ARANJUEZ/ Memorable Scarlatti de Ana Vieira Leite y Concerto 1700

Aranjuez. Capilla del Palacio Real. 29-X-2023. XXX Edición Música Antigua Aranjuez. Ana Vieira Leite, soprano. Concerto 1700. Daniel Pinteño, violín y dirección. “Scarlatti por Farinelli”: cantatas y obras instrumentales de Domenico Scarlatti.
El concierto fue absolutamente memorable, de esos que le dejan a uno una huella imborrable y una memoria especial, por lo musical y por el emocionado recuerdo de nuestro añorado Eduardo Torrico, a cuya figura dedicó Javier Estrella, director del Festival, unas palabras al comienzo con una semblanza de su impagable labor por la música antigua en España y por el propio festival, donde Eduardo realizaba siempre la charla previa con los músicos sobre el programa. Más conmovedor, si cabe, fue la presencia de su emocionada viuda, Isabel, que asistió invitada por Daniel Pinteño, director del Concerto 1700. Después, por la belleza de algunas obras y la deslumbrante interpretación, a muchos nos asomó la emoción a la ventana de los ojos.
El programa abordaba algunas de las cantatas de cámara que compuso Domenico Scarlatti para una voz, dos violines y bajo continuo, cuya única copia se encuentra en la Biblioteca Nacional de Viena, procedentes del cuaderno con doce de sus cantatas con que Farinelli obsequió a Pietro Metastasio. Una música que seguramente se pudo escuchar en las veladas de Bárbara de Braganza en el Palacio de Aranjuez, posiblemente en la voz de Farinelli o su alumna Teresa Castellini. La parte principal del programa está recién grabada en el último disco de Concerto 1700, Amorosi Accenti (reseñado en el número de noviembre 2023 de Scherzo) con el mismo elenco.
Como ya no puede sorprender a nadie, las inconmensurables virtudes de la soprano Ana Vieira Leite son difíciles de relatar con precisión si no se tiene el placer y la fortuna de admirarla en directo. Sencillamente, porque además de unas virtudes canoras venidas del mismísimo cielo, su presencia escénica y naturalidad dejan una profunda impresión al afortunado espectador. Todo en ella es de una exquisitez absoluta; para empezar, la absoluta seguridad con la que afronta cada pieza, sea vertiginosa o delicada, su elegancia natural casi aristocrática, a la vez que seductora, que es franca y directa, sin ninguna artificialidad. Y en cuanto a su canto, no hay nada que no asombre, su voz delicada y aterciopelada pero capaz de una proyección y un volumen absolutamente admirables, su dicción y prosodia que resaltan la expresividad, su atención al texto, lo que refuerza con su gestualidad, su fiato, sus coloraturas o cuando asciende a los cielos su cristalina voz con unos potentes agudos, y un canto directo que llega al alma. Si esta música de Scarlatti fue interpretada por Farinelli, nada tiene que envidiar esta cantante portuguesa cuyos dones nos regala la vida.
El concierto comenzó con la espléndida Introduzione a la cantata O qual meco Nice mangiata, en 3 movimientos, que con sus briosos violines y ritmos sincopados en el Allegrissimo inicial, su delicado y lírico Andante y su Allegro final nos predispuso para una jornada memorable con un conjunto instrumental también especialmente inspirado.
Prosiguió ya la primera de las tres cantatas de la mañana, Dir vorrei, ah, m’arrossisco, con una historia sobre el amor desesperado, inconfesable y no correspondido, que comienza con un aria espléndida de delicado canto lleno de inflexiones y acompañado con unos violines vivaces; le sigue un expresivo recitativo y, finalmente, los ritmos explosivos en el aria final donde se desencadena el torbellino emocional, de no poco sabor hispano en la rítmica, y con una expresividad interpretativa sobresaliente. Vieira Leite nos mostró el poder de su técnica vocal, tanto en la delicadeza del primer aria, la expresión de los afectos, como en el volumen, la capacidad de alcanzar con asombrosa naturalidad las notas más altas y las vertiginosas coloraturas de la última. La orquesta estuvo también efervescente en ella, con unos contrastes muy marcados y un sonido detallado y poderoso.
