BARCELONA / Graindelavoix, excelencia vocal para Gesualdo
Barcelona. Monasterio de Sant Pau del Camp. 5-V-2022. Graindelavoix. Director: Björn Schmelzer. Obras de Gesualdo y Magrané.
El conjunto vocal Graindelavoix volvía a Barcelona tras su memorable actuación acaecida en febrero de 2020, dedicada aquel entonces a obras del Medievo y páginas renacentistas. Dirigidos por su fundador, Björn Schmelzer, en esta ocasión han actuado en el monasterio románico de Sant Pau del Camp, dentro del festival Llums d’ Antiga, con un programa dedicado al sobrecogedor Tenebrae Responsoria de Carlo Gesualdo y acompañado por el estreno del Miserere mei Deus de Joan Magrané y del mismo Salmo 50 Miserere mei Deus musicado por el propio príncipe de Venosa. La antológica grabación llevada a cabo por Graindelavoix de los Responsorios ya recibió la calificación de excepcional en 2020, convirtiéndose en uno de los referentes de esta obra. Su interpretación en directo escuchada por las afortunadas ciento cincuenta personas que desde días atrás agotaron las entradas del reducido aforo, reprodujo y si cabe aumentó, el estadio extático que emerge de la grabación.
El mismo equipo vocal de dicha grabación, con la salvedad de las dos sopranos ocupadas en la noche del jueves por las espléndidas Teodora Tommasi y Florencia Menconi, volvió a encumbrar el conjunto con motetes inscritos en la música testamentaria de Gesualdo, para sumergirnos bajo la afinación absolutamente perfecta que muestra cada una de las ocho voces (seña de identidad del conjunto) en un mar de claroscuros, de cromatismos y disonancias que discurrían con la serenidad transmitida por la precisa dirección de Schmelzer.
Gesualdo, compositor controvertido donde los haya (da habida cuenta de ello la monografía de Denis Morrier traducida por José Luís García del Busto publicada el pasado junio y publicada por Musicalia Scherzo), propone un juego de sombras ante un alud de disonancias que agudizan cada una de las sentidas palabras de los hechos de la Pasión. Austeridad compartida con un empaque entre las voces que se discernían con total claridad ante la inevitable resonancia producida por la bóveda románica del altar mayor. La impactante voz del bajo Arnout Malfliet (como siempre, cantando descalzo) sigue poseyendo una espectacularidad en el grave nunca reñida con una diáfana claridad de proyección. Estuvieron espléndidos los tenores Albert Riera, Andrés Miravete, Marius Peterson y Adrian Sîrbu, cuatro voces de una calidez sobrecogedora aunque sean tan distintas en su color, Y, por supuesto, emergió la luminosidad del alto Razek-François Bitar, que es la guinda que termina de redondear este conjunto excepcional.
Magrané toma como referente a Gesualdo para su Miserere, expresamente pensado para las ocho voces de Graindelavoix. A igual que en el Salmo 50 del compositor italiano, la alternancia entre el canto llano y la polifonía discurre bajo una escritura que ahonda en el misticismo, bellísima en lo expresivo y que no escapa en su escritura a cinco voces de los postulados legados por los grandes polifonistas renacentistas. Obra estéticamente cuidada hasta el más mínimo detalle, que requiere una notoria exigencia técnica por sus líneas modulantes y demanda de afinación y que, como desveló el propio Magrané, supone la primera obra que un compositor ha escrito y ha sido estrenada por el conjunto vocal belga.
Hubo un sinfín de momentos álgidos, como el acaecido en el responsorio a seis voces Tristis est anima mea para el primer Nocturno del Jueves Santo. Su juego de claroscuros vocales (que en símiles visuales enlazaría con el pintor Caravaggio), el modo de elevar el sentido religioso y doloroso de las palabras reflejando la serenidad que emerge de la figura de Cristo, bastaría por sí solo para caer absortos ante tal magnetismo interpretativo de una música portadora del más alto contenido espiritual.
Lluís Trullén