BÉRGAMO / El ángel perdido
Bérgamo. Festival Donizetti. 16-11-2019. Gaetano Donizetti: L’ange de Nisida (estreno mundial) L. Fridman, F. Sempey, K. Kim, R. Lorenzi, F. Benedetti. Coro y Orchestra Donizetti Opera. Director musical: Jean-Luc Tingaud. Director de escena: Francesco Micheli. Nueva producción.
El sábado 16 de noviembre de 2019 pasará a la historia de la lírica, pues ese día el Festival Donizetti Opera de Bérgamo presentaba el esperado estreno mundial [en escena] de L’ange de Nisida, ópera incompleta de Gaetano Donizetti, escrita en 1839 para ser estrenada en febrero de 1840 en el Théâtre de la Renaissance de Paris, pero que no llegó nunca a ver la luz tras declararse en bancarrota la gestión del prestigioso coliseo, que acogió varios estrenos de fuste en la época. Durante más de 170 años se creyó que la partitura de L’ange estaba perdida, pero por fin se ha podido estrenar, sin escatimar medios, gracias al apoyo de la Fondazione Teatro Donizetti, tras un minucioso y documentado trabajo de reconstrucción musical de las fuentes originales desperdigadas en varios teatros y bibliotecas, tanto europeas como americanas, que ha durado nada menos que 10 años, y que fue posible gracias al tesón y a la paciencia de la musicóloga italiana Candida Mantica, que había hecho su tesis doctoral sobre esta ópera en la Universidad de Southhampton (Reino Unido), aunque le costó mucho vender su trabajo. Mantica es pues la responsable única de una fundamentada y cuidada revisión crítica, que ha sido editada finalmente por la editorial alemana Peters (Leipzig, 2018), en colaboración con el sello discográfico Opera Rara, que la publicó en disco este mismo año, tras haberla registrado en vivo durante el estreno absoluto de la obra, que se presentó en versión de concierto, los días 18 y 21 de julio de 2018, en el Covent Garden de Londres, bajo la dirección musical de Mark Elder y un reparto que incluía, entre otras voces, a la soprano canadiense Joyce El-Khoury, como Condesa Sylvia de Linarès, el tenor coreano David Junghoom Kim (Leone de Casaldi), el bajo francés Laurent Naouri (Don Gaspar) y el bajo Vito Priante (Don Fernando de Aragón).
En el estreno londinense, según manifiesta Mantica en su lúcido y clarificador texto publicado en el documentado programa de mano (una práctica que se ha perdido en los teatros españoles), la partitura que se estrenó en la capital británica presentaba algunas alteraciones y añadidos musicales, que ahora se han suprimido deliberadamente para el estreno bergamasco, donde se ha decidido no incluir tanto la obertura –que al parecer nunca existió pues solo se encontraron unos pocos compases esbozados por el propio Donizetti– así como no sustituir los compases perdidos de los recitativos o aquellos que no fueran incorporados por el compositor a la partitura definitiva y que en Londres fueron escritos ex novo por Martin Fitzpatrick. En total suman –siempre según Mantica– 75 de los 3.700 compases que constituyen la partitura completa de L’ange de Nisida. Para el estreno de Bérgamo, Mantica también incorporó la cabaletta inédita del recitativo y aria de Sylvia (número 11 del Acto III), que no se ofreció en el estreno de Londres, y por tanto no aparece en la grabación de Opera Rara, que sí incluye un aria de Maria di Rohan (1843) que nunca había sido pensada por Donizetti para esta ópera.
Por razones de espacio no podemos detenernos como quisiéramos en explicar con más detenimiento los mil y un detalles comparativos de la partitura que nos ocupa en relación con La favorite (estrenada en la Académie Royale de Musique el 2 de diciembre de 1849), que fue la siguiente ópera de Donizetti, a donde iría a parar más del 70% de la música compuesta originalmente para L’ange de Nisida, tras el frustrado estreno parisino. Según nos confesaba Ricardo Frizza, director musical del Festival Donizetti y buen conocedor de la obra en su conjunto (teniendo en cuenta el trasvase musical y su adecuación al endeble libreto de Alphonse Royer y Gustave Vaëz), esta opéra en quatre parties, [así a secas], que es como Donizetti bautizó L’ange de Nisida, posee una mayor coherencia dramática como libreto que el de La favorita y mucha más solidez musical que ésta última.
