BARCELONA / El Palau vibra con la intensidad dramática del ‘Requiem’ de Mozart dirigido por Raphaël Pichon
Barcelona. Palau de la Música Catalana. 19-X-2023. Ying Fang, Beth Taylor, Laurence Kilsby, Nahuel di Pierro, Chadi Lazreq. Ensemble Pigmalion. Director: Raphaël Pichon Mozart: Requiem y otras partituras mozartianas.
El Palau de la Música se anota un fulgurante éxito artístico en la inauguración de su temporada con la original versión del inacabado Requiem de Wolfgang Amadeus Mozart, del director francés Raphaël Pichon, al frente del soberbio Ensemble Pigmalión. Sorprender, y mucho menos descubrir aspectos nuevos en una partitura tan célebre y programada, no es tarea fácil, pero la lectura de Pichon, estrenada en el Festival de Aix-en Provence en una audaz puesta en escena de Romeo Castellucci en 2019, otorga una inusitada e inquietante fuerza dramática a la obra póstuma de Mozart. Y en el templo modernista, en versión de concierto, el impacto emocional fue grande.
A la edición del Requiem acabada por Franz Xaver Süssmayr, Pichon añade otras obras del catálogo mozartiano intercaladas entre las partes de la misa de difuntos, más la antífona anónima In paradisum que abre y cierra velada, cantada con aplomo y emoción por el niño soprano Chadi Lazreq en los laterales del primer piso del Palau bajo una luz blanca. Hay mucho de ritual, de teatralización de unas obras que invitan a la reflexión de la muerte sin efectismos. La secuencia inicial, previa al Introitus del Requiem, incluye el canon a 4 Ach, zu kurz ist unsers Lebens Lauf, KV228 (515b), la Meistermusik, KV 477b y el Miserere mei, KV 90. Crean una atmósfera muy especial que abre paso a una conmovedora interpretación del Requiem en la que la dicción, trabajada al detalle en claridad y riqueza matices, proporciona mayor relieve dramático a los textos en latín. El trabajo del coro fue, en este sentido, memorable.
La vital y enérgica dirección de Pichon, muy contrastada, violenta en los momentos de mayor dramatismo, como el aterrador Dies irae llevado a una velocidad de vértigo, pero también de una fragilidad y suave calidez expresiva (Lacrimosa) fueron momentos clave de una versión orquestal y coralmente imponente. Hay que destacar como merece el cuarteto de voces solistas integrado por la soprano Ying Fang, la mezzo-soprano Beth Taylor –maravillosa en O Gottes Lamm, KV343/1, con una paleta vocal que recordaba en colores a la inolvidable Janet Baker–, el tenor Laurence Kilsby y el bajo Nahuel di Pierro, que brilló en el Tuba mirum y, con calado operístico, en Ne pulvis et cinis KV 122, del Thamos. König in ägypten.
Triunfaron a lo grande Raphaël Pichon, los solistas y el Ensemble Pigmalion en una velada que el público aplaudió con entusiasmo. Ante la calidad de la lectura musical, muchos deseamos ver algún día el montaje escénico en el Liceu.
Javier Pérez Senz