BILBAO / BOS: Peltokoski ante el futuro
Bilbao. Palacio Euskalduna. 12-I-2023. Sergey Khachatryan, violín. Orquesta Sinfónica de Bilbao. Director: Tarmo Peltokoski. Obras de Khachaturian y Vaughan Williams.
El primer concierto de la Sinfónica de Bilbao en 2023 presentaba en el Euskalduna al finlandés Tarmo Peltokoski como exponente del talento desarrollado en la juventud. Hay que saber leer muy bien el oficio de director para ponerse con 22 años al frente de una orquesta centenaria como la BOS, imponer la autoridad de un maestro (los suyos, desde Sakari Oramo hasta Jorma Panula, no han sido menores) y lograr interpretaciones admirablemente resueltas tanto en lo estilístico como en lo puramente sonoro. Lo vieron en Riga (es titular de la Sinfónica Nacional de Letonia), en Bremen (es principal invitado de la Deutsche Kammerphilharmonia), en Róterdam (es principal invitado de la Filarmónica) y lo han visto también en Toulouse, donde asumirá la dirección de la Orchestre National du Capitole a partir de septiembre de 2024. El futuro es de pronto abrumador y será esencial medir cuidadosamente cada paso.
Rara vez se escucha en nuestras salas la música de Khachaturian, pero a su Concierto para violín no le han faltado grandes celebrantes. David Oistrakh lo estrenó en 1940, ocho años antes de que el compositor fuera uno de los acusados por el Comité Central del PCUS de encarnar “tendencias antinacionales y formalistas”, y Khachatryan asumía el legado de su gran predecesor aunando todo aquello que se espera en los buenos violinistas (afinación, técnica, belleza e igualdad en el sonido) junto a la expansión, la nobleza expresiva y la capacidad de sugerencia que solo alcanzan los excepcionales. Armenio como Khachaturian, aseguraba continuamente el caudal melódico de la obra igual que Peltokoski conjugaba un acompañamiento ejemplar con la construcción de atmósferas y la exploración de claroscuros, sosteniendo con finísima sensibilidad el conmovedor Andante central.
De la misma época (se estrenó en 1943) es la Quinta de Vaughan Williams, aunque un abismo separaba Armenia de Inglaterra en tiempos de guerra. Peltokoski, aparentemente introspectivo, pero con capacidad de mirar hacia fuera, la hizo fluir de modo diáfano y majestuoso, envolviéndola en trazos líricos que afirmaban su naturaleza esencialmente melódica. Pocas sinfonías tan atrayentes han dado las islas británicas. Y cuando parecía que las maderas se llevarían la partida por su alto vuelo en la Romanza, la cuerda las igualó después de la mano de la belleza.
Asier Vallejo Ugarte