Uno de los momentos más bellos del concierto fue, sin duda, la interpretación de la cantata Pur nel sonno almen talora, con texto de Metastasio, que es de una belleza arrebatadora de principio a fin. Da comienzo con una pregnante e hipnótica sinfonía de apertura, que Concerto 1700 tocó con sutileza y brillantez, y con los chispeantes violines del minueto que introduce el aria principal, cuya belleza directamente toca al centro del corazón y nos conduce por una ensoñación amorosa sublime donde el cristalino timbre de hermoso color de Vieira Leite nos trasladó ya al séptimo cielo, con una colocación ejemplar de la voz, que aúna máxima expresividad, sutileza y una atención sobresaliente a las inflexiones del texto. Esta cantata nos muestra todo un proceso de estados de ánimo, desde la ilusión amorosa hasta el desengaño, que se expresan a través de los muchos matices contenidos en sus brillantes escritura y texto. La bella voz de Vieira Leite deslumbró en sus luminosos pasajes, con la ductilidad y flexibilidad de su canto firme y bien articulado, llena de atención a la dicción y la expresividad de los afectos tanto en su canto y gestualidad, y un potencial dramático asombroso en su voz aterciopelada.
A continuación, y entre piezas vocales, interpretaron una sonata en tres movimientos, la K.89, que es a menudo tocada con violín solista, donde los intérpretes brillaron en los contrastes armónicos de la escritura de Scarlatti. La interpretación de la última cantata, Se fedele tu m’adori, fue otra absoluta joya, donde pudimos apreciar la seducción natural de Vieira Leite en la expresividad de esta pieza que va descubriendo los trucos y juegos del amor, con una escritura violinística vibrante que acompaña a las notables articulaciones del canto y con una arrebatada aria final, donde nuestra soprano dejó lucir toda su capacidad de dotar de voluptuosidad a su voz, sus excelentes agudos y su formidable agilidad. La gestualidad corporal es digna también de mención, casi solo con su presencia trasmite el texto, lo que indica que además hay un gran trabajo de la formación para expresar todo el potencial de esta excelente música.
Hay que destacar la labor magnífica durante todo el concierto de un sobresaliente Daniel Pinteño, con un violín expresivo en lo delicado y en lo explosivo, que dirigió a un soberbio Concerto 1700 con intensidad, atención a los afectos y al detalle, con unos excelentes Fumiko Morie, con su detallista segundo violín plenamente compenetrado; Ester Domingo con el sonido opulento y matizado de su violonchelo; Pablo Zapico con la delicadeza de su cuerda pulsada e Ignacio Prego, perfecto al clave. Un concierto tan memorable no puede tener ninguna pega, pero un pequeño movimiento al clave de las sonatas de Domenico, en algún interludio instrumental, hubiera sido muy bien recibido para aprovechar la presencia de tan magnífico clavecinista.
De propina nos ofrecieron nuevamente la subyugadora aria Pur nel sonno almen talora, si la primera vez fue difícil contener la emoción profunda, ya la segunda nos llevó a muchos al borde las lágrimas al pensar que Eduardo, desde algún lugar de los cielos, debería estar disfrutando orgulloso de esta música que tanto admiraba con esta deslumbrante interpretación. Daniel Pinteño dedicó entonces a su memoria el concierto con gran emoción, contando también su papel en la gestación del programa.
En cuanto a Ana Vieira Leite todo fue perfecto y sublime, es difícil escuchar a una soprano que cante con tanta expresividad, dominio técnico, gusto y belleza; su vocalidad exquisita, su presencia escénica, sus maravillosas entonación y dicción, junto a la naturalidad que confiere a todo con su privilegiado canto son de una profunda hermosura. Los que allí estábamos disfrutando de su arte también sabíamos que en el futuro no será ya fácil el privilegio de su presencia en obras con formaciones y escenarios de pequeña escala. En el aire se percibió que asistimos a un concierto memorable e irrepetible que quedará en nuestra memoria con una marca imborrable.
Manuel de Lara
(foto de arriba: Jaime Massieu. Fotos de abajo: Ortizchele)