BADAJOZ / Corselli vuelve a sorprender

Badajoz. Iglesia de San Juan de Ribera. 13-IX-2020. XXV Festival de Música Sacra y Antigua. Obras de D. Scarlatti y F. Corselli. Francisco Fernández Rueda, tenor. Orquesta Barroca de Badajoz. Director: Santiago Pereira. Obras de D. Scarlatti y Corselli.
De manera admirable y a base de tesón y esfuerzos, la Sociedad Filarmónica de Badajoz ha sabido sobreponerse a la cancelación en la pasada Cuaresma de su anual Festival de Música Sacra y Antigua reprogramándolo para este mes de septiembre con un cartel más que atractivo formado por grupos españoles especializados en música española de los siglos XVII y XVIII. Ejemplo a seguir por otros lares sureños donde han optado por el camino más fácil de cancelar definitivamente sin plantearse otras opciones viables y sin que esté claro qué ha pasado con su presupuesto.
Para la cita del domingo 13 de septiembre se ofrecían en el programa una serie de primicias de cantatas para tenor de Francesco Corselli, un compositor ligado durante más de cuarenta años a la Real Capilla de Madrid y cuya obra, conforme va siendo dada a conocer, no deja de sorprender por su calidad intrínseca. Una verdadera tragedia en este sentido ha sido la cancelación en el Teatro Real de la recuperación de su ópera Achille in Sciro, sin que se sepa hasta la fecha si se plantea retomar el proyecto para fechas próximas. Con la colaboración del musicólogo Miguel Ángel Ríos pudimos conocer dos cantatas dedicadas al Santísimo, una de ella con la peculiaridad de incluir partes independientes de viola (igual que el desconocido Concertino para cuerdas que también fue programado), algo inusual en aquellas décadas en España. La música rezuma refinamiento e inspiración melódica dentro de un estilo plenamente galante de claras raíces napolitanas que Corselli sabe perfectamente adaptar a textos en castellano y con una escritura para los violines muy idiomática y brillante.
Para ser su tercer año de andadura, la Orquesta Barroca de Badajoz ofrece muy sólidas hechuras. Su sonido es muy homogéneo, empastado, con brillo y el conjunto responde con flexibilidad y precisión a las indicaciones dinámicas y los matices acentuales de su director, un Santiago Pereira que se adentró en el universo retórico de estas obras para dotar a cada inflexión de su propio matiz, a cada repetición de su propia personalidad dentro del discurso general de cada parte. Los momentos más delicados sonaron de manera sedosa y los más agitados (el aria di tempesta de Va la nave combatida de contrarios) con la suficiente energía en los ataques, pero sin desmadrarse en fáciles efectos de cara a la galería.
La pieza que faltaba para redondear la cita era la voz de Francisco Fernández Rueda, uno de los pocos tenores barrocos de relevancia que tenemos en nuestro país, forjado a las órdenes de los Gardiner, Christie, Biondi u Onofri. Su articulación fue siempre de una claridad meridiana, con un claro hincapié en la pronunciación de las consonantes y permitiendo así que el oyente identifique la figura retórica musical con su palabra correspondiente, como sucedió claramente con la palabra “violencia” en la mencionada aria, en la que Fernández Rueda supo aportar un plus de énfasis muy expresivo. No es la clásica voz de tenor barroco tipo británico, exangüe y limitada de volumen; por el contrario, es una voz ancha, con cuerpo y presencia sonora, de emisión liberada siempre y proyección canónica, sin nasalidades, lo que redunda en una perfecta soldadura de los registros y una amplia gama de colores que sabe dosificar mediante el juego con los reguladores. En las cadencias de algunas de las arias se recreó en diversos recursos, pero sin ánimo de deslumbrar con vacías vocalizaciones, sino siempre con comedimiento y elegancia. En el recitativo acompañado de Todo Dios darse así orquesta y cantante dieron una lección de fraseo y de dramaticidad sonora. Conclusión: queremos más Corselli así.