BARCELONA / Petit Palau: Talento y emoción por partida doble: las óperas de García Tomás y Poulenc
Barcelona. Petit Palau. 08-X-2024. Dolors Aldea, soprano. José Antonio Domené, arpa. Mercedes Gancedo, soprano. Julius Drake, piano. García Tomás: Per precaució. Poulenc: La voix humaine.
El ciclo “Palau – Fronteras”, ubicado en la sala subterránea del Palau de la Música Catalana tras su ampliación, albergó un interesantísimo binomio lírico en formato camerístico bajo el título Dos voces humanas: la ópera Per precaució, de Raquel García Tomás, y la famosa La voix humaine, de Poulenc, en versión con piano. La primera es una coproducción del festival de Ópera de Bolsillo y Nueva Creación con el Liceo, y la segunda de VDA productions y la fundación Victoria de los Ángeles.
Per precaució, ópera para soprano y arpa, plantea el lamento y rebeldía de una anciana que no quiere ser llevada a una residencia y que desea vivir con sus recuerdos en su casa y saludar tanto a la vida como… a la muerte. Una mesilla, un despertador, una butaca y un taburete fueron el único decorado, con dirección escénica de Marc Rosich. El texto, de gran sensibilidad, se apoyaba musicalmente en José Antonio Domené tocando el arpa, que igual simulaba con toques en la madera del instrumento el sonido de un despertador o del paso del tiempo, como dialogaba con la voz de la soprano y veterana maestra de conservatorio Dolors Aldea. Secciones de vocalizo se alternaron con el fraseo inicialmente irónico y luego más contundente y trascendente en una obra de 20 minutos de duración, fiel reflejo de la fértil combinación de eclecticismo y exquisita sensibilidad de Raquel García Tomás (1984). Obras como Je suis narcissiste (2019) o Alexina B (2023), demuestran que la ópera en el siglo XXI goza de buena salud en nuestro país gracias a un talento como el suyo y del que Per precaució es una pequeña muestra más.
En La voix humaine Julius Drake al piano, una cama blanca, una silla y el teléfono rojo y su cable… junto a la soprano Mercedes Gancedo fueron cómplices del texto de Jean Cocteau musicado por Francis Poulenc (1899-1963). Aunque el crítico adore la versión orquestal y haya visto a sopranos como Renata Scotto, Ángeles Blancas o María Bayo, hay que decir que, en su reducción para piano, Drake mostró el evidente rodaje del espectáculo, con dirección escénica, simple pero efectiva, de Marc Busquets, pues Mercedes Gancedo demostró que ya lleva unas cuantas funciones lidiando con el teléfono y articulando ese monólogo de inicio frívolo y ciclotímico que deviene cada vez más conmovedor y trágico. La belleza vocal, la combinación entre lirismo y agitación, una notable capacidad para colorear las frases, aparte de una correcta dicción… fueron sus mejores bazas, con el leve reparo de un poco más de cuerpo y volumen en algunos pasajes. Muy sugerente la transición textil, entre la calle y el estar por casa, con el inicial traje chaqueta verde y peluca rubia, para luego quedarse en ropa interior negra y con el castaño pelo natural, en espléndido contraste con el blanco de la ropa de cama.
El recogimiento de la sala, el leve atrezo, la emoción y el talento escénico, musical e interpretativo desplegado en las dos obras dieron su lugar a esas “dos voces humanas”, óperas de dos siglos contiguos, hermanadas por esa cotidianidad que puede ser desgarradora.
Josep Subirá