Grazyna Bacewicz, compositora polaca
Recibimos un bello disco con obras de Grazyna Bacewicz, protagonizado por Krystian Zimeran y cuatro excelentes instrumentistas de cuerda de Polonia, ese hermoso país tan pletórico de música: Kaja Dan Kaja Danczowska y Agata Szymczewska, violines; Ryszard Groblewski, viola; Rafal Kwiatkowski, cello (Deutsche Grammophon). Valoramos como merece este bello disco en las páginas del número de Scherzo de este mes de junio (núm. 264). Contiene tres amplias obras de cámara: dos Quintetos con piano y una Sonata para piano solo.
La compositora polaca Grazyna Bacewicz vivió entre 1909 y 1969. Era hija del compositor Wincenty Bacewicz (en rigor, Vincas Bacevičius, nombre lituano). Nació en in Łódź., importante ciudad que se pronuncia de manera muy distinta a como la leemos en nuestro idioma. Es la ciudad que sirve de escenario a una narración de Reymont, La tierra prometida, y al espléndido film de Wajda basado en ese amplio relato. Y puede decirse que nuestra compositora nace poco después de los dramáticos hechos que cuentan novela y película. Murió Grazyna en Varsovia, muy pocos días antes de cumplir los sesenta. Fue virtuosa del violín: ahí está esa pequeña maravilla suya para virtuoso que es el Capriccio polaco.
Si nos fijamos en las fechas, cuando tenía entre cinco y nueve años la guerra azotó su país, pero al menos se salió de ella con una independencia nacional después de mucho más de siglo con una Polonia ocupada por las potencias de Europa Central y, lo que es peor, por Rusia. Grazyna es poco mayor que Lutoslawski y Panufnik, por poner dos grandísimos de la composición polaca. La apoyó el buen Paderewski, que la mandó a París a estudiar con Nadia Boulanger. Hay que recuperar su obra. Hoy no vamos a insistir en su catálogo, que no es amplio, pero que es variado, aunque el violín se lleve la parte del león, y sólo encontremos una ópera, breve, para radio.
Pues bien, cuando Grazyna cumplía treinta, justo en medio de su vida, se producía el nuevo reparto de Polonia entre la Alemania nazi y la URSS comunista. Seis años después, años que supusieron para Polonia la pérdida de un veinte por ciento de la población, es decir, destrucción continua, crimen continuo, un trauma insuperable para los años siguientes; en fin, seis años después, se producía la “liberación”; que no fue liberación, sino ocupación de nuevo cuño, la de la URSS, que interpretó con abuso los acuerdos de Yalta y utilizó un partido títere para el dominio de la nación polaca, a la que además arrancó un trozo importante al este, al imponer un trazado de frontera que venía a reproducir más o menos el diseño de la vieja línea Curzon.
Y cuando iba a cumplir los sesenta años, Grazyna muere. En medio de la agitación doble del país, la de la campaña antisemita que lanzó el partido títere, a la desesperada; y la de los astilleros, que sería reprimida con dureza (y con muertos obreros) el año siguiente. Caramba, podríamos decir: qué época tan dura, qué mala suerte tuvo Grazyna. Además, su obra espléndida no tuvo repercusión en Europa Occidental y el resto del mundo.
Oigamos una hermosa muestra. La espléndida y joven violinista polaca Patrycja Piekutowska nos ofrece una bella interpretación del Capriccio polaco (Kaprys Polksi), una obra de poco más de minuto y medio de duración, a partir del minuto cinco del siguiente video: