BARCELONA / Doble triunfo del arte
Barcelona. Gran Teatre del Liceu. 28-I-2021. Offenbach, Les contes d’Hoffmann. Elena Sancho Pereg, Olga Pudova, Ermonela Jaho, Ginger Costa-Jackson, Marina Viotti, Laura Vila, John Osborn, Aleksander Vinogradov, Francisco Vas, Alexey Bogdanov, Carlos Daza, Roger Padullés. Director musical: Riccardo Frizza. Director de escena: Laurent Pelly.
En Les contes de Hoffmann el arte, la poesía, es lo que al final salva a su protagonista, el poeta Hoffmann, derrotado en sus lances de amor. En la versión liceísta de esta ópera, el magnífico trabajo del director musical, Riccardo Frizza, y del director de escena, Laurent Pelly, se traduce en un elevado goce artístico. Es, pues, un doble triunfo del arte que, entre otras cosas, justifica de sobra la programación de esta bella creación de Offenbach, si no desconocida, sí realmente rara (es la sexta vez que se ponía en escena en los 164 años de historia del Liceu).
La producción de Pelly es sobria, sabia y bella. Unos grandes planos verticales y horizontales se desplazan con facilidad creando grandes espacios (por ejemplo, la taberna del primer acto, o la habitación de Antonia, en el segundo). En ese mismo acto es de destacar una gran escena presidida por sendas escaleras que no llevan a ninguna parte, una ascendente y otra descendente, hasta que con un desplazamiento se conectan. Sin descartar influencias cinematográficas, creo que se trata de una cita de una de esas ‘carceri d’invenzione’ de Piranesi y, en cualquier caso, de un espacio complejo muy adecuado para la presencia infernal y el dramático desarrollo de la acción.
Frizza dirigió con autoridad la orquesta del teatro, en una versión de gran dinamismo y de brillantes resultados. Sobre la base de las cuerdas, que consiguieron en casi todo momento un sonido limpio y homogéneo, destacaron las ricas y coloristas intervenciones de maderas y metales. El cuidado de la orquesta no le impidió a Frizza prestar su atención a los cantantes. En suma, desde el punto de vista musical, una importante y muy satisfactoria versión.
El tenor John Osborn encarnó el complejo papel de Hoffmann –casi no para de cantar en toda la ópera–. Lo sirvió con voz segura, agudos sin problema y un fraseo y línea de canto elegantes. Destacó especialmente en el aria de Kleinzach del primer acto y en su dúo con Antonia del segundo. Puede que acusara un cierto cansancio en el tercer acto, pero su aria y su dúo con Giuletta no se vieron afectados por ello. El otro gran papel masculino, la presencia demoníaca encarnada hasta en cuatro papeles distintos interpretados por la misma voz, fue confiado al bajo Alexander Vinogradov, que debutaba en el rol y que dejó favorablemente impresionado a todo el mundo: voz potente, bella, homogénea y con veladuras sombrías y explosiones de gran fuerza.
Pegada, o pegado, a Hoffmann como su sombra va La Musa/Niklausse interpretada por Marina Viotti con acierto vocal y escénico. Entre las voces femeninas las más destacadas fueron las de la soprano Olga Pulova, en el papel de la muñeca mecánica, Olympia, en el que salvó las difíciles coloraturas con suficiencia y encarnó de manera acertadísima con sus sacudidos movimientos al ingenio humanoide. El mejor canto fue el de Ermonela Jaho, en el papel de Antonia. En el turbulento y maléfico segundo acto, la interpretación de Jaho fue de un luminoso lirismo y su canto de una gran nobleza.
Las contes d’Hoffman es una ópera que desearíamos abandonara la categoría de ‘raros e infrecuentes’ en el Liceu y en otros muchos teatros. Como ha escrito Víctor García de Gomar, “estamos delante de una obra fascinante por la riqueza dramática y por la combinación de dos genios: la poética (o locura) de Hoffmann y la inventiva musical de Offenbach”, Este último, por cierto, no pudo acabar su obra, que queda en cierto modo abierta a otras imaginarias conclusiones personales.
José Luis Vidal
[Fotos: David Ruano/Teatre del Liceu]