BARCELONA / Lewis mantiene su idilio con el piano de Schubert
Barcelona. Palau de la Música Catalana. 11-XII-2023. Paul Lewis, piano. Obras de Schubert.
La interpretación de la integral de las Sonatas de Schubert que Paul Lewis viene ofreciendo en Barcelona sumó un nuevo capítulo. Tras las dos primeras entregas de la integral, acaecidas el 21 de noviembre de 2022 y el pasado 27 de abril, el Palau vivió otra noche en la que el pianista británico sublimó la música de uno de sus compositores predilectos. Lewis sigue viviendo un idilio con las Sonatas de Schubert. Haciendo del rigor y la sobriedad su caballo de batalla; abraza por igual tanto la comprensión analítica y formal como la naturalidad expresiva. Schubert aparece siempre desgranado de aquel modo único que irremediablemente nos evoca a su maestro Brendel.
La tercera de las cuatro sesiones de la que consta esta integral escuchada en el Palau –la siguiente se celebrará el próximo 15 de abril– incluyó las Sonatas D.537 y D.575, ambas escritas en 1817, y se completó con la D.894. Todo se movió bajo un guion que parecía preestablecido de antemano. La intimidad romántica se apoderó de la interpretación de la Sonata en La menor, recalando con un pianismo bellísimo en los motivos contemplativos desgranados bajo unas armonías etéreas. La ligereza del Allegretto quasi andantino, con su inolvidable tema melódico, dio paso a una explosión de apasionamiento y vehemencia tan idóneos para el Allegro vivace. Lewis no deja nada al azar; todo es rigor, incluso en la manera de modelar los contrastes que produce el multicolor tratamiento armónico de la Sonata en Si Mayor. El Schubert de la Sonata D.575 incidió en un equilibrio entre los rumores dramáticos que planean en el Andante y el modo perspicaz de trasladarnos el humor de su Scherzo. La elegancia vienesa del Allegro giusto final, coronaba una interpretación repleta de naturalidad, gracias a una exactitud en el equilibrio sonoro alejado de efectismos.
En el entreacto solamente se escuchaban palabras elogiosas entre un público que, por cierto, no llegó a ocupar ni media entrada del aforo. La segunda parte estuvo dedicada a la Sonata D.894, aquella página que tanto admiraba Schumann. Lewis planeó un primer movimiento que, desde sus primeros acordes tratados bajo un dominio ejemplar de la gradación del sonido, incidía en su cariz contemplativo. Heroico, dramático en la expresión del pasaje en do menor, onírico en su lirismo, configurando un lienzo de sensaciones multicolores. El pianista británico estuvo elegante en el equilibrio de las dinámicas, en la elección de tempi recreándose en una reflexiva lentitud; nos evocó los aires vieneses del Menuetto y rebosó en exuberancia a la largo del Allegreto final antes de sumergirse en los pianissimi con los que concluye la partitura. Un Schubert esencial, sin fisuras, a momentos exultante, en otro íntimamente poético, pero siempre basado en un discurso profundo y elocuente.
A lo largo del próximo medio año Lewis ofrecerá por todo el mundo más de treinta recitales dedicados a las Sonatas de Schubert (Londres, Nueva York, Vancouver, Melbourne, Seúl…) manteniendo este compromiso con la obra del autor vienés que tantos éxitos le ha reportado.
Lluís Trullén