BARCELONA / Ottavio Dantone cierra el ciclo Palau Òpera con un brillante ‘Tamerlano’
Barcelona. Palau de la Música. 30-V-2023. Filippo Mineccia, Delphine Galou, Sophie Rennert, Marina de Liso, Arianna Vendittelli, Bruno Taddia. Accademia Bizantina. Dirección: Ottavio Dantone. Vivaldi: Il Tamerlano.
El añorado Eduardo Torrico tenía razón al saludar con entusiasmo la producción de Il Tamerlano, de Antonio Vivaldi, dirigida por Ottavio Dantone que, tras su estreno en Rávena a mediados del pasado mes de enero, ha cerrado su gira europea en el Palau de la Música, aunque solo en versión de concierto. Asistió a la representación en Módena el 3 de febrero y el certero título de su crítica para Scherzo –Dantone frota la lámpara y aparece el genio- da en la diana, pues la extraordinaria dirección desde el clave de Dantone logra mostrar al público el genio de Vivaldi en todo su esplendor aunque, de hecho, Il Tamerlano, que antes conocíamos como Bazajet, no es realmente una ópera, sino un pastiche.
El cura veneciano reunió arias de óperas suyas (L’Olimpiade, Il Giustino, Semiramide, Farnace, Motezuma y L´Adelaide) y de autores como Geminiano Giacomelli (Alessandro Severo, Adriano in Siria y Merope), Johann Adolf Hasse (Siro, re di Persia) y Riccardo Broschi, el hermano de Farinelli (Idaspe). Gracias al feliz ensamblaje de sus piezas, logró una de sus mejores composiciones para la escena con esta partitura, con libreto de Agostino Piove basado en la tragedia Tamerlan ou la mort de Bajazet, de Nicolas Pradon, estrenada en el Teatro Filarmónico de Verona durante el carnaval de 1735 con el título de Il Tamerlano ovvero La morte di Bajazet, y que figura como RV 703 en el catálogo vivaldiano.
En la clausura del ciclo Palau Ópera, en versión de concierto, nos hemos ahorrado la puesta en escena futurista de Stefano Monti (señalaba Torrico con piadosa resignación que, aunque nada tenía que ver con la historia de Tamerlano, no era excesivamente molesta), lo que ha permitido disfrutar sin distracciones la exquisita, ágil y bien contrastada lectura de Dantone y la óptima calidad de la Academia Bizantina, con unas cuerdas que son puro terciopelo. La brillante Sinfonía inicial -música fresca y nueva en la partitura- fue una delicia.
Curiosamente, Vivaldi utiliza arias propias para los personajes ¨buenos (Bajazet, Asteria e Idaspe) de este drama que narra, entre tramas de amores y odios, el trágico destino del emperador tártaro Bajazet, apresado por el sultán otomano Tamerlano; para los personajes malvados (Tamerlano, Irene y Andronico), usa arias de sus tres colegas.
Tras Dantone, el gran triunfador fue el contratenor Filippo Mineccia con una abrumadora gama de matices, y mucha bravura vocal, al dibujar los perfiles y cambios de carácter del pérfido Tamerlano. A gran nivel la mezzosoprano Marina de Liso como Andronico de atractiva y bien manejada voz, y la soprano Arianna Vendittelli como brillante y luminosa Idaspe. Notables, por musicalidad y cuidado estilístico, las mezzos Delphine Galou (Asteria) y Sophie Rennert (Irene) y exagerado y vociferante Bajazet a cargo del barítono Bruno Taddia, fuera de estilo.
Javier Pérez Senz
(foto: Toni Bofill)