Las corcheas y los dólares
Algún aniversario de George Gershwin nos sirve de excusa para volver inútilmente sobre su figura y su obra. Digo inútilmente porque la vigencia “corporal” de sus músicas puede prescindir tranquilamente de otras informaciones. Escuchamos, tarareamos, silbamos y – los más cuidadosos – aprendemos alguna letrilla en inglés montada sobre sus corcheas. Aparte o al lado, junto a su caudalosa y elegante invención de melodías, hay trabajos orquestales – bien que asesorados por Grofé – de intransferible personalidad y la que me atrevo a considerar una de las tres últimas grandes óperas de la historia, Porgy and Bess. Las otras dos: Turandot y Wozzek. Se aceptan disensos.
Es sabido que Gershwin fue siempre joven, hiperactivo y más bien autodidacta. Con un tesoro de éxitos, marchó a París a estudiar y trató, en vano, de que le enseñaran Nadia Boulanger, Ravel y Stravinski. De este último se cuenta que le preguntó cuánto ganaba por año con sus canciones y operetas. El frustrado discípulo hizo cuentas: 200.000 dólares. Y el inmenso maestro concluyó que, entonces, quien debía tomar clases de Gershwin era él. Es casi folclórica y hasta legendaria la racanería stravinskiana pero hoy no toca y poco y nada importa a la consideración de su música.
La deriva de estas líneas apunta hacia otro tema, hacia una pregunta: ¿es desdeñable, por necesidad, el arte que resulta aceptado por muchos (ponga el lector la cifra de esos muchos)? ¿Es imprescindible conservar el Gran Arte entre unos pocos elegidos? Las observaciones de Ortega acerca de un arte deshumanizado a favor de un arte para estetas, han caído mayormente en desuso, Él proponía el ejemplo de Debussy quien, en efecto, fue un músico al principio escasamente comprensible para el público de su tiempo. Hoy podemos silbar su Claro de luna o el vals Más que lento hasta en la ducha. Y Stravinski, oh cosas de la historia, debió ver su escandalosa Consagración de la primavera ilustrada por Walt Disney en la película Fantasía. Cosas veréis que no están en los libros. ¿Andará Igor dictando clase a George en las aulas del más allá?