BERLIN / Verdi, en versión original
Berlín. Deutsche Oper. 24-III-2022. Verdi: Les Vêpres Siciliennes. Hulkar Sabirova, Piero Pretti, Thomas Lehman, Roberto Tagliavini Arianna Manganello. Director musical: Enrique Mazzola. Director de escena: Olivier Py.
Ha sido sin duda un gran acierto de la Deutsche Oper la elección de la versión original francesa para su nueva producción de Les Vêpres Siciliennes de Verdi, estrenada en París en 1855, ya que la obra se interpreta casi siempre en su versión italiana, donde se suprime la famosa música de ballet Les quatre saisons. En el siglo XIX era indispensable un extenso interludio de ballet en cualquier representación de ópera en París, y aún hoy se espera cuando se representa la versión original en francés. Por ello resultó decepcionante que el director Enrique Mazzola acortase drásticamente esta composición en cuatro movimientos, interpretando tan solo una parte, L’hiver. Las sospechas ya se habían despertado al comprobar que en la ficha artística no apareciera ningún coreógrafo. ¿No iba a haber entonces baile?
La obertura, sin embargo, nos dio esperanzas, pues una cuadrilla de bailarinas con amplios tutús comenzó a realizar una serie de poses clásicas, bailando después incluso la danza de los pequeños cisnes y fragmentos de Giselle, hasta que son violadas por los ocupantes franceses. En la fiesta en el palacio de Montfort actúa una compañía de baile con espléndidas crinolinas negras; en una plataforma, bailarinas con uniformes de soldados maravillan con arriesgados saltos mortales. Sin embargo, en el breve fragmento de la música de ballet del tercer acto no se baila: una mujer de la limpieza friega el suelo, se agitan banderas francesas y los soldados se divierten jugando al fútbol con una cabeza cortada. No obstante, el escenario giratorio del escenógrafo Pierre-André Weitz, con un cañón urbano cubierto de hollín, una estatua ecuestre, una palmera y una barricada de alambre de espino, habría sido un lugar idóneo de actuación para el ballet, ya que también muestra un teatro histórico, con el escenario y los palcos recubiertos con pátina de pan de oro.
Olivier Py traslada la acción de la ópera, que describe un acontecimiento histórico, el sangriento levantamiento en 1282 de los sicilianos contra los invasores franceses, a la época de la Guerra de Argelia de mediados del siglo pasado. Las referencias visuales a esta idea se limitan a un abigarrado cuadro de estilo naíf en el telón (Épisode de la conquête de l’Algérie), la foto en blanco y negro de un cañón urbano de Argel y los uniformes caqui de los soldados. Se muestran además varios episodios que evocan el pasado, como la ejecución del hermano de Hélène, Federico de Austria, en la obertura. Vengar su muerte será la gran motivación de la duquesa, que intentará azuzar a sus compatriotas contra los odiados franceses con una canción patriótica sobre la libertad, Du couràge. Su actuación va acompañada de la de una bailarina con la parte superior del cuerpo desnuda y maquillada de blanco, realizando gestos de lucha. Es el espíritu del hermano fallecido, a quien se invoca a lo largo de la obra, al igual que el de la madre del joven siciliano Henri, enamorado de Hélène, que aparece fantasmagóricamente en algunas escenas empujando un carrito negro. De hecho, la figura de la muerte es omnipresente. Py escenifica el sangriento final sobre un podio con la tricolor francesa, que se vuelve translúcida para mostrar las siluetas de los soldados combatiendo con bayonetas. Procida, líder de la resistencia contra los franceses, arranca el telón y Hélène, Henri y Montfort son masacrados sangrientamente.
Enrique Mazzola, un director especializado en el repertorio de la Grand Ópera francesa, que ya dirigió Le Prophète de Meyerbeer en la Deutsche Oper, negoció con gran eficacia la obertura-popurrí, con sus numerosos motivos que luego regresan en las arias y los dúos, tanto en los animados temas del allegro como en los ataques marciales o en los etéreos pasajes de cuerda. También supo controlar con seguridad los grandes conjuntos y dirigió a los solistas con seguridad y compromiso.
La voz de la soprano ligera Hulkar Sabirova careció de sustancia dramática y de un color interesante en su primera intervención solista. La segunda aria (su confesión de amor por Henri) sonó asimismo más lacrimógena que realmente apasionada. Sin embargo, los rotundos agudos y su flexibilidad vocal surtieron efecto en la famosa siciliana del último acto, cuyo ritmo sigue el del bolero español. Piero Pretti prestó a su amante Henri su hermosa voz de tenor lírico-spinto, aunque a veces su interpretación careció de la nobleza que el personaje demanda, y sonó chillón en los exigentes agudos.
En el papel de su padre Guy de Montfort, el barítono Thomas Lehman exhibió virilidad, aplomo dramático y matices diferenciados, aunque lamentablemente tuvo que cantar buena parte de su gran aria en ropa interior antes de que pudiera ponerse su espléndido uniforme. Igualmente imponente el Procida de Roberto Tagliavini, que apareció acarreando una gran maleta para cantar su gran página solista, E toi Palerme, sobre la estatua ecuestre a la cual una mujer de la limpieza está quitando el polvo. Su cabaletta resonó poderosa y con brío, permitiéndole ocupar el primer puesto del reparto.
Bernd Hoppe