BARCELONA / El Quartet Casals, ossia, la excelencia
Barcelona. Palau de la Música Catalana. 25-I-2023. Quartet Casals. Obras de Haydn, Schubert y Shostakovich.
El Quartet Casals propuso en este excelente concierto un recorrido histórico de la forma cuarteto, seleccionando tres jalones especialmente representativos: un cuarteto de Haydn, el ‘inventor’ de la forma; otro de Schubert, que ejemplifica la capacidad de aquella, tan ligada en su origen al Clasicismo, para fructificar en el Romanticismo; otro de Shostakovich, una muestra de la alta contribución del compositor a la música del siglo XX.
El Cuarteto de cuerda nº 6 op. 20 es el último de seis cuartetos compuestos por Haydn en 1772. Rosemary Hugues ha calificado ese año de annus mirabilis y tgal juicio se funda esencialmente sobre el op. 20 (sin olvidar que el mismo año es el de la Sinfonía de los adioses). El nº 6 es el mejor de la serie y los intérpretes pusieron de relieve su excelencia ya desde el potente tema inicial del primer movimiento, Allegro di molto e scherzando, en cuyo ataque sobresalieron las dobles cuerdas del primer violín. Claridad polifónica, belleza, personalidad del sonido y cromatismo caracterizaron la progresiva tensión del movimiento. Tensión que se resuelve en el siguiente Adagio, cuya belleza melódica fue resaltada por los intérpretes. En el Menuetto-Allegretto destacó la interpretación del trío, en el que el segundo violín calla, lo que convierte por un momento la forma en un ‘trío de cuerdas’, cuidadosamente interpretado sotto voce por la cuerda grave de cada uno de los tres instrumentos. Un dinamismo virtuosístico fue lo que caracterizó la versión de la importante Fuga con 3 soggetti que constituye el movimiento final.
El adjetivo furioso, que califica el Allegretto, segundo movimiento del Cuarteto de cuerda nº 10 en la Bemol mayor de Shostakovich bien podría referirse a todo el cuarteto, sobre todo en la apabullante versión que dio el Quartet Casals de la obra. Con toda su extensión el Andante inicial, en cuya versión los intérpretes crearon un clima intenso, parece funcionar como una introducción que resalte el carácter del mencionado Allegretto furioso, ejecutado con una fuerza y una vivacidad exultantes. En el Adagio pudimos comprobar la belleza de sonido y de articulación del violoncelo, que enuncia el tema, de la misma manera que en el movimiento final (Allegretto-Andante), un rondó, la viola sedujo con su ritmo danzante.
Obra romántica de estructura monumental, el Cuarteto de cuerda nº 14 en Re menor D 810, “la Muerte y la Doncella”, como es sabido debe su nombre a su segundo movimiento que es un tema con variaciones basado sobre un lied, Der Tod und das Mädchen, que Schubert había compuesto —el cuarteto es de 182— en 1817 sobre un tema del poeta Mathias Claudius. El cuarteto es una de las obras cumbre de la literatura para ese grupo de cámara y, como ya se ha dicho, una muestra especialmente destacada de cómo una forma nacida del más puro Clasicismo vienés pudo acoger la más decantada expresión romántica. Desde el fortísimo al unísono con que empieza la obra, hasta los dos violentos acordes con que acaba el vertiginoso Prestissimo final, el Quartet Casals dio el ejemplo de lo que es una interpretación musical excelente. Agitados acentos beethovenianos en el Allegro inicial; luctuosa serenidad en el tema con variaciones del Andante con moto, sobre el que gravitó toda la interpretación; luminosidad del trío, en el centro de un movimiento interpretado de una manera vigorosa, casi fulminante; resolución virtuosa de los difíciles pasajes cromáticos, ofrecida con un conmovedor tono lúgubre, del Prestissimo final; en cada momento los músicos dieron muestra de una concepción y una resolución técnica y artística de obras de tan diferente carácter y estilo impresionante.
Hasta el bis fue conmovedor. Antes de anunciarlo, el violinista Abel Tomás, recordó que este año el Quartet Casals celebra su 25º aniversario. Y a continuación, el cuarteto interpretó la Cavatina-Adagio molto espressivo del Cuarteto para cuerda nº 13 en Si bemol mayor op. 130 de Beethoven, ofreciendo una cuidadosísima versión de la honda y serena tristeza de la pieza hasta su extinción “en larga y suavísima armonía” (De la Guardia).
José Luis Vidal