BOGOTÁ / Barbero rossiniano vital y juvenil
Bogotá. Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo. 21-VIII-2019. Rossini, El barbero de Sevilla. Borja Quiza, Pablo Martínez, Paola Leguizamón, Valeriano Lanchas, Sergio Martínez, Sara Caterine, Jacobo Ochoa. Director musical: Alejandro Roca. Director de escena: Pedro Salazar.
Las obras bufas de Gioachino Rossini siempre han tenido éxito por la música vivaz, rítmica y alegre que despliegan en todas sus partituras de este estilo. En la nueva producción de El barbero de Sevilla de la Ópera de Colombia y el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo, se logra unir lo cómico de la puesta en escena con nuevos y preparadísimos intérpretes que abordan sus papeles con gran solidez vocal, junto con una buena visión teatral como exigen los cánones operísticos de hoy.
Esta nueva puesta en escena de El barbero de Sevilla tiene una combinación de voces con experiencia internacional y nuevas promesas de la lírica colombiana. Fígaro, el protagonista, fue el cantante español Borja Quiza, quien ha encarnado este personaje más de setenta veces y esta larga experiencia se percibió en su dominio escénico en toda la noche. Fue vital, alegre y, sobre todo, con mucha chispa y humor. Musicalmente fue muy interesante porque este barítono lírico se destacó en su cavatina Largo al factotum, así como en los duetos con el Conde de Almaviva y Rosina.
Quiza es un barítono lírico que abordó recientemente el papel protagónico de El barberillo de Lavapiés de Asenjo Barbieri en el Teatro de la Zarzuela. Este cantante comenta que “Madrid durante el siglo XIX era una ciudad muy rossiniana y, por ello, era muy famoso Rossini y, sobre todo, el Barbero era muy reconocido en Madrid y Barbieri escribe el barbero a la española y, de ese modo, entre los personajes de la ópera y la zarzuela la energía es la misma y también la picaresca”. Por ello, la viveza de la interpretación de Fígaro del cantante gallego cautivó al público bogotano.
El Conde de Almaviva estuvo a cargo de Pablo Martínez, tenor lírico ligero colombiano y sus intervenciones fueron muy aplaudidas, sobre todo, la dificilísima aria Cessa di più resistere del segundo acto que enriqueció con variaciones y fioriture. Este cantante no tuvo problemas en abordar las notas altas de su papel y regaló sobreagudos en diversos momentos, y entre ellos, uno muy curioso, al final del concertante del primer acto cuando cae el telón.
Pablo Martínez comenzó sus estudios como contratenor y ha recibido clases con Teresa Berganza, Ryland Davies y Milagros Poblador en Madrid. Además, ha actuado en diversos papeles como Ferrando en Così fan Tutte de Mozart, Ernesto en Don Pasquale, entre otros. Recientemente cantó Almaviva en la Ópera de Cracovia y en Croacia. Sus futuras apariciones en escena serán en Sabadell como don Ramiro en La Cenerentola entre octubre y noviembre de este año y como Oronte en Alcina en Alemania en 2020.
Paola Leguizamón fue la sorpresa de la noche puesto que esta joven mezzosoprano hizo su debut en el papel de Rosina. Su voz de buen volumen y un timbre aterciopelado de tintes oscuros, manejó el papel de forma satisfactoria pues además de tener las notas graves con cuerpo como exige la cavatina Una voce poco fa. También fueron homogéneas sus notas agudas pues la voz no se adelgazaba, como sucede con algunas cantantes de su registro. Una voz con un sonido interesante y por ello, el papel rossiniano le quedó a su medida.
Esta mezzosoprano colombiana ganó el pasado mes de abril el Concurso Brasileño de Canto Maria Callas 2019 de Sao Paulo. Leguizamón cantó el famoso rondó de La Cenerentola, un aria de I Capuleti e I Montecchi de Bellini, romanzas de zarzuela, entre otras piezas. Dentro de los jurados se encontraban el célebre tenor Chris Merritt y Fulvio Macciarti el superintendente y director artístico del Teatro Comunal de Boloña. Esta joven cantante también ha cantado la edición abreviada de La cenicienta rossiniana en el Teatro Colón de Bogotá y Les nuits d’eté de Berlioz con la Filarmónica de Cali.
En cuanto a los bajos bufos hicieron de manera excelente los papeles de los malos risibles. Don Bartolo fue encarnado por Valeriano Lanchas, de gran trayectoria en los escenarios operísticos y que ha interpretado este personaje en el Metropolitan de Nueva York. El encargado de Don Basilio fue Sergio Martínez quien hizo una excelente recreación de la famosa aria de La calumnia. También hay que destacar la joven voz de Jacobo Ochoa como Fiorello y el Oficial.
No se puede olvidar a Berta, la malhumorada ama de llaves de Don Bartolo, que estuvo a cargo de Sara Caterine, quien en su aria hizo reír al público y tuvo una importante actuación en la trama de la comedia. Cabe también aquí anotar la buena función de los coros de la Ópera de Colombia.
En cuanto a la dirección orquestal, en este caso, el maestro al cembalo fue Alejandro Roca que a la vez tomó la batuta de la Filarmónica de Bogotá y también la tarea de los recitativos. La partitura fue una simbiosis entre la edición crítica de Alberto Zedda y la tradicional de toda la vida de la Casa Ricordi. Este comentarista siente decir que el grupo de vientos de la orquesta estaban bien rebeldes, no se encontraban a sí mismos y las trompas iban libremente por su camino.
Se destaca en la nueva producción la escenografía de Julián Hoyos, cuyo diseño está inspirado en las calles de Sevilla por el uso de los colores cálidos como el amarillo, el naranja y los fríos como el azul, así como el blanco. Es una creación de tipo arquitectónica que, si bien toma elementos de la cultura andaluza, es a la vez un diseño audaz y muy creativo por la multiplicidad de ángulos que se muestran durante la obra.
Pedro Salazar fue el director de escena y respeta los cánones de la ópera italiana, en donde los cantantes siguen las directrices de la commedia dell’arte, en donde Fígaro es el bufo que se mueve con gracia y salero durante los dos actos, así como los efectos cómicos de las arias de Don Basilio y el doctor Bartolo. En este montaje, se puede apreciar como Rosina es vigilada constantemente por medio de las celosías y como las rejas reflejan la opresión y el encerramiento de la joven, dando un efecto dramático al Barbero.
Es importante que la experiencia de Pedro Salazar en el ámbito escénico colombiano es amplia y ha tenido experiencia en el campo internacional porque fue asistente del regista francés Patrice Chéreau. Esta visión bufa y dramática hizo que este montaje del Barbero rossiniano no solo tenga elementos efectistas graciosos, sino también una concepción del drama, lo que hace que permitió una simbiosis entre los diversos estados de ánimos de los personajes.
Ricardo Visbal