninov, y es aquí donde se percibe la gran facilidad de la sentida interpretación de Beczala de estas interesantes piezas para voz y piano. Además, ya en la parte operática eslava, interpretó el famoso Kuda Kuda de Eugenio Onegin con gran intensidad y dramatismo, pero, dentro de los mejores momentos del concierto estuvo el aria del carillón de la ópera Straszny Dwór, cuyo título más preciso en castellano es La casa solariega encantada del compositor Stanislaw Moniusko. Hago esta aclaración, pues mi profesor de la universidad de literatura colombiana, Bogdan Piotrowski, como es de suponer polaco, me prestó unos viejos vinilos de esta obra y me comentó que era muy difícil la traducción, pues es un tipo de vivienda que está entre una construcción campestre y una estancia palaciega.

Luego de esta precisión, es importe observar que la interpretación del aria de Straszny Dwór estuvo entre las mejores, debido a que el pianista Camillo Radicke hizo un acompañamiento genial, transmitiendo el tintineo de las campanas en el teclado, mientras Beczala, en su idioma natal, describía todas las pasiones del amor y del recuerdo maternal. La interpretación estuvo de tal intensidad que el público aplaudió, aunque la ópera no es de las populares como tradicionales italianas o francesas y más bien se sitúa en un espacio nacional y regional.

En cuanto a las arias del repertorio operístico, el tenor hizo una magnífica interpretación de la barcarola Di’tu se fedele de Un baile de máscaras de Verdi y demostró la gran facilidad para llegar a los agudos. Además, lo hizo con agilidad y gran simpatía. Más extraño y alejado a su repertorio lírico estuvieron las piezas de El trovador, y llamó la atención los graves tan redondos de la escena Deserto sulla terra. Muy dramático este instante. También brindó la célebre aria Ah, si ben mio de esta obra y es importante decirlo, realizó los trinos con gran solvencia que muchos y grandes tenores no lo pueden lograr. Eso sí, quedó faltando Di quella pira. Lástima.

Las arias de Tosca causaron furor en el auditorio y gran parte del público se puso de pie luego de escuchar E lucevan le stelle. En realidad, hubo gran intensidad emocional en estas célebres páginas puccinianas, sin embargo, el aria del segundo acto L’amour, l’amour. Ah! Leve toi soleil de Romeo y Julieta de Gounod fue uno de los mejores momentos de la noche, ya que el tenor con gran sutileza en la voz y sus diversos matices encarnó al joven galán enamorado.

La voz de Beczala es más bien lírica, con agudos brillantes y bien manejados. La distinción en el canto es la marca de este tenor, uno de los grandes favoritos de las salas europeas y del Metropolitan Opera House de Nueva York. Es notable el manejo de su técnica, pero siempre he sentido que le falta un poquito más de chispa mediterránea o latina al momento de manejar el escenario.

En resumen, Piotr Beczala demostró por qué es uno de los tenores más solicitados de hoy en los escenarios del mundo. Además, estuvo muy generoso con el público bogotano, como se ha comentado, pero también es sorprendente que, en una ciudad ubicada a 2.600 metros sobre el nivel del mar, el intérprete en ningún momento presentó signos de fatiga, de falta de aire, de incomodidad de la emisión de la voz, debido a que cantar en las montañas es más complejo por la densidad atmosférica. Todo esto lo solventó el solista, quien muy amablemente regaló al público Core ’ngrato y un lied de Richard Strauss. De verdad, no se podía pedir más.

Ricardo Visbal Sierra