BARCELONA / Luces y sombras en el Bach de Angela Hewitt
Barcelona. Palau de la Música Catalana. Lunes, 25 de noviembre de 2019. Palau Bach. Angela Hewitt, piano. Programa J.S.Bach. Partita nº1 BWV 825. Tocata en do menor BWV 911. Suite francesa nº5 BWV 816. Suite ingelsa nº 6 BWV 811. Concierto italiano BWV 971. Palau de la Música
La pianista canadiense Angela Hewitt inauguró el ciclo Palau Bach de Barcelona con un recital monográficamente dedicado al cantor de Leipzig. Artísticamente consagrada a la obra de Bach su debut en la sala modernista tuvo sus más y sus menos, terminando por mostrar toda su avalada categoría interpretativa que le ha hecho merecedora pocos días atrás de la Medalla Bach de Leipzig 2020, convirtiéndose así en la primera mujer en diecisiete años en conseguirla, y sumándose a los nombres de Leonhardt, Herrewege, Gardiner, Harnoncourt …. Hewitt ha convertido la música de Bach en su referente interpretativo. Desde que en 1985, coincidiendo con el 300 aniversario del nacimiento del compositor, ganara el primer premio del Concurso Internacional Bach de Toronto, Hewitt se labró una carrera ya conocida por todos. Grabaciones de prácticamente toda su obra –en los próximos días se publicará un nuevo registro dedicado a las Partitas– ciclos de recitales como el Bach Odyssey que emprendió en 2016 y que finalizará el 2020, clases magistrales… En definitiva una de las grandes embajadoras de la música para teclado de Bach, que sin embargo inició su recital en el Palau de manera desconcertante, fría y distante en los dos primeros apartados de la Partita nº1 con un sinfín de errores en la Corrente que repercutieron en todo el discurrir de la célebre y compleja Partita. Su Bach, pese a mejorar en la lúgubre Tocata en Do menor, resultó académico, frío, con unos destellos de calidad que empezaron a emerger en la Suite francesa nº5 interpretada con una elección del tempo muy rápido sin por ello dejar de profundizar en el color de los ritmos que dan vida a la Courante, la célebre Gavotte o la Gigue. Después de estas suites alemanas y francesas, quedaba en la segunda parte su paso por la inglesa nº6 y por el Concierto Italiano. Y ahí emergió la Hewitt que todos esperábamos. Ya resultó delicioso el Preludio con el que se abre la postrera de las Suites inglesas. Serenidad, matices sutiles en la diferenciación de las voces, un articulado de precisión milimétrica, un uso comedido del pedal…un Bach que respiraba en cada una de sus danzas aquella magia que está solamente al alcance de los grandes escogidos. La profundidad expresiva emergió con una Sarabanda deliciosa y una Gigue dinámica y multicolor aprovechando todos los recursos que le proporcionaba el Steinway . Hewitt había despejado todos los fantasmas de la primera parte y se entregó a la radiante luminosidad de los dos movimientos extremos del Concierto Italiano con vigor, con una soltura en que los contrastes de dinámica se sucedían para crear una versión multicolor. Y como contrapunto a manera de bellísimo claroscuro, el inconmensurable Andante presentado con una serenidad y delicadeza extremas. Ahí emergió la mejor Hewitt, la artista que no deja escapar el efecto más sutil para elevar la música hasta una categoría sublime. Ya fuera de programa, la pianista de Ottawa se despidió interpretando el Aria de las Variaciones Goldberg. Serenidad y elegancia para concluir un recital en el que felizmente las aguas volvieron a su cauce.
Lluís Trullén