António Jorge Pacheco (director artístico de la Casa da Música de Oporto): “La mejor manera de servir a la música es servir a los compositores de la mejor forma”
El próximo 28 de septiembre, en Múnich, la Orquestra Sinfónica do Porto Casa da Música debutará en uno de los ciclos de música contemporánea más importantes de Europa, musica viva, donde interpretará, bajo la dirección de su actual titular, el suizo Stefan Blunier, partituras de Emmanuel Nunes y Helmut Lachenmann, compositor que acompañará a la Sinfónica do Porto en su presentación en Baviera. Con motivo de este concierto, entrevistamos a António Jorge Pacheco, director artístico de la Casa da Música de Oporto y uno de los máximos responsables del prestigio y la visibilidad internacional que este auditorio ha cobrado en los últimos años.
Hasta donde tengo noticia, la Sinfónica do Porto será la primera orquesta de la península ibérica que debute en un ciclo tan importante como musica viva. ¿Qué supone para usted, como director artístico de Casa da Música, esta presentación de su orquesta en Baviera?
Como muchos de mis colegas europeos, frecuento asiduamente el ciclo musica viva de la Radio de Baviera. Sé bien lo que significa este ciclo de conciertos dedicado a la creación contemporánea, en el panorama musical europeo de la actualidad y su papel histórico tras la Segunda Guerra Mundial. El número de estrenos absolutos a los que he podido asistir allí —destacadamente, de obras encargadas conjuntamente por Casa da Música— es notable. Nuevas obras de Harrison Birtwistle, Georges Aperghis o Rebecca Saunders, servidas por las mejores orquestas del mundo, incluida la Orquesta Sinfónica de la Radio de Baviera, fueron después escuchadas por primera vez en Portugal por los conjuntos de Casa da Música; en este caso, por la Orquestra Sinfónica do Porto y por el Remix Ensemble. Un momento absolutamente extraordinario fue el tan largamente esperado estreno de la última obra orquestal de Helmut Lachenmann, My Melodies (2016-23), para ocho trompas y orquesta. Inolvidable, «We happy few».
Esta presentación de la Orquestra Sinfónica do Porto Casa da Música representa, en este contexto histórico y ante todo, una enorme responsabilidad, pero también un motivo de orgullo para los equipos de Casa da Música, sus músicos y su organización. Y el concierto será perpetuado por la grabación de la Radio de Baviera. Para mí, en el último año de mi mandato como director artístico, representa todo eso y, también, la culminación de un recorrido de más de veinte años, hecho de pasión, mucha obstinación y quizás de algo más que no seré yo quien lo defina.
La presencia de la Sinfónica do Porto en musica viva no se debe, únicamente, a su activa relación con la creación contemporánea, sino al gran momento de forma que atraviesa esta orquesta. Me consta que en la renovación de su plantilla ha jugado usted un papel muy importante, que se ha sumado al trabajo de sus directores titulares y al de tan destacados maestros internacionales como la han dirigido.
Observando la realidad sinfónica de Europa central, es fácil concluir que sólo una gran motivación llevaría al ciclo musica viva de Múnich a invitar a una orquesta con sede en Oporto. A mayores, se da el hecho de que éste es el concierto anual promovido por la Ernst von Siemens Music Foundation (el prestigioso concierto “räsonanz”), institución que ha apoyado consistentemente a Casa da Música en la vertiente contemporánea de su programación. La renovación de la orquesta es algo que ocurre por ley natural. La forma en que se procedió a la selección de nuevos músicos es el resultado de una ambición colectiva y de los criterios de los jurados de los concursos. Llegados a este punto, no podríamos dejar de referirnos al papel que el actual director titular, Stefan Blunier, y el anterior, Baldur Brönnimann, han tenido en el extraordinario desarrollo artístico de la orquestra, y, este último, en su creciente credibilidad en la interpretación de música contemporánea. Además, el momento de buena forma al que se refiere es también obra de un grupo de notables directores que quisieron formar parte de este recorrido: el difunto Peter Eötvös, Michael Sanderling, John Storgårds, Sylvain Cambreling, Heinz Holliger, Eliahu Inbal, Lothar Zagrosek, Emilio Pomàrico, Peter Rundel o, más recientemente, David Robertson, entre varios otros.
Bajo la dirección de Stefan Blunier y en compañía del Arditti Quartet, en programa llevan dos grandes obras de finales del siglo XX: Ruf (1977), de Emmanuel Nunes, y Tanzsuite mit Deutschlandlied (1979-80), de Helmut Lachenmann. ¿Por qué este programa y qué nos puede decir de estas obras?
