BAYREUTH / Carlo il Calvo, una gran ópera para estrenar un nuevo festival
Bayreuth. Markgräflichles Opernhaus. 5-IX-2020. Porpora, Carlo il Calvo. Max Emanuel Cencic, Franco Fagioli, Susanne Jerosme, Nian Wang, Julia Lezhneva, Bruno da Sá, Petr Nekoranec. Director musical: George Petrou. Director de escena: Max Emanuel .
Carlo il Calvo, drama musical en tres actos (Roma, Teatro delle Dame, 1738) de Nicola Antonio Porpora ha sido el título seleccionado para inaugurar el primer Festival de la Opera Barroca de Bayreuth, en la Markgräflichles Opernhaus, un teatro rococó que lleva la firma del diseñador más famoso de la época, Carlo Galli Bibiena (1745-1750). El teatro, esplendor del estuco rococó, es el escenario más adecuado que pueda imaginarse para este tipo de representaciones barrocas.
Carlo il Calvo es la historia de las luchas familiares para apoderarse de la herencia de Luigi il Pio que, habiéndose casado dos veces, tiene dos herederos, Lottario, el primero en la línea de sucesión, y Carlo, que, gracias a la intriga, cambia las cartas sobre la mesa en favor de su hijo.
Max Emanuel Cencic (director artístico del festival, director escénico de esta representación y… Lottario) imagina un psicodrama familiar cerrado. Los parientes serpentean de forma que recuerdan a una película de Ingmar Bergman. La obra comienza y termina con la misma escena: la familia está reunida en torno la mesa. Al principio es Luigi quien muere asfixiado; al final es Lottario quien muere de idéntica manera… ¿Una metáfora de la inutilidad de la vanitad? Carlo sufre de poliomielitis. Los descendientes son siempre niños mimados, sin el esplendor que irradian sus progenitores.
Familia de clase media alta. Años 20… ¡Cuba! Para Cencic, la abnegación de Giuditta en defensa de los intereses de su hijo Carlo es completamente latina… El arrogante y engreído Asprando (guardaespaldas de Giuditta), amante sin escrúpulos, un auténtico libertino, juega la carta de la seducción mostrando sus músculos al… viejo Lottario. Este, indignado, lo rechaza primero, pero luego vacila. Cencic interpreta el aria Quando si oscura il cielo con gran expresividad, oscilando entre la tentación inconfesable y un autocontrol vacilante. Gana la tentación. Es el primer momento conmovedor de la ópera, pero… ¡Cencic todavía tiene mucho que decir!
Sigue otro momento emocionante, el dúo amoroso Dimmi che m’ami entre Adalgisio (Franco Fagioli, sin parangón en cuanto a musicalidad, melodía y equilibrio con el ritmo de la acción) y Gildippe (una espléndida Julia Lezhneva). El color orquestal se desvanece con la intensidad de los sentimientos y del placer secreto. Momento de gran patetismo. ¿Tendrá el genius loci wagneriano algo que ver con estos duetos amorosos?
Se alternan traiciones e intrigas, sexo y amor, unas veces prohibidos, y otras, imposibles. El marco que los contempla es la música de Porpora, en la que son protagonistas reyes y príncipes, con esa lucha intestina, para la cual el compositor recurre a una rica fanfarria. Armonia Atenea, dirigida por George Petrou desde el clave, presta un magnífico servicio a la partitura, aunque al principio el sonido resulta algo sofocado, como si tuviera que encontrar el equilibrio adecuado con la acústica de la sala. El esplendor de las arias se refleja también en la orquesta. Magnífica música. Arias alternativas de furor y de comparación, en un molinete pirotécnico de maravillas musicales, aunque resulte un algo aburrida eesa alternancia de los recitativos metronómicos y las arias. El caleidoscopio sonoro ayuda a que estas más de cuatro horas (¡duración wagneriana!) pasen volando.
El reparto es homogeneo, de alto perfil, con perfecta dicción del italiano. Fagioli (Adalgisio) sabe estar a la altura de su fama. No goza de esas arias de virtuosismo que obligan a estar permanentemente en la cuerda floja, pero juega la carta de la expresividad, con una limpia y una perfecta línea de canto. Cencic (Lottario), un verdadero animal de escena, asume un papel que le como anillo al dedo: un intrigante anciano aferrado con uñas y dientes al poder. Lezhneva (Gildippe) posee una voz extremadamente melódica y musical, y se muesta segura en las notas agudas. Suzanne Jerosme (Giuditta) está igual de expresiva en la desesperación como en la furia. Igual de convincentes Bruno da Sá (Berardo), un sopranista al que conviene seguir, y Petr Nekoranec (Asprando), tenor de hermoso timbre.
Por culpa de la Covid-19, solo 600 espectadores pudieron disfrutar del espectáculo. Esto merecería una repetición.
Franco Soda
(Fotos: Falk von Traubenberg)