BARCELONA / Tabita Berglund, estimulante debut con la OBC

Barcelona. Auditori. 13-XI-2020. Temporada de la OBC. Directora: Tabita Berglund. Obras de Pärt y Sibelius.
La apuesta por la paridad en el podio está dando buenos frutos en la temporada de la OBC, que continúa celebrándose sin la presencia del público en la inmensa sala Pau Casals del Auditori de Barcelona. La Generalitat prorrogó el pasado jueves el cierre de bares, restaurantes, teatros y salas de música hasta el 23 de noviembre y, mientras no cambien las cosas, la injusta medida -los teatros y auditorios son espacios libres de Covid-19 y cumplen las medidas de seguridad a rajatabla-, obliga a los melómanos barceloneses a conformase con la difusión por streaming en la plataforma L’Auditori Digital, que cuenta ya con más de 1.600 suscriptores.
Tras el triunfo de la directora lituana Giedré Šlekytė, otra joven directora, la noruega Tabita Berglund, ha debutado con éxito al frente del conjunto sinfónico barcelonés en las mismas circunstancias, con un mar de dos mil butacas verdes vacías y rodeada de cámaras y micrófonos. Berglund tiene 31 años y solo lleva dos temporadas como profesional de la batuta, pero su experiencia musical es rica y amplia: ha sido violonchelista (completó su formación con Truls Mork) en varias orquestas, entre ellas las Filarmónicas de Oslo y Bergen, se hizó famosa en su país en el programa televisivo Talent Norge y tras ganar el premio Neeme Järvi, decidió consagrarse a la dirección. Ya ha dirigido orquestas de Alemania, Gran Bretaña y Japón y, naturalmente, las mejores formaciones escandinavas.
Tiene un estilo claro y directo que busca ante todo la naturalidad y la belleza del sonido orquestal. Abrió el programa con una de las más representativas obras de Arvo Pärt, Tabula Rasa, para dos violines, piano preparado y orquesta de cámara, con los violinistas Vera Martínez Mehner y Abel Tomàs (miembros del Cuarteto Casals) y la pianista Lluïsa Espigolé como impecables solistas. Sonó Pärt con claridad y sencillez, tanto en el juego concertante de Ludus -magníficos los solistas por precisión, transparencia y ausencia de efectismos incluso en los momentos más intensos- como en los ecos y en los remansos de espiritualidad de Silentium, de hipnótica belleza. Al acabar la obra, reinó el silencio en la sala durante casi un minuto, como si se hubiera detenido el paso del tiempo.
El corto programa se cerró con la deslumbrante Séptima sinfonía de Jean Sibelius, muy bien dirigida por Tabita Berglund, que supo mantener sin altibajos la tensión de su único y portentoso movimiento. La respuesta de la OBC fue también notable, con flexibilidad y un sonido claro y brillante. Berglund equilibró bien la plantilla, mostrando con fino trazo la riqueza de las texturas y los motivos entrelazados de un relato de extraordinaria belleza y aliento épico.
Javier Pérez Senz