BAEZA / La Real Cámara clausuró el FEMAUB con ‘De mil amores’
Baeza. Iglesia de la Santa Cruz. 13-XII-2020. XXIV Festival de Música Antigua Úbeda y Baeza. La Real Cámara. Emilio Moreno, violín y viola. Eduard Martínez, clave. Obras de Bach, Couperin, Falconieri, Herrando y Victoria/Bovicelli.
La presente edición del FEMAUB, que ha llevado por título general De Mvsica Hvmana, se ha clausurado con un recital de cámara dedicado a ofrecer una colección de afectos amorosos en el barroco siguiendo la línea estética e intención emocional de los llamados affetti musicali que surgieron en el Settecento y que, para este programa, el violinista Emilio Moreno ha dividido en dos apartados; los Amores Humanos y los Amores Divinos.
Fue una pieza de Andrea Falconieri de mitad del siglo XVII con la que empezaba la actuación, titulada La suave melodía, que sirvió para predisponer emocionalmente al oyente, especialmente con la danza que ocupa su segunda parte. Seguidamente interpretaron un motete de Tomás Luis de Victoria inspirado en un pasaje del libro el Cantar de los Cantares que el teórico y practicante Giovanni Battista Bovicelli, nacido en Asís, incluyó en su curioso tratado sobre ornamentación vocal y que en esta ocasión Emilio Moreno imitaba con su instrumento, expresando ese deseo de búsqueda del ser amado.
Un bloque de varias obras de François Couperin, bajo el epígrafe El Amor Francés, dejó en el auditorio esa elegante sensación que siempre transmite la música de las postrimerías del siglo de oro del país galo, más concretamente de la época del reinado del Luis XV. Un primer y tercer grupo pertenecientes al 9ème Concert intitulé Ritratto del’Amore, y un solo de Eduard Martínez en el centro que funcionó como ejemplar apunte de la distinguida música para tecla de este gran compositor del barroco francés. Una especie de canción de cuna que lleva por título Le Dodo ou L’amour au berceau y que está recogida en el decimoquinto orden del tercero de sus famosos cuatro libros de suites para clavecín.
Sin solución de continuidad, el público pudo admirar los tres movimientos de una sonata de José de Herrando, violinista de la Real Capilla de mediado el siglo XVIII, que describe los jardines de Aranjuez en época primaveral, destacando en el primero las cortas imitaciones del canto del cuclillo, del canario y, de modo especial, del ruiseñor, envueltos con el sonido del fluir el agua y el batir de los árboles por el viento. Después de un adagio característico, en el último allegro Emilio Moreno volvía a describir sonidos de la naturaleza, que era el motivo de afectos de esta apartado del programa.
El cálido timbre de la viola le sirvió para adentrarse en los sones de Johann Sebastian Bach, con unos ejemplos inigualables de la espiritualidad cristiana convertida en música, a través de una serie de adaptaciones de corales que sirvieron para cantar los amores a la divinidad y que se presentaban divididos por su proyección emocional en pequeños grupos en los que el anhelo, el arrepentimiento y la glorificación animaban sus contenidos, retomando el violín para el último de ellos en una organizada sonata en tres movimientos a partir de los corales BWV 664, 585 y 676 bajo el título, Solo sea Dios alabado en las alturas, con cuyos sones terminaba este Festival que ha tenido hasta treinta y cinco conciertos en cuatro ciclos gracias al empeño en este año de pandemia de su director, el profesor Javier Marín, manteniendo en todo momento su interés y prestigio, y que ha visto aumentada su difusión a través de sus video-retransmisiones por streaming, sistema que seguramente se implantará definitivamente en próximas ediciones como un obligado implemento para la divulgación de sus contenidos.
(Foto: Jesús Delgado)