La mayoría de los aficionados familiarizados con La favorite reconocerán en L’ ange el concertante final del tercer acto de aquella, así como todo el dúo final del cuarto. La mayor parte de la música del coro también está intacta y las intervenciones de Inés en La favorite son aquí interpretadas por el coro. La partitura también contiene partes procedentes de Don Pasquale. La inclusión de un personaje bufo como Don Gaspar, que no aparece en La favorita, nos confirma que L’ange es un dramma semiserio y que por tanto posee una factura diferente, de tal modo que Donizetti pudo entretejer lo dramático con lo cómico a través de este singular personaje que vertebra buena parte de la acción dramática. Este aspecto es lo que hace que esta ópera sea única. También es necesario aclarar que la mayor parte del material musical de L’ange de Nisida proviene de la inacabada Adelaida, aunque también hay una serie de números originales de L’ ange, como por ejemplo la sobresaliente aria de Sylvia del tercer acto Leone, Leone! Faut-il que l’infamie cuya música fue extraída de La favorite para el estreno de Bérgamo, pues Donizetti no la dejó escrita o bien se perdió, aunque sí se incluyó la brillante cabaletta que la remata. Por otra parte, sí se recogió el intenso recitativo Ah! je me vengerai seguido de la excelente aria Quelle ivresse et quel delire del cuarto acto de Leone. Estas piezas fueron reemplazadas en La favorite por O Mon Fernande y Spirito Gentil.
Pues bien, creo poder afirmar sin temor a la hipérbole que, desde el alumbramiento de Il viaggio a Reims de Rossini en Pésaro (Claudio Abbado/Luca Ronconi, 1984), Italia no había vivido la recuperación de una partitura tan importante como ésta, presentada con una producción absolutamente original de Francesco Micheli, en el Teatro Gaetano Donizetti, aún a medio restaurar, con el apoyo de una buena orquesta y un excelente coro, dirigidos con total solvencia por el joven director francés Jean-Luc Tingaud, además de un sólido reparto vocal.
También hay que señalar que la gestación del estreno escénico tuvo su intríngulis. El coliseo elegido para el alumbramiento de la ópera había sido el Teatro Donizetti, en la parte baja de la ciudad e inaugurado en 1791 como Teatro Riccardi, pues tenía mayor aforo y mejores condiciones técnicas para acoger el estreno de L’ange de Nisida, que el histórico y más acogedor Teatro Sociale (1809), situado en la Città Alta, y al que se le devolvió su estructura escénica original, con mecánica manual, hace tan solo unos pocos años. Pero al final resultó que el viejo coliseo Donizetti, cuyos importantes trabajos de remodelación dieron comienzos en febrero de 2018, no estaba listo aún para abrir sus puertas, como se había previsto para la presente edición del festival este mes de noviembre. Pero la dirección del festival se empeñó en que se estrenara la ópera allí, como habían prometido, y llegaron a un acuerdo con la empresa constructora con el apoyo de varios patrocinadores que se hicieron cargo del incremento de los costes que suponían la paralización de las obras, la limpieza del edificio y la aceleración de una parte de los trabajos para que el público pudiera entrar en un teatro en obras con las necesarias medidas de seguridad. Pues nada, pensado y hecho. Resueltos todos los trámites burocráticos, que no fueron pocos, Francesco Micheli, director artístico del Festival y responsable escénico de la producción, se tiró a la piscina y puso en marcha una producción genial, aprovechando la provisional situación del teatro, para lo cual dispuso la escena en medio del patio de butacas, aún vacío, colocando al publico en los palcos superiores y en un graderío en el escenario, todavía sin caja escénica. Con estos escasos mimbres, el apoyo de una cuidada iluminación (Alessandro Andreoli), el uso de un atrezzo mínimo y unos adecuados efectos de video (Angelo Sala) y sobretodo la invención de un original vestuario, diseñado por Margherita Baldoni, a base de telas en blanco y negro para los solistas y la utilización de papel maché multicolor para el coro en los actos III y IV (en los dos primeros actos el coro estuvo situado en el cuarto y último piso del teatro). Un momento de gran impacto dramático fue cuando el coro se despojó del vestuario, rompiéndolo en mil pedazos durante la penúltima escena de la ópera (nº13), antes de la escena final del monasterio donde se refugiará Leone tras sufrir el desamor de Sylvia.
