BERLÍN / ‘Simon Boccanegra‘: no hay mar por ninguna parte
Berlín. Deutsche Oper. 4-II-2023. Verdi: Simon Boccanegra. George Petean, Liang Li, Michael Bachtadze, Padraic Rowan, Maria Motolygina, Attilio Glaser, Patrick Cook, Karis Tucher. Director musical: Jader Bignamini. Director de escena: Vasily Barkhatov.
Desde el punto de vista musical, la nueva producción de Simon Boccanegra de Verdi en la Deutsche Oper comenzó de una manera inusualmente animada, ya que el director de escena Vasily Barkhatov la prologó con el preludio de la primera versión de la obra (estrenada en Venecia en 1857) para contar la historia anterior de Jacopo Fiesco, el oponente político más poderoso de Boccanegra. Para ello echa mano de una serie de vídeos en blanco y negro de Martin Eidenberger con las portadas de varios periódicos. Por desgracia, los titulares de estos son pronunciados por una voz femenina en el italiano original, algo que se repite varias veces durante la representación, perturbando de ese modo la fluidez musical.
Especialmente molesto resulta el decorado de Zinovy Margolin, con una monótona pared de estanterías estilo IKEA en chapa de madera oscura y butacas de diseño. Más tarde, el escenario giratorio ofrece una escena no menos triste: el dormitorio del Collegio feminile, repleto de camas, donde Amelia tiene que interpretar su aria de entrada enfundada en un camisón rojo. En vano busca el espectador en esta producción cualquier referencia al tiempo y al color local. En vez de ello, se nos ofrecen trillados lugares comunes a los que nos tiene acostumbrados el Regietheater: la sociedad veneciana en traje de noche en una recepción con mucho champán, apariciones del Dux con reporteros gráficos, cámaras y policías, gente con pancartas que cambian de mensaje según las circunstancias políticas… Al terminar la representación, el público se mostró dividido ante un montaje cuyo único mérito es contar la historia sin demasiadas distorsiones.
Los cantantes, sin embargo, recibieron calurosos y muy justificados aplausos, ya que brindaron una gran velada de canto operístico. En el papel de Fiesco, el bajo chino Liang Li exhibió un enorme poderío vocal, mientras que el barítono rumano George Petean no le fue a la zaga e impresionó con su viril retrato de un Dux, cuyo gran discurso supo traducir con fuerza y autoridad. También el bajo Michael Bachtadze encajó perfectamente en esta falange con una siniestra y distintiva caracterización —tanto vocal como dramática— de Paolo Albiani. Por último, la joven soprano rusa Maria Motolygina sorprendió, en el papel de Amelia, con una voz voluminosa, colorida y muy rica en su espectro dinámico, mientras que el tenor Attilio Glaser, de voz plena de potencial heroico y delicada tesitura, afrontó el papel de Gabriele Adorno con el máximo arrojo y sin el menor esfuerzo. Los cuatro cantantes se unieron en perfecta y eufónica sintonía con el moribundo Simon en la conmovedora escena final, en la que volvieron a interferir de forma harto molesta los dichosos vídeos.
En el foso, al frente de la orquesta de la Deutsche Oper, el director italiano Jader Bignamini manejó con rigor y autoridad una partitura cuyo preludio contiene varios motivos musicales que se repetirán más tarde. Su lectura tuvo pulso y tensión dramáticos, sabiendo destacar al mismo tiempo los momentos más íntimos y líricos. El coro, por su parte, contribuyó a la magnífica prestación musical de conjunto, especialmente durante el levantamiento popular en el Palacio Ducal.
Bernd Hoppe