BARCELONA / OBC y Juanjo Mena: distintas maneras de la alegría
Barcelona. L’Auditori. 22-IV-2022. Pablo Ferrández, violonchelo. Orquestra Simfònica de Barcelona. Director: Juanjo Mena. Obras de Chaikovski y Beethoven.
El aplazamiento de la gira escandinava que la Orquestra Simfònica de Barcelona (OBC) tenía prevista con Juanjo Mena a la batuta y Pablo Ferrández como solista de violoncelo ha hecho posible que se programara en Barcelona el concierto que ahora comentamos. Digamos, de paso, que el anterior concierto de la OBC en su sede del Auditori, este sí, programado desde el principio, contó con los mismos intérpretes. El trabajo en común que todo ello supone y el esfuerzo de preparación para la aplazada gira contribuyeron probablemente a los óptimos resultados obtenidos en este concierto.
“Despertar de sentimientos alegres al llegar al campo”, así describía Beethoven el primer tiempo de la Sinfonía Pastoral. Bien, a esa alegría se llega por medio de una música de muy honda belleza y perfección. Un encanto mucho más ligero, pero encanto y alegría al fin, brillan en las superficiales y virtuosísticas Variaciones sobre un tema rococó para violoncelo y orquesta de Chaikovski, que son un buen ejemplo de la admiración del compositor por la música galante del XVIII, especialmente de Mozart, cuya manera reinterpreta desde sus propios supuestos. El juego encontró en Pablo Ferrández un intérprete excepcional y convincente. Un sonido cálido y profundo, una articulación limpísima, un vibrato nunca gratuito y una disposición concertante contagiosa (era digno de ver cómo el solista buscaba con sus ojos los de la concertino, cómo hacía música con la orquesta), dieron cuenta de una versión estupenda, ligera, colorista, muy agradable.
La expresión de la alegría en la Pastoral es, ciertamente, de otra índole, casi religiosa. Así se percibió en la luminosa versión de Mena. El tempo que eligió para el inicial Allegro ma non troppo pudo parecer sorprendentemente lento al principio, pero luego quedó progresivamente justificado por la amplitud melódica que permitía, el contrastado y equilibrado canto de los grupos orquestales, conseguido por una dirección cuidadosísima y detallista. De nuevo sorprendió agradablemente la complicidad de los músicos de la OBC con el director y entre ellos mismos, el equilibrio entre los vientos y las cuerdas. La OBC alcanzó bajo la batuta de Mena un alto nivel de ejecución e interpretación y el público supo apreciarlo y agradecerlo con repetidos y largos aplausos. Un muy buen concierto, lo que no es poco.
José Luis Vidal