El programa fue concebido a dos manos por Winrich Hopp (director artístico del ciclo musica viva) y por mí mismo, con total complicidad del maestro Stefan Blunier y de Rui Pereira (mi director adjunto y coordinador de la orquesta), habiendo tomado como punto de partida, en una primera conversación, la evocación del quincuagésimo aniversario del 25 de Abril [la Revolución de los claveles] en Alemania. No quisiera que se olvidara este marco extramusical. Desde ahí, y hasta la elección de estos dos compositores, no fue preciso un gran salto epistemológico. Combinar la música de Helmut Lachenmann (a punto de cumplir sus noventa años) con la de Emmanuel Nunes (fallecido en septiembre de 2012), por lo que cada uno de ellos representa, nos pareció, en este contexto particular, una elección evidente; necesaria, incluso.
Desde un punto de vista estético y técnico, al utilizar cada uno de ellos plantillas instrumentales tan diferentes, Ruf y Tanzsuite tienen poco que las aproxime. Pero, curiosamente, ambas fueron estrenadas con un margen de tres años, entre 1977 y 1980 respectivamente, y por la misma formación: la famosa Orquesta Sinfónica de la Radio del Suroeste de Alemania de Baden-Baden —aniquilada en 2012 por una infeliz decisión de fusión—. Lachenmann y Nunes hacen uso de vocabularios, gramáticas y sintaxis muy propios y completamente diferentes entre sí, que, llegado el caso, se entienden en alemán: ambos se entroncan en la misma tradición. Por cierto, tanto Tanzsuite como Ruf, desde el trampolín de Donaueschingen, representaron —cada una a su modo— puntos de inflexión en el reconocimiento de ambos compositores.
Emmanuel Nunes, en 2007, y Helmut Lachenmann, en 2015, fueron compositores residentes en Casa da Música, aunque ambos colaboraron con ustedes en más ocasiones. ¿Qué recuerdos guarda de su trabajo en Oporto con estos compositores?
Su pregunta contiene otra de las explicaciones más inmediatas para la decisión de incluir a ambos compositores en el estreno de nuestra Orquestra Sinfónica do Porto Casa da Música en Múnich. Nunes y Lachenmann figuran entre los compositores que han estado más presentes en Casa da Música, antes, durante y después de haber sido «compositores en residencia». Siempre que sus obras fueron programadas en las temporadas de Casa da Música, su acompañamiento del proceso de ensayos fue intenso, generoso y exigente, dejando invariablemente una lección de integridad artística y el aplomo de un verdadero carisma con el público, los músicos, los jóvenes compositores y todos los que les acompañaron durante sus estancias en Oporto o en gira. Por descontado, éstas no son cualidades exclusivas de Lachenmann y de Nunes, pero ellos las poseían de una manera que está sólo al alcance de los grandes genios humanos. Personalmente, sólo puedo decir que soy un privilegiado por haber podido acompañar tan de cerca a dos artistas excepcionales, con quienes tanto aprendí y a quienes tanto debo. Felizmente, con Helmut la posibilidad de seguir conviviendo no se ha terminado y tendrá, hasta finales de este año, dos momentos musicales de lo más significativo, con Tanzsuite en Oporto y Múnich, en septiembre, y con Concertini (2004-05) en la Edición Especial de la Academia del Remix Ensemble Casa da Música, en diciembre.
Nunes y Lachenmann se unen a una amplia nómina de compositores en residencia que desde 2007 forman una parte muy sustancial en la historia de Casa da Música, como Magnus Lindberg, Jonathan Harvey, Kaija Saariaho, Péter Eötvös, Heinz Holliger, Harrison Birtwistle o Rebecca Saunders, entre muchos otros. ¿Qué les ha aportado, durante ya casi veinte años, este trabajo continuado con los grandes maestros de nuestro tiempo?
…y tantos, tantos compositores portugueses… y Unsuk Chin, Pascal Dusapin, Heiner Goebbels, Philippe Manoury, James Dillon, Bryan Ferneyhough, Steve Reich, Tristan Murail, Luca Francesconi, Georg Friedrich Haas, Francesco Filidei, Wolfgang Mitterer, Jörg Widmann, Enno Poppe, Michael Jarrell, Hans Abrahamsen, Hèctor Parra, Mauricio Sotelo, Rolf Wallin y… disculpe, no quería transformar esta conversación en un inventario interminable. Pero fue con la presencia activa, más o menos frecuente o intensa, de éstos y de otros muchos compositores cómo Casa da Música se construyó, destacó y, sin duda, continuará destacando en el medio musical. Para nosotros, el compositor desempeña un papel central en la actividad de un gran centro musical al que incumbe una misión de servicio público. La mejor manera de servir a la música es servir a los compositores de la mejor forma. Ahora bien, por decir algo obvio, esa tarea es de la mayor exigencia; requiere criterio en la selección de los intérpretes en función del repertorio, una excelente organización que los encuadre y un dispositivo institucional alineado con los mismos valores. Porque, en el fondo, de lo que estamos hablando aquí es del mayor y mejor retorno que podemos dar a la sociedad. El papel de una dirección artística es, entonces, y entre otras muchas responsabilidades, como las de gestión de equipos y recursos, la mediación entre el canon y el público —con certeza—; pero, sobre todo, entre el repertorio menos popularizado y las nuevas obras que el medio musical nacional e internacional no paran de producir. Todo ello para un público, afortunadamente, cada vez más numeroso y exigente, que no puede saber si le gusta más o menos aquello que aún no le ha sido dado a conocer o que ni siquiera existe todavía, en el caso de los encargos.
