BARCELONA / Dudamel y Camarena llenan el Liceu en su primera ‘Flauta mágica’
Barcelona. Gran Teatre del Liceu. 20 y 21-VI-2022. Mozart: La flauta mágica. Javier Camarena / Julien Behr, Lucy Crowe / Serena Sáenz, Thomas Olimans/ Joan Martín-Royo, Stephen Milling, Matthias Goerne, Mercedes Gancedo. Coro y Orquesta Sinfónica del Gran Teatre del Liceu. Director musical: Gustavo Dudamel. Director de escena: David McVicar.
Después de dos éxitos artísticos empañados por los flojos resultados en taquilla —Pelléas et Mélisande y Wozzeck—, el Gran Teatre del Liceu está registrando una gran asistencia de público con La flauta mágica gracias al encanto de la genial ópera de Wolfgang Amadeus Mozart y al gancho mediático de dos artistas que debutan en este significativo título, sus dos grandes protagonistas, Gustavo Dudamel y Javier Camarena. Para la ocasión, han apostado por la deliciosa producción de la Royal Opera House de 2003, firmada escénicamente por David McVicar, con Angelo Smimmo como responsable de la reposición.
Es una lectura eficaz, de atmósferas oscuras y gran fluidez narrativa, más inspirada en la dimensión de cuento infantil que en la profundidad filosófica de la iniciación de Tamino y Pamina en busca de la luz, el bien y la sabiduría. Los toques de humor, el encanto artesano de las marionetas, las máquinas voladoras y los animales que bailan —a destacar el magnífico vestuario de John MacFarlane y el movimiento escénico de Leah Hausman— y el buen pulso teatral de McVicar mantienen la frescura de un montaje —puede disfrutarse la grabación dirigida por Colin Davis en 2003 (Opus Arte/DVD)— que gana el favor del público en cada representación.
Dudamel levantó el entusiasmo del público con una lectura de tempi ágiles y rápidos —en cuestiones de velocidad la obertura fue temeraria— que fue ganado aplomo y serenidad y obtuvo un rendimiento orquestal y coral pleno. Fue una buena primera Flauta mágica, pero no excepcional ni en la gama de matices ni el dominio del estilo.
Javier Camarena sale airoso de su primer Tamino, de voluntarioso alemán, voz luminosa, fraseo efusivo y momentos de sublime expresividad en sus grandes arias. A su lado, la soprano Lucy Crowe brinda una segura y atractiva Pamina, de técnica impecable, musical y estilísticamente exquisita tanto en Ach, ich fühl’s como en sus dúos, pero un punto fría. También se mostró segura en las agilidades Kathryn Lewek como Reina de la Noche, aunque sus sobreagudos no siempre tuvieron el brillo y la proyección esperados, especialmente en su segunda gran aria.
Decepcionó en algunos momentos, por la escasa relevancia de sus graves el Sarastro de Stephen Milling, mientras que Thomas Oliemans fue un buen Papageno, sin histrionismos. Tras su inmenso Woozeck, Matthias Goerne fue un Sprecher de lujo y Mercedes Gancedo firmó una estupenda Papagena.
En el segundo reparto, Julien Behr ofrece un Tamino de voz ligera, de fraseo y estilo impecables, aunque algo corto de volumen para una sala como el Liceu. Serena Sáenz es una Pamina de gran belleza vocal y musicalidad exquisita, mientras que Sara Blanch ofrece una Reina de la Noche de luminosos sobreagudos, pero con momentos irregulares. El gran triunfador de este segundo cast es Joan Martín-Royo, un Papageno lleno de inspiración, gracia y naturalidad, con un dominio absoluto del personaje tanto en los matices vocales como en la caracterización del entrañable pajarero.
El muy notable Monostatos de Roger Padullés, el buen hacer de Berna Perles, Gemma Coma-Alabert y Marta Infante (Tres damas), la afinación impecable de las tres niñas del Veus-Cor Infantil Amics de la Unió que dieron vida a los tres niños y el correcto rendimiento de Albert Casals y David Lagares (Sacerdotes / Hombres Armados) completaron el elenco de un montaje que, sin alcanzar el extraordinario nivel artístico de las óperas de Debussy y Berg anteriormente citada, alivian las arcas del coliseo barcelonés con sus óptimo resultados en taquilla.
Xavier Parera
(Foto: David Ruano)