BETANZOS / Festival Música Antigua en Betanzos: Tañer y cantar
Betanzos. Iglesia de Santa María do Azogue. 3-V-2024. Enrike Solinís, guiterna, laúd, archilaúd, tiorba y guitarra barroca. Obras de Johnson, Dowland, Narváez, Valderrábano, Mudarra, Manuscrito de Osborn, De Visée, Bach y Sanz. Iglesia de Santiago. 4-V-2024. Sandra Cotarelo, soprano. Daniel Oyarzabal, órgano. Nerea Sorozabal, violonchelo. Manuel Minguillón, archilaúd. Coro de la Comunidad de Madrid. Director: Mark Korovitch.
La presente edición de Música Antigua en Betanzos iba a iniciarse con la actuación de Jordi Savall, Pedro Esteban y Xavier Díaz-Latorre en un programa titulado Folías y romanescas pero un accidente doméstico del primero de ellos obligó a la cancelación del concierto. Los aficionados que habían acudido a la Ciudad de los Caballeros atraídos por el nombre del músico de Igualada sufrieron una decepción de campeonato pero quienes, a pesar de la mala noticia, decidieron seguir, asistieron a un par de conciertos que hicieron que la excursión mereciera la pena.
Enrike Solinís demostró con creces las razones por las que, en pocos años, ha conseguido un prestigio sin fisuras entre nuestros intérpretes históricamente informados. La suma de solvencia técnica, musicalidad y soltura pedagógica que atesora quedó de manifiesto en Betanzos en un recital en el que tañó guiterna, laúd, tiorba, archilaúd y guitarra barroca —qué manera de hacerla cantar en las marionas y canarios— en un repertorio que abarcó desde la música del Manuscrito de Osborn hasta la Suite en do menor de Bach pasando por una versión absolutamente extraordinaria de la Suite nº 3 de De Visée, con una intimísima Sarabande de cortar el aliento. Enlazó como si tal cosa la música inglesa —Johnson, Dowland— con la española —enorme en las Diferencias sobre “Guárdame las vacas” de Luis de Narváez— mientras explicaba al respetable, con gracia y rigor musicológico, las características de cada uno de sus instrumentos. Sorprendente, revelador y estimulante a partes iguales.
Al día siguiente, el Coro de la Comunidad de Madrid certificaba su creciente prestigio y las consecuencias de saber qué es lo que se quiere de una agrupación que en un momento dado ha de dar el paso decisivo, ese ser algo más que el coro de una orquesta. La agrupación madrileña es una formación bien equilibrada, dúctil, en la que cada voz asume la responsabilidad que le corresponde en el conjunto, eso que en un espacio relativamente reducido como es la maravillosa iglesia betanceira de Santa María do Azogue puede escuchar y ver el espectador a poco cerca que esté. Quizá esa cercanía hacía que en algún momento puntual —Fac ut animae del Stabat Mater de Domenico Scarlatti— diera la sensación de un cierto exceso decibélico. Pero la sutileza con que se abordaron los primeros números de la pieza primó, sin duda, sobre esa veta casi expresionista a la que, por lo demás, no deja de invitar. Todo ello evidenció la indudable personalidad de su director a la sazón, el francés Mark Korovitch. Magnífico maestro, intenso, extrovertido en sus maneras pero también capaz de centrarse en las interioridades de una partitura tan hermosa como las Vesperae beatae Mariae Virginis de Joan Cererols en la que fue estupenda solista la soprano, del propio coro, Sandra Cotarelo. Impecable el acompañamiento brindado por Daniel Oyarzábal al órgano, Nerea Sorozabal al violonchelo y Manuel Minguillón al laúd que nunca quedaron tapados por el poderío vocal.
Dos conciertos que han sido toda una prueba para la Semana de Betanzos, pues cuando no se puede dar el, sobre el papel, más atractivo de los programas propuestos, las cosas pueden torcerse. No fue así, lo que demuestra el equilibrio de un intento que ya piensa en cotas semejantes para su próxima edición. Hay que felicitar al CNDM, el Concello de Betanzos y la Unidad Pastoral brigantina —que cede tres templos a cual más hermoso— por una idea que parece haber cuajado y, lo que es más importante, es aún susceptible de seguir creciendo.
Luis Suñén
(fotos: Santiago Pérez)