BILBAO / Musika-Música 2021: los clásicos que vuelven
Bilbao. 6/7-III-2021. Azkuna Zentroa. Cuarteto Quiroga. Obras de Mozart y Beethoven. • Sociedad Filarmónica. Trío VibrArt. Obras de Mozart y Beethoven. • Les Dissonances. Violín y director: David Grimal. Obras de Mozart. • Bizkaia Aretoa (UPV/EHU). Ana María Valderrama, violín. David Kadouch, piano. Obras de Mozart y Beethoven.
Las circunstancias impidieron a este Musika-Música ser tan explosivo como otras veces y cumplir sus primeras dos décadas de vida con el ambiente tan especial que lo hace único entre los encuentros musicales del norte de España, pero también trajo novedades como la apertura a nuevos espacios más allá del Euskalduna, donde se daban cita los grandes conjuntos y las orquestas, quedando los formatos más pequeños en lugares como la Sociedad Filarmónica, la Alhóndiga (Azkuna Zentroa) o el Bizkaia Aretoa en el edificio de la UPV en Abandoibarra. Dedicada a la ciudad de Viena, en la práctica las presencias de Mozart y Beethoven destacaron sobre todas las demás, por lo que Bilbao se convirtió fugazmente en una de las capitales del clasicismo.
El Trío VibrArt [en la foto] marcó el nivel la mañana del sábado en la Filarmónica. La manera de tocar de sus tres miembros, Miguel Colom, Fernando Arias y Juan Pérez Floristán, atrapa lo mismo por su frescura y su atrevimiento que por la inteligencia y la sabiduría que muestran sobre el escenario, y comenzaron dando una lección de estilo, de afectuosidad y de virtuosismo tras otra en el maravilloso Trío K. 548 de Mozart, una pieza con atmósfera, sin pretensiones vacuas, música pura y auténtica. Después emprendieron con ritmo frenético el primero de los op. 70 de Beethoven, retratándolo con fiereza en sus caracteres ocultos, que impregnaron de misterio en su sombrío y sobrecogedor movimiento central. Un itinerario similar siguió el Quiroga en el primero de sus conciertos en la Alhóndiga, confrontando las miradas que ambos compositores tenían del mundo y sus respectivas maneras de expresarse a través de la música: de la introversión de Mozart en el cuarteto n° 15 (K. 421), perfecta mezcla de sencillez y fuerza sosegada, plagada de innumerables detalles que confieren a la música riqueza y profundidad, transitaron a la impetuosa personalidad plasmada por Beethoven en su cuarteto n° 11 (op. 95), tan radicalmente concentrado como trepidante.
David Grimal, protagonista de veladas memorables en la pequeña historia de Musika-Música, mantuvo un vibrante encuentro con los conciertos K. 218 y K. 219 de Mozart: con energía y musicalidad a raudales, se volcó a pleno pulmón con las cualidades lúdicas de las piezas, combinando ferozmente ritmos endiablados con acentos súbitos, cierta extravagancia y una gran capacidad narrativa. Los quince músicos de Les Dissonances, incisivos y transparentes a partes iguales, armados de un virtuosismo volcánico, mostraron que muy pocos compositores pueden batirse con Mozart en cuanto a energía en directo. Momentos más tarde, Ana María Valderrama y David Kadouch redujeron la Sonata K. 304 a una esencia mínima, sobre todo por obra del excepcional pianista, que conserva levemente la mirada traviesa de sus inicios. En la Kreutzer el diálogo entre ambos se elevó a las alturas, y la sonata entera se mantuvo por la grandeza de su movimiento inicial, fuente de modernidad en una época en la que Beethoven veía el futuro desde todas las perspectivas.
Asier Vallejo Ugarte