BILBAO / Estremecedor Shostakovich de la Euskadiko Orkestra
Bilbao. Palacio Euskalduna. 8-XII-2021. Xavier de Maistre, arpa. Euskadiko Orkestra. Director: Robert Treviño. Obras de Ginastera y Shostakovich.
Cuatro años después de su llegada, cuatro años después de confesar a esta revista el reto de que los músicos de la Euskadiko Orkestra llegaran a ser capaces de “garantizar siempre lo mejor de sí mismos”, Treviño vive un momento en el que todo parece posible, desde grabar discos maduros y perdurables hasta cimentar un futuro mejor en las salas de conciertos, convertido él en el epicentro de una experiencia ligada a una ambición enorme. Programar juntos a Ginastera y a Shostakovich conllevaba la impresión enfrentar dos maneras contrapuestas de comprender la música a mediados del siglo XX, una colisión de estilos tan fascinantes como remotos que portaban la marca de sus respectivos lugares de origen.
A medio camino entre sus obras más accesibles (Estancia, las Danzas argentinas para piano, las Cinco canciones populares argentinas…), atravesadas por un profundo sentimiento nacionalista, y las más innovadoras y perturbadoras de su última etapa, el Concierto para arpa de Ginastera nos interpela con un lenguaje vivo, personal y sin tópicos, más directo de lo que sugiere su diversidad interna, y bastaba con reparar en su poderoso sentido del ritmo para comprender que estábamos ante una obra grande. Xavier de Maistre le aportó un ropaje sutil, un lirismo a la vez contenido y sugerente, una hondura que le permitía acceder al núcleo duro del lenguaje del compositor. Tan impecable fue su interpretación como la ofrecida en este mismo escenario en mayo de 2016, entonces con la BOS, y tuvo en Treviño un camarada fiel al que aguardaba la Décima de Shostakovich como prueba de fuego para las fuerzas de la orquesta y las suyas propias: una hora exacta de persistentes sonoridades oscuras (no siempre depuradas, quizás deliberadamente) que impresionaban tanto como indagaban en lo íntimo y lo profundo. De inicio a fin, hasta en los acentos más feroces y endemoniadamente agresivos del Scherzo, latía el corazón de un compositor que prefería dejar incertidumbres frente a la tentación del relato diáfano, de un hombre interiormente complejo cuya música, en buenas manos, no deja de estremecer.
Asier Vallejo Ugarte