BARCELONA / Cuatro excelentes pianistas conmemoran a Alicia de Larrocha
Barcelona. Palau de la Música Catalana. 25-IX-2023. Marta Zabaleta, Alba Ventura, Maria João Pires, Joaquín Achúcarro, pianistas. Obras de Alicia de Larrocha, Albéniz, Granados, Soler, Debussy y Rachmaninov.
El Palau de la Música Catalana ha querido conmemorar el primer centenario del nacimiento de la eximia pianista Alicia de Larrocha –amén de dedicar a su memoria todos los recitales de piano de la presente temporada– con un concierto de formato inédito y oportuno. Ha invitado a cuatro excelentes pianistas vinculados con Alicia de forma diversa: dos discípulas directas, Marta Zabaleta y Alba Ventura, ambas destacadas representantes de la generación actual y dos altísimos colegas de distinta generación, Maria João Pires y Joaquín Achúcarro, este último, a punto de cumplir 91 años y, por tanto congeneracional de Alicia –en el concepto orteguiano al menos, pues nueve años más joven que ella. Las primeras tuvieron el privilegio de gozar del magisterio de Larrocha en la Academia Marshall, la fundada por Granados, dirigida a continuación por Frank Marshall, por la propia Alicia, que quiso como sucesora a Zabaleta, y finalmente por Alba Ventura, su actual directora. Y en cuanto a los dos últimos, Pires y Achúcarro, unidos a Larrocha por una larga amistad trabada por vivencias compartidas en encuentros afectuosos en medio de sus giras por todo el mundo.
También el repertorio elegido por estos intérpretes evoca la personalidad y el arte de la gran pianista. Albéniz y Granados, in primis, no podían sino tener lugar destacado. Albéniz con dos piezas de la suite Iberia, que interpretó Marta Zabaleta; Granados con dos piezas de Goyescas, a cargo de Alba Ventura y con el Intermezzo de la misma obra, interpretado a cuatro manos por las dos discípulas de Larrocha. Pero no olvidemos que Ventura por su parte había interpretado previamente la Sonata nº 84 del Padre Soler. Este, junto con Scarlatti, también compositores con frecuencia en la tradición de la Academia Marshall.
El concierto había comenzado con una grata sorpresa, la interpretación a cargo de Zabaleta de dos piezas compuestas por la mismísima Alicia de Larrocha, dos, como ella los llamaba, “pecados de juventud”. Con el rigor que la caracterizaba, Larrocha enterró estas pequeñas muestras de su casi desconocida faceta de compositora. Junto con otras obras de juventud solo ahora han sido editadas y grabadas.
Es bien sabido que el repertorio de Alicia de Larrocha abarcaba mucho más que la música española, de la que fue intérprete cimera. Afín a su temperamento era, por ejemplo, el impresionismo y singularmente Debussy. La Suite Bergamasque de este último, en una versión pulquérrima, estilística y conceptualmente, fue la contribución de la Pires a este homenaje.
Finalmente Joaquín Achúcarro se encargó de recordar a Alicia con unas versiones magistrales del gran pianismo (hiper)romántico y posromántico: tres Preludios de Rachmaninov y dos Estudios de Scriabin.
El lector sabrá disculpar que en este caso se haya preferido la descripción detallada del programa-homenaje al juicio crítico de obras tan distintas y de tan distintas aproximaciones a ellas. Digamos solamente que cuando Achúcarro cerró el concierto con una versión formidable, contundente, rica de matices del Estudio op. 8 nº 12 (Pathétique), el público que llenaba el Palau pareció experimentar una catarsis resuelta por un torrente de aplausos en que se mezclaba la admiración por lo que se acababa de escuchar en manos de un gran maestro, con la emoción que esta auténtica celebración pianística de Alicia de Larrocha embargó a intérpretes y oyentes.
José Luis Vidal