El remate del reparto tampoco estuvo exento de vicisitudes: dos meses antes del estreno cancelaba su participación la soprano inicialmente prevista y tan solo un mes antes lo hacía el tenor. Fue la joven soprano rusa Lidiia Fridman (23 años) quién aceptó finalmente el envite y, en poco menos de tres semanas, se preparó un papel complicado para poder llegar a punto a los ensayos iniciales. Fridman no solo debutaba el papel de Sylvia, sino que también lo hacía en el festival y además era su primer rol en una ópera de Donizetti. Un triple debut. El balance final fue impecable, luciendo una delicada línea de canto y otorgándole a Sylvia esa sensación de fragilidad que requiere el personaje, gracias en parte también a su enjuto y frágil físico. No soló brilló y mucho esta joven soprano en su gran escena del tercer acto, sino que también estuvo sensacional en el duetto inicial (nº 3 del Acto I) con su amado Leone y sobretodo en el magnífico dúo del comienzo del segundo acto junto al Rey Don Fernando, que fue interpretado de manera impecable por el joven cantante francés Florian Sempey, un barítono de tintes oscuros, de tan solo 31 años, que posee un material vocal de muchos quilates, que le proporcionará muchos y grandes éxitos en los próximos años. Otro joven, el tenor coreano Konu Kim, con menos de 30 años y ganador del concurso Operalia en 2016, fue el otro gran triunfador de la noche, no solo por aceptar el reto de interpretar el difícil papel de Leone de Casaldi, con la exigencia del Do natural, sino porque lo hizo con tan sólo con un mes de antelación, aceptando un rol difícil pero que le va como anillo al dedo a su voz de tenor lírico-ligero. Aunque empezó algo destemplado, cantó con elegancia durante toda la velada y nos regaló hermosos pianos y brillantes agudos. No hay duda de que le aguarda un brillante futuro.
Como Don Gaspar, Roberto Lorenzi otorgó al personaje un cinismo cómico muy creíble, pues tenía todo el peso de la acción dramática en la primera parte de la opera, y además cantó con muy buena línea vocal, un timbre muy claro y un brillante staccato en su magnífica aria de entrada Et vous Mesdames. En el corto pero crucial papel del Monje, Federico Benetti cantó como bajo de buena ley en la última gran escena de la ópera.
Tanto el Coro como la Orquesta Donizetti Opera –que se encontraba en el foso situada del revés– se han creado ex profeso para la Festival y poseen calidad mas que contratada para abordar con garantías este repertorio belcantista, además este año contaban con un concertino tan profesional como Massimo Spadano, primer violín de la Sinfónica de Galicia. El director francés Jean-Luc Tingaud puso orden y tino en el foso, que no es poco pues tenía que concertar unos cantantes que se encontraban a veces a mas de cincuenta metros de distancia o al distante coro, situado durante los dos primeros actos de la ópera en los palcos del cuarto piso del teatro.
En fin, fue una noche histórica para el mundo de la ópera, que puso de manifiesto, entre otras cosas, que aún queda repertorio bueno por descubrir y que también se pueden ofrecer representaciones escénicas originales, servidas en óptimas condiciones musicales y con gente joven. No es frecuente.
[Fotos: Rota – Fondazione Donizetti]
Antonio Moral