BARCELONA / Anna Netrebko, algo más que un recital

Barcelona. Gran Teatre del Liceu. 27-I-2021. Anna Netrebko, soprano. Elena Maximova, mezzosoprano. Giovanni Andrea Zanon, violín. Pavel Nebolsin, piano. Obras de Charpentier, Chaikovski, Rachmaniniov, R. Strauss, Rimski-Korsakov, Fauré, Debussy, Offenbach, et al.
La aclamada soprano Anna Netrebko ha presentado en el Liceu su proyecto Jour et nuit, estrenado en Graz, con una posterior versión (parcialmente distinta, con Barenboim al piano), publicada por Deutsche Grammophon con el título In the still of the night. El operómano de estricta observancia podría quedar decepcionado por la ausencia de arias de ópera en su recital (Depuis le jour de Louise de Charpentier sería una excepción si no se tratara en cierta manera de una extensa mélodie), constituido solo por canciones (llámense así o Lieder, songs, mélodies, canzone…), cuidadosamente escogidas por la soprano y estructuradas en dos partes. La primera, sobre temas relacionados con el día (Jour); la segunda, sobre la noche (Nuit).
El pianista Pavel Nebolsin fue el cómodo acompañante de la soprano, pero a él se sumaron esporádicamente el joven violinista Giovanni Andrea Zanon (el fantástico sonido de su Guarnieri de 1739 mejoró una interpretación más bien alicorta) y la mezzosoprano Elena Maximova. Ella y Netrebko interpretaron deliciosamente el dúo de La dama de picas, de Chaikovski. Por cierto, que en uno de los momentos curiosos de algo así como una insinuada escenografía (efectos de iluminación, cambio de color del fondo del escenario, suntuosos vestidos de la protagonista), Netrebko apareció en este dúo llevando un gran globo brillante, quizá una alusión a la evocación infantil del texto. Todos estos elementos hicieron de la velada algo más que un recital, casi lo transformaron en algunas ocasiones en una pequeña obra de variadas artes.
En cualquier caso, un programa exigente. Vale la pena recordar los compositores de los que se cantaron una o más piezas: destaquemos primero los rusos: Chaikovski, Rachmaninov, Rimski-Korsakov; luego Richard Strauss; la aportación francesa, con Fauré, Charpentier, Debussy, Offenbach; no faltó (en realidad poco aportó su rebuscada interpretación) Leoncavallo, con su Mattinata; y hubo lugar para Dvorák, Frank Bridge y Douglas Moore. Como se ve, una paleta de estilos e idiomas muy diferentes, en cuya interpretación Netrebko lució sus facultades excepcionales: en primer lugar, su privilegiada voz, de un color hermoso y homogéneo en toda la extensión vocal, siempre bien colocada y con una emisión perfecta, segura en pasajes pianísimo y en mezza voce y sin problemas con los fortes y agudos.
Estilísticamente dio lo mejor de su arte en la interpretación de las canciones rusas y en Strauss. Sus dotes de gran diva resultaron muy eficaces en la versión de la única aria de ópera, la citada Depuis le jour de la Louise, pero sobraron de alguna manera en la Mattinata de Leoncavallo, que pide más frescura y luminosidad. Frente a la perfección de su versión de Charpentier, las melodías de Fauré y Debussy reflejaron una menor adecuación estilística, siempre dentro de niveles de interpretación muy altos.
José Luis Vidal