BARCELONA / Épica a secas y dudosa épica
Barcelona. L’Auditori. 8-V-2019. Alexei Volodin, piano. Orquesta Sinfónica Chaikovski. Director: Vladimir Fedosseiev, piano. Obras de Chaikovski y Shostakovich.
El esplendoroso comienzo del Primer concierto para piano y orquesta de Chaikovski tiene en su terma inicial una solemnidad épica, por ser más preciso molto maestosa. Y así sonó en la fastuosa e imponente versión que ofrecieron el solista Volodin y el veterano titular de la Sinfónica Chaikovski, Fedosseiev, ambos apuestas frecuentes y de éxito en las temporadas de Ibercamera.
El tema inicial del cuarto movimiento de la Quinta sinfonía de Shostakovich, también es épico, pero no tiene nada de solemne (Allegro no troppo). Más bien se trata de una épica de aparato, dudosa, quizá insincera, quizá irónica —no necesariamente lo desmiente el hecho de que su autor escribiera al frente de la partitura “respuesta de un compositor a justas críticas”, y estas venían de Stalin, ¡ojo!—. Y ese carácter se acentúa en el final del último movimiento, tan banal y convencional como se quiera, triunfante y victorioso, y sospechoso en su propia exageración.
Se trata, pues, de dos maneras muy diferentes de épica y se necesita la profundidad interpretativa del gran director que es Fedosseiev y la ductilidad de su orquesta para que ambas maneras sean vertidas con la misma excelencia, ellas y todos los matices, casi infinitos, que en las obras de Chaikovski y Shostakovich supieron encontrar los músicos de la Sinfónica Chaikovski. En el Concierto, la parte del león fue, claro está, la del solidísimo y brillante pianista Alexei Volodin [en la foto], capaz de rendir perfecta cuenta del mencionado contundente principio y de tantos otros momentos poderosos y extrovertidos de la pieza como de la exquisita y grácil frase de entrada del segundo movimiento, con su melodía desgranada sobre los pizzicatos de las cuerdas —de extraña sonoridad en su misma sencillez— y alternada con la flauta, a cargo esta, claro, de un excelente solista.