BETANZOS / Apuesta por la excelencia
Betanzos. Iglesia de San Francisco. 1-X-2021. Egeria. • Iglesia de Santa María do Azogue. 2-X-2021. Armonia Concertada. • Iglesia de Santiago. 3-X-2021. Eloqventia.
Esta tercera edición bien debiera ser la de la consolidación del ciclo Música Antigua en Betanzos —organizado por el CNDM con la colaboración del Ayuntamiento de la Ciudad de los Caballeros y la Unidad Pastoral—, una vez superada para las siguientes la crisis del covid, con —esperemos— el aforo pleno en las tres hermosas iglesias que acogen los conciertos y con el ánimo de los aficionados betanceiros y forasteros hechos ya a que por estas fechas toca escuchar estas músicas. La propuesta de este año se componía de tres conciertos bien distintos y, sin embargo, perfectamente complementarios a cargo de tres grupos que no defraudaron a quienes los conocían, estaban deseando conocerlos o les pillaba casi de nuevas.
Egeria [en la foto] abrió triduo el viernes 1 en la iglesia de San Francisco con un programa —Iacobus Yspanias— que quería ser un recorrido musical por los caminos del Camino —Las Huelgas, Montpellier, Harley o el Calixtino— y que nos sirvió, además, para descubrir a un magnífico grupo de cinco cantantes enormemente expresivas, siempre afinadas, de bellas voces individual y colectivamente y capaces de aunar la seriedad del concepto, y de la técnica, a la frescura de la dicción. Un acierto su sentido de la espacialidad, por ejemplo, en los momentos en que enfrentaban sus voces en un efecto leve pero suficientemente eficaz. Una preciosa sorpresa a seguir doquiera que vayan.
Al día siguiente, el sábado día 2, Armonia Concertada ofrecía una recreación —propia y ajena— de la música de Josquin des Prez en el quinto centenario de su muerte. El nombre —mítico para los amantes de la música antigua— de María Cristina Kiehr, encargada de la voz superior, era como la garantía de que el trío —si ella estaba ahí sería por algo— funcionaría muy bien. Y así fue plenamente, pues Jonatan Alvarado es tenor —casi sin necesidad de impostar— de exquisito gusto y Ariel Abramovich, un vihuelista de aquilatada musicalidad que se encargaba del resto de las voces y de la responsabilidad de estas versiones modernas. El riesgo del arreglo propio se asume —y se vence— desde la libertad que nace del conocimiento de otras libertades previas —Peñalosa, Luis de Narváez, Valderrábano—, pues es sabido cómo la música de Des Prez pasó en su época por casi todos los formatos. A ese discurso lleno de meandros expresivos a cada cual más sorprendente, correspondieron los tres músicos argentinos con una clase simplemente admirable, en un concierto de esos que se sienten entre el arrebato y la embriaguez, en el punto justo que reúne lo espiritual y lo carnal.
Y para cerrar, el domingo 3, Eloqventia, o lo que es lo mismo, Efrén López —a la zanfoña, la cítara, el ud y el arpa—, David Mayoral —dulcimer y percusión— y Alejandro Villar —voz, sinfonía y flautas— nos devolvió al Camino con anónimos italianos y franceses, alguna muestra del Códice Calixtino y una incursión en Al-Andalus con una moaxaja que quizá fuera el momento culminante de un magnífico concierto. Los tres miembros de Eloqventia —que también cantaron en las muestras del Rey Sabio— son sensacionales intérpretes que saben, además, sacar partido de todas las posibilidades que ese repertorio propone. Tal vez por eso en la moaxaja el diálogo entre Mayoral y López tuvo rasgos de jam session, como la zanfoña de este recordó en algún momento nada menos que a la guitarra de Jimi Hendrix. Que nadie se escandalice, por favor: la belleza pace donde le place.
Y una consideración final. Por culpa de los protocolos del covid no se pudieron repartir programas de mano, así que fueron los propios intérpretes quienes se encargaron de guiar al público por su repertorio. Y lo hicieron estupendamente, de manera clara, concisa y, por decirlo así, cariñosa.
Luis Suñén