Llega la Sinfónica do Porto a musica viva en compañía del Arditti Quartet, que en 2024 celebra sus 50 años de existencia. La del Arditti es una de sus muchas colaboraciones a largo plazo en el repertorio contemporáneo, ¿hasta qué punto la excelencia de estos solistas influye o deja huella en la Orquestra Sinfónica do Porto, tras tantos años de trabajo conjunto?
Creo que lo que usted quiere afirmar es que los grandes proyectos sólo se pueden realizar con planes a medio-largo y largo plazo. No puedo estar más de acuerdo y ahí creo que tener —con mi equipo—, sin falsa modestia, algún mérito de coherencia o, al menos, de persistencia. Nuestra elección de un trabajo de colaboración continuado entre la Orquestra Sinfónica do Porto Casa da Música y el legendario Arditti Quartet es un excelente ejemplo de una determinada forma de hacer las cosas, apostando, destacadamente, por asociaciones artísticas estratégicas. La primera vez que compartieron escenario con los miembros del Arditti, constituyó para los músicos de la orquesta una experiencia inédita, contagiosa e inspiradora, un verdadero avance artístico; como asimismo les ocurre a todas las agrupaciones residentes de Casa da Música cuando se encuentran con grandes directores y solistas. Buenos ejemplos de ello han sido la bella colaboración entre el Remix Ensemble Casa da Música y Matthias Goerne, bajo la dirección de Peter Rundel; la colaboración entre la Orquestra Barroca Casa da Música y Andreas Staier; el más reciente concierto del Coro Casa da Música con Paul Hillier; o el de la Orquestra Sinfónica do Porto Casa da Música con el extraordinario elenco de Elektra (1906-08) bajo la dirección de Stefan Blunier.
Pero el caso del Arditti Quartet tiene, de hecho, contornos muy particulares. Después de aquella primera colaboración, en 2012, en el estreno ibérico de Hinterland (2009), obra para cuarteto de cuerda y orquesta de Pascal Dusapin, con Emilio Pomàrico en la dirección, el cuarteto regresó para otros estrenos de obras para el mismo formato: piezas de Wolfgang Rihm, Toshio Hosokawa o, claro, Tanzsuite mit Deutschlandlied, de Helmut Lachenmann. El discreto encanto de la ciudad acabó de hacer el resto y, así, Ashot Sarkissjan (miembro del Arditti) ha pasado a residir en Oporto, integrándose poco después en el Remix Ensemble Casa da Música.
Su presencia en musica viva se une a toda una red de coproducciones y encargos conjuntos que hacen de Casa da Música uno de los auditorios más y mejor conectados de Europa a la hora de fomentar estrenos y nuevo repertorio. ¿Qué líneas de colaboración y trabajo tienen establecidas en este sentido?
Una red de contactos al nivel de la que hoy tiene Casa da Música sólo es posible construirla sobre la base del trabajo —del buen trabajo— que se consiga hacer en casa. Quiero decir que sólo siendo relevante a nivel local se conseguirá —eventualmente— ser bien recibido a nivel internacional. Siempre he dicho que ser «internacional» no es, ni vale la pena que sea, un objetivo. Ser «internacional» sólo puede ser un posible resultado de observar las mejores prácticas de gestión artística (con todo lo que eso implica) al servicio de una visión clara, coherente y consistente en el tiempo. Y cuanto más clara sea la visión artística, más vocingleras pueden ser las voces discordantes, más contundente la crítica y, lo que es más importante, más fácil el escrutinio público. Eso es bueno.
Para responder más concretamente a su pregunta, tengo que volver al tema de la relación que Casa da Música ha sabido estimular y mantener con los compositores y con sus más cualificados intérpretes. Siendo los primeros interesados, los compositores, reconociendo la competencia, la pasión y la integridad con que se tratan e interpretan sus obras, pueden convertirse en los embajadores más creíbles de la institución que los acoge. Y que no se piense que el fenómeno opuesto no pueda acontecer, porque se da. A partir del momento en que Casa da Música comenzó a ser reconocida como un socