Javier de Dios y un par de zarzuelas
En una entrega de esta misma bitácora escribí con elogio sobre el estreno de una comedia de Javier de Dios (Praga, trío y comedia, 2 de julio de 2013). Apenas conocía a este autor y director, pero ahora lo conozco mejor. De manera que si alguien lee esto, puede poner entre paréntesis mi criterio sobre él en estos momentos. Esto es, desconfiar. No debería, pero puede hacerlo, desde luego. Pues bien, un par de experiencias teatrales con música me lleva a destacar de nuevo el nombre de Javier de Dios aquí mismo.
Se trata de unas funciones sobre las que puede leerse en número de Scherzo de este mismo mes un documentado artículo de nuestro colega fundador, y sin embargo amigo, Manuel García Franco. Le pido licencia a Manuel y hago un pequeño adelanto sin ser el spoiler de estos espectáculos. Las zarzuelas fueron La dogaresa, música de Rafael Millán; y La marchenera, música de Federico Moreno Torroba, que pudimos ver en el Teatro de la Zarzuela de Madrid a finales de mayo.
Como es sabido, un grave problema a la hora de recuperar el patrimonio inmenso de la zarzuela moderna (un fenómeno cambiante, pero que en lo que se refiere a obras nuevas tuvo vigencia más o menos durante un siglo entero, 1849-1949) es el de los libretos, las situaciones, las historias, las palabras, lo que sirve de base a músicas, que son muy a menudo bellas y muy inspiradas, muy trabajadas; obras que en su concreta grandeza (a veces) o en su habitual ausencia de pretensiones (casi siempre) no han sido superadas por los escasos intentos de ópera de nuestro tiempo, porque nuestros compositores se empeñan en no componer para el habla, que es la base del canto; y en consecuencia, no componen para la voz. También es cierto que nuestros teatros no encargan ni fomentan, vaya lo uno por lo otro, qué angustia.
Tanto La dogaresa como La marchenera se presentaron en un formato poco habitual en nuestros escenarios, el semi-montado. Los franceses lo llaman mise en espace, un eufemismo alternativo a mise en scène. Pero en estos dos casos la lectura era casi escénica, y los solistas cantaban en situación y sin papel, se movían y actuaban; sólo el coro permanecía, al fondo, con las partituras al frente. Tampoco había especial vestuario, más que para los solistas, y aun así. Podemos imaginar el pico que resultaría de vestir a tantas damas y caballeros de venecianos o de andaluces típicos. Pero lo más importante desde el punto de vista de lo teatral es la labor de dramaturgo y de director de Javier de Dios, que consiguió en ambos casos una continuidad teatral con dos métodos completamente distintos. Al mismo tiempo, se subsumían en la nueva propuestas dramática (desaparecían, digámoslo claro) los libretos de intrincada peripecia de ambas zarzuelas, es especial en el caso de La marchenera, cuyo tipismo regionalista e incluso localista es marca de muchas zarzuelas tanto del género chico como de la zarzuela grande.
Se ha dicho muy a menudo que las zarzuelas del legado nacional tienen que cambiar de textos para ser viables en escenarios de hoy, mientras que la música se sostiene casi siempre con distintos niveles de calidad, a menudo muy alta. “El libreto es imbécil”, leo a propósito de cierta zarzuela en el libro de Tomás Marco sobre la música española del siglo XX, y como los casos son abundantes, prefiero no citar el caso concreto.
Javier de Dios ha procedido con respeto y con sabiduría teatral. La dogaresa la ha resumido, por decirlo así, en varios personajes y tipos, al margen de las líneas de canto; en la historia del teatro cantado, las soubrettes, las criadas, y sus parejas, así como los travestimentos, han dado mucho de sí. Bueno, ya lo daban en Menandro y Plauto, en Lope y Tirso. El resultado era ágil, teatral, en el que lo musical y la musicalidad no menoscababan la continuidad de la acción y las situaciones. Y no siempre se tiene una actriz como Beatriz Argüello para la soubrette; porque Argüello puede hacer la criadita y más aún una Princesa. Como acaso habrá de verse. Por el momento, ahí tienen dos instantáneas de esta espléndida actriz en La dogaresa.