BILBAO / ‘Alzira’: el final del camino
Bilbao. Palacio Euskalduna. 23-IV-2022. Verdi, Alzira. Temporada de ABAO. Carmen Solís, Sergio Escobar, Juan Jesús Rodríguez, David Legares, Josep Miquel Ramón, Vicenç Esteve, María Zapata, Gerardo López. Coro de Ópera de Bilbao. Bilbao Sinfonietta. Director musical: Daniel Oren. Director de escena: Jean Pierre Gamarra.
Con Alzira culminaba ABAO su titánico Tutto Verdi, un proyecto que en 16 años ha llevado a Bilbao todas las óperas verdianas (no en sus distintas versiones, como se pretendía al comienzo) con el deseo de poner sus siglas en el mapa de la ópera internacional. Ese largo camino habría merecido un desenlace más ambicioso que el ofrecido por esta ópera de galeras compuesta por un Verdi insólitamente plano y desganado, sin intensidad en el lenguaje, esclavizado por las convenciones de la época. Tampoco tuvo un buen punto de partida, pues es muy difícil seguir con interés la trama que Cammarano situó en el Perú de mediados del XVI, implicarse con unos personajes que en nada apelan a lo universal y comprender las supuestas influencias de unos sobre otros, como tampoco invita a pensar sobre algunas de las ideas centrales sobre la religión, la barbarie o la civilización originalmente expresadas por Voltaire en torno a las conquistas españolas en el nuevo continente.
El montaje Jean Pierre Gamarra traslada el argumento a los comienzos del XX (entonces hacía largas décadas que Perú se había independizado de España) pero saltando finalmente al XVI, como si mostrase una opresión invariable en el tiempo y perpetrada por las mismas personas, por los mismos cristianos aferrados a unas mismas convicciones religiosas. Esa ausencia de fidelidad histórica parece abundar en la leyenda negra española, advertida también en lo sombrío del ambiente, en esa oscuridad inevitablemente ligada a la agresión y la muerte. No siempre es fácil deslindar lo que pertenece a Cammarano y lo que es de Gamarra, pero muy poco hace el segundo por solventar la falta de tensión teatral de la ópera, pues lo que sucede en escena funciona mecánicamente, de una manera seca, sin que apenas exista calor en las relaciones entre los distintos personajes.
Por el contrario, Daniel Oren fue una garantía de musicalidad y acentos verdianos en el foso, aunque orquestalmente la partitura sea de las menos atractivas del compositor, y su manera de acompañar a los cantantes fue la de un verdadero maestro. La BilbaoSinfonietta se defendió con bravura y dio lustre a los momentos más briosos de la ópera, que fueron también los mejores del coro. En cuanto al reparto, compacto y enteramente español tras la cancelación de Hui He, Carmen Solís mantuvo un estilo sensible y delicado, y con esa sensibilidad compuso un personaje instalado en la parte oscura de la vida. Vocalmente resolvió el papel con gran dignidad y en ningún momento le faltó presencia en las escenas de conjunto. Escobar fue menos variado e imaginativo en el fraseo, confiándolo todo a los encantos de una voz que conserva el volumen y gran parte de la pureza de sus orígenes, aunque quien realmente destacó fue Juan Jesús Rodríguez por mostrar la doble virtud de la contención y de la expresión, por su solidez vocal y por los matices que imprimió al personaje de Gusmano a lo largo de la noche hasta desembocar en una emocionante escena final, la única en toda la ópera en la que Verdi fue capaz de alcanzarse a sí mismo.
Asier Vallejo Ugarte
(Foto: E. Moreno Esquibel – ABAO)