ARANJUEZ / Forma Antiqva: alegría y valentía
Aranjuez. Teatro Real Carlos III. 23-X-2021. XXVIII Festival de Música Antigua de Aranjuez. Forma Antiqva. Director y clave: Aarón Zapico. Obras de Baset, Castel, Conforto, Nebra y Álvarez Acero.
Aarón Zapico se topó casi por casualidad con Vicente Baset (Valencia, 1719-Madrid, 1764). En 2017, Forma Antiqva tenía dirigir un programa de tonadillas de Blas de Laserna (Corella, 1751-Madrid, 1816) y buscaba algunos movimientos que le dieran un toque más teatral al programa. Raúl Angulo y Toni Pons, musicólogos de Ars Hispana, le mencionaron una colección de once sinfonías de un tal Baset, cuyo manuscrito se encontraban en la biblioteca musical del barón Carl Leuhusen, secretario del embajador de Suecia en España entre 1752 y 1755. En la actualidad, nueve de esas once sinfonías pertenecen a la Biblioteca Musical de Estocolmo y dos, a la Biblioteca Nacional de España, que, por razones que se ignoran, no pudo hacerse en su día con la colección completa. La duodécima sinfonía, que probablemente es la primera del juego por ser la única fechada en su frontispicio, se halla en paradero desconocido. Zapico les echó un vistazo e inmediatamente las incluyó en distintos conciertos, no solo de Forma Antiqva sino de orquestas convencionales a las que dirigía (la Sinfónica de Galicia o la Sinfónica de Extremadura). Llevó también alguna de ellas a Cracovia, cuando fue invitado a dirigir a la Capella Cracoviensis en un programa centrado en Haydn. Y la música de Baset fue la que triunfó allí. Quizá era lo único que faltaba para que Forma Antiqva las grabara y las publicara en un CD, que al final apareció el pasado año, en medio de la pandemia.
Baset, que fue uno de los violinistas del Teatro del Buen Retiro que gerenciaba Farinelli, ha sido el protagonista de concierto de clausura de la XXVIII edición del Festival de Música Antigua de Aranjuez. Tampoco ello ha sido casual: como todos los miembros de la orquesta del Buen Retiro, Baset pasaba temporadas en Aranjuez cuando las familias reales (la de Felipe V y la de Fernando VI) se trasladaban allí para pasar la primavera. En este concierto figuraban seis de las sinfonías de Baset, junto a obras de compositores que también fueron ilustres moradores de Aranjuez: José de Nebra, Nicola Conforto y José Castel, además del cronológicamente posterior Bernardo Álvarez Acero, del que apenas se tienen más datos que sus fechas de nacimiento (1766-1821).
El título del programa es harto elocuente: Con valentía. “Allegro con valentía” es la indicación que hace Baset en la Sinfonía nº 10, una pieza “rítmica, alegre y cantarina”, como la define Zapico. Pero lo de ‘valentía’ tiene un doble significado, ya que hace falta mucha valentía para dedicarse a la música antigua en España y, sobre todo, para recuperar autores y obras olvidados, ya que son muy pocas las ayudas con se cuenta para ello y dado, asimismo, que son muy pocos los programadores que se atreven a programar música desconocida (vende más, claro, la quingentésima lectura de los Conciertos de Brandemburgo).
Precisión obligada: el término ‘sinfonía’ no tiene nada que ver con la sinfonía tal y como la conocemos hoy. En el Barroco, ‘sinfonía’ u ‘obertura’ era una pieza instrumental de corta duración, generalmente estructurada en tres movimientos, que servía para abrir una ópera. El término evolucionó en el norte de Italia (especialmente, el Milán), gracias a Giovanni Battista Sammartini (1701-1775), quien se alejó del estilo barroco para preludiar el clásico, separando las líneas melódicas de las violas de los violines, dividiendo frase entre los violines primeros y segundos, e independizando a los violonchelos. Por ese camino transcurren las sinfonías de Baset, tal vez un regalo, no se sabe con qué propósito ni de quién, al antes mencionado barón Leuhusen, que se lo llevó consigo cuando regresó a Suecia.
Quienes han escuchado alguna vez a Forma Antiqva ya saben cuál es la manera que tiene este grupo de entender la música. Por encima de todo, se trata de que el espectador disfrute al máximo, que goce con cada minuto del concierto. Para ello, no se me ocurre nada mejor que esta música rítmica, alegre y cantarina, sabiamente aderezada con las piezas no menos rítmicas, alegres y cantarinas de los otros compositores que configuran el programa (glorioso el Allegro de la obertura de Iphigenia en Tracia de Nebra). Y todo ello, con el ritmo hipercañero que caracteriza al grupo de los hermanos Zapico, donde nunca hay cicatería a la hora de la percusión (en esta vez han contado con la colaboración ni más ni menos que de Pedro Estevan, leyenda vida de la música antigua y de la no tan antigua). Esta música de Baset & Cía. y esta forma de tocarla invitan al optimismo. Sales de la sala con una sonrisa de oreja a oreja, olvidándote por un momento de pandemias, crisis energéticas, reformas laborales y hasta de volcanes en erupción. Si encima el concierto es matinal, la alegría dura más horas.
Eduardo Torrico