ARANJUEZ / Una ‘playlist’ del Renacimiento español
Aranjuez. Teatro Real Carlos III. 29-XI-2020. XXVII Festival de Música Antigua de Aranjuez. Cantoría. Obras de Càrceres, Guerrero, De Escobar, Garcimuñós, Vásquez, Del Encina, Flecha “el Viejo” y anónimas.
Si en el Renacimiento hubieran existido las plataformas digitales de música y a alguien se le hubiera ocurrido hacer una playlist con los grandes éxitos españoles del momento, seguro que esta no habría diferido demasiado del programa de Cantoría titulado Lenguas malas. ¿Por qué tal título? Por dos razones. La primera, porque esas dos palabras aparecen en una ensalada polifónica (anónima en cuanto a la música y también en cuanto a la letra) incluida en el Cancionero de Medinaceli (Corten espadas afiladas lenguas malas), última pieza de este programa. La segunda, porque el catálogo, elaborado a base de villancicos (o villanelas, si prefieren recurrir al término italiano) y ensaladas, es en su inmensa mayoría un reflejo de los temas de conversación populares de aquel tiempo, con una interminable retahíla de dimes, diretes, bulos y difamaciones, que en no pocos casos habría convenido cortar de raíz.
Por supuesto, esos temas eran variopintos: en pleno enfrentamiento entre reformistas y contrarreformistas, estos últimos, con España como punta de lanza, defendían a ultranza la doctrina católica (por eso aparece con frecuencia la figura de la madre de Cristo, María, cuya virginidad ponían en solfa los protestantes), pero también se abordan cuestiones mucho más prosaicas, como el comer, el beber o el holgar (o sea, el descansar para reponerse del cansancio después de un esfuerzo), que a lo mejor figuraba así, con hache, para confundir a la Inquisición, porque tal vez a lo que realmente se estaban refiriendo no era a “holgar”, sino a “folgar” (es decir, a tener ayuntamiento carnal). Como ya decía el insigne Juan del Encina, “oy comamos y bebamos, y cantemos y holguemos, que mañana ayunaremos”.
Corten espadas afiladas es la única pieza del programa que no pertenece al Cancionero de Upsala (también conocido como Cancionero del duque de Calabria) ni al Cancionero de Palacio, de los que se nutre este programa. Recopilado en la corte valenciana de Fernando de Aragón y editado en 1556 en la imprenta veneciana de Girolamo Scotto, el Cancionero de Upsala contiene algunos de estos grandes hits de la música vocal profana de nuestro Renacimiento, como Riu riu chiu, Yo me soy la morenica, Si la noche haze escura, Que farem de pobre Joan o No la devemos dormir. No le van a la zaga los hits del Cancionero de Palacio: Pase el agoa, Dindirindin, De ser mal casada, la antes mencionada Oy comamos y bebamos, Más vale trocar o ¡Cucú, cucú! (en la que se aconseja al marido incauto que extreme las precauciones para no acabar siendo un cornudo). No faltan tampoco villanescas de Francisco Guerrero (Niño Dios d’amor herido u O Virgen quand’os miro), ni el famosísimo Con qué la lavaré del pacense (¿o sevillano?) Juan Vásquez, así como algún fragmento de La Trulla de Bartomeu Càrceres.
Cantoría, ensemble vocal creado en 2016 por el tenor Jorge Lomana (que ejerce de director) y el bajo Valentín Miralles, ambos murcianos, reclama, con legítimo derecho, ocupar el hueco que dejó hace ya algunos años La Colombina. Su planteamiento es trabajar como cuarteto fijo (los otros dos integrantes del grupo son la soprano Inés Alonso y el contratenor Samuel Tapia), aunque a veces recurre a colaboradores habituales para suplencias (en este concierto, Tapia fue suplido por Oriol Guimerà) e, incluso, si la ocasión lo demanda, no duda en aumentar el orgánico (como se comprobó el pasado 20 de octubre en el Festival Internacional de Arte Sacro de la Comunidad de Madrid). En el poco tiempo que lleva de actividad, Cantoría se ha dedicado a cosechar numerosos premios nacionales e internacionales, algo que se entiende perfectamente si se tiene la oportunidad de asistir a uno de sus conciertos. En Aranjuez, los cuatro miembros del ensemble estuvieron impecables. Son un prodigio de afinación, pero también de musicalidad, de prosodia y de conocimiento del repertorio. Parece como si llevaran cantando toda la vida juntos.
Eduardo Torrico