BARCELONA / Triunfan las voces en ‘L’incoronazione di Poppea’ del Liceu
Barcelona. Gran Teatre del Liceu. 12 y 17-VII-2023. Magdalena Kozená, Julie Fuchs, David Hansen, Xavier Sabata, Nahuel de Pierro, Mark Milhofer, Deanna Breiwick, Natalia Labourdette, Thobela Ntshanyana. Dirección musical: Jordi Savall y Luca Guglielmi (17). Director de escena: Calixto Bieito. Monteverdi: L’incoronazione di Poppea.
La última producción de la temporada del Liceu, L’incoronazione di Poppea de Claudio Monteverdi, supone un nuevo triunfo de Calixto Bieito, capaz de mostrar la modernidad, el ingenio y la innovación de una partitura que, casi cuatrocientos años después de su estreno, mantiene intacta, de forma portentosa, la capacidad de sorprender y emocionar al espectador. La historia de la relación entre el emperador Nerón y Popea es un retrato descarnado del poder, la violencia, la pulsión sexual y la crueldad de una Roma amoral que, en cuestión de vicios, falta de escrúpulos, corrupción y maldad asesina, tampoco dista tanto de la sociedad actual. Monteverdi, como Shakespeare, nos pone frente al espejo, y en ese inquietante reflejo de ambiciones y miserias humanas, Bieito juega magistralmente sus bazas para dar vida teatral al magnífico libreto de Busenello.
La acción transcurre en un plató televisivo, a modo de reality show, con pantallas laterales que transmiten en primer plano las acciones de unos personajes que transitan –con buenas dosis de vanidad, glamur, humor y descaro– por un escenario elíptico iluminado que envuelve a la orquesta; la atractiva escenografía de Rebbeca Breidenbach sitúa varias filas de espectadores en el escenario y ocupa las dos primeras filas de platea, aproximando las voces al público con acierto.
La dirección de actores –rica en detalles reveladores– disecciona las pasiones que agitan la relación de los personajes con la precisión de un bisturí, y lo hace sin añadir nada que no esté implícito en el libreto. Lo que vemos, con ropajes de modernidad, es puro Monteverdi. Pero, la evidente falta de sintonía, en su primera colaboración, entre Savall y Bieito, que ha confiado la reposición liceísta a Marcos Darbyshire, rebaja en muchos momentos la fuerza teatral del montaje.
No estuvo fino el violagambista y director catalán al criticar, en la rueda de prensa (a la que asistió Bieito), un exceso de violencia gratuita. Teniendo en cuenta que esta producción se estrenó en la Ópera de Zúrich en 2018, si no le gustaba la propuesta teatral solo tenía que haber rechazado la propuesta de Víctor de García de Gomar y dejar paso a otro director más dispuesto a implicarse hasta el fondo en el espectáculo.
Savall es un gran director monteverdiano, y su versión de L´Orfeo o de los madrigales son espléndidas, pero en el recitar cantando de L´incoronazione di Poppea asoma otro mundo teatral, mucho más contrastado, que pide acentos más dramáticos y colores más jugosos. Maestros como Harnoncourt, Jacobs y Gardiner se han mostrado más flexibles y fantasiosos en sus lecturas, adoptando tempi menos morosos, dejando más espacio al juego dinámico y el impulso rítmico en los ritornelli. La transparencia y belleza sonora de Le Concert de Nations en muchos momentos –cabe destacar el magnífico trabajo de los clavecinistas Luca Guglielmi y Dani Espasa– aseguró la calidad musical, pero, salvo en los intensos monólogos de Ottavia, la morosidad y falta de teatralidad fue manifiesta. Curiosamente, en la primera de las tres funciones (17 de julio) bajo la dirección de Luca Guglielmi, su mayor implicación con los cantantes animó en muchos momentos la respuesta orquestal.
En el excelente reparto, brillaron por expresividad y carisma escénico de la mezzosoprano Magdalena Kozená como espectacular Ottavia, de rotundos y conmovedores acentos, y la soprano Julie Fuchs, una Poppea de irresistible belleza vocal y presencia. A extraordinario nivel también el contratenor Xavier Sabata, un Ottone de manual por la amplitud de sus recursos vocales, su dominio absoluto del estilo y un talento actoral descomunal. Algo más irregular, con tensiones en el registro agudo, el contratenor David Hansen como Nerone y notable Seneca a cargo del bajo Nahuel de Pierro, de expresivo fraseo. Hay que aplaudir sin reservas la histriónica caracterización como Arnalta del tenor Mark Milhofer, la elegante Drusilla de la soprano Deanna Breiwick, el muy acertado Lucano del tenor Thobela Nishanyana y la sensacional actuación vocal y escénica de la soprano Natalia Labourdette como Valletto, muy aplaudida en su gran escena. Completando el reparto, y a gran nivel, el contratenor Jake Arditti (Amore) y las sopranos Rita Morais (Fortuna) e Irene Mas (Virtù), el tenor Marcel Beekman (Nutrice) y los barítonos Guillem Batllorí (Liberto) y Milan Perisic (Littore).
Javier Pérez Senz