BERLÍN / Decepcionante ‘Idomeneo’ de McVicar, con Rattle en el foso
Berlín. Staatsoper Oper unter den Linden.19-III-2023. Mozart: Idomeneo. Andrew Staples, Anna Prohaska, Magdalena Kozená, Olga Peretyatko, Linard Vrielink. Coro y orquesta de la Staatsoper Unter der Linden. Director de escena: David McVicar. Director musical: Simon Rattle.
La Staatsoper de Berlín ha presentado un cartel estelar para su nueva producción del Idomeneo mozartiano. Sin embargo, el director británico David McVicar decepcionó con una puesta en escena potente desde el punto de vista visual pero teatralmente plana. El decorado diseñado por Vicki Mortimer está presidido por una calavera gigantesca que cuelga sobre la escena, que sube y baja y a veces gira sobre su eje o se inclina. Como superficie del espacio escénico, un suelo agrietado de color ocre asciende hacia el fondo. Los trajes de Gabrielle Dalton son bellos y elegantes, pero por alguna razón están inspirados en la tradición asiática, haciendo que los protagonistas masculinos parezcan guerreros japoneses. Para reforzar la extraña asociación, dos sirvientas que parecen directamente sacadas de Madama Butterfly se mueven de acá para allá como geishas mientras realizan extraños rituales con pequeñas figuras de ídolos. La coreografía de Colm Seery se antoja banal, prescribiendo poses ilustrativas para las parejas masculinas que aderezan las intervenciones de los cantantes o del coro. La dirección de actores resultó cuasi inexistente: los personajes, de forma invariable, se limitaban a cantar sus papeles en el proscenio y a actuar con movimientos extrañamente amanerados. Eso sí, el regista se reservó una idea nueva para el final, cuando Idomeneo no sólo es depuesto, sino que debe entregar su vida y acabar en una fosa.
El tenor inglés Andrew Staples no logró transmitir en ningún momento las adversidades y condicionantes del personaje que da título a la ópera, ni en lo escénico ni en lo vocal. Su voz posee un timbre casi bufonesco que casa muy mal con la figura del padre maduro y apenas expresa el sufrimiento derivado de su conflicto interior. Cantó íntegra su gran aria “Fuor del mar”, que no obstante perdió gran parte de su efecto debido al insuficiente potencial vocal del intérprete. Mucho más interesante sonó en el papel secundario de Arbace la voz del joven tenor holandés Linard Vrielink, quien brindó sus dos virtuosas arias con refinamiento, clase y una gran seguridad en la zona alta del registro.
En el rol de Ilia, la soprano Anna Prohaska mostró palpables deficiencias. Su canto careció de la necesaria base lírica, con un sonido agriamente lacrimoso y limitado en las notas agudas, así como una entonación turbia y desigual en la coloratura. Tampoco Olga Peretyatko rayó a gran altura como Elettra. La voz nos llegó ayuna de color, brillo y pasión ya desde su primera intervención, “Tutte nel cor vi sento”, a la que le faltaron los sentimientos de celos, odio y rabia, además de acusar una gran falta de coloración vocal. En su segunda aria, “D’Oreste, d’Aiace”, el dramatismo procedió más de la orquesta que de la cantante. Tan solo Magdalena Kozená, en el papel de Idamante, resultó vocalmente convincente, si bien su voz de mezzo sonó muy sopranil y, en consecuencia, poco adecuada para ilustrar el papel masculino del hijo del rey. Así y todo, su interpretación estuvo llena de brío y de vigor, dominando con maestría las exigencias virtuosísticas de su parte. El coro de la Staatsoper fue el encargado de proporcionar los pocos momentos de tensión dramática de la representación. Desde el foso, Simon Rattle y la Staatskapelle Berlin ofrecieron un sonido orquestal lleno de colorido, con tempi ágiles, acentos precisos y ritmos palpitantes. El público del estreno ovacionó a todos los intérpretes con calidez y entusiasmo.
Bernd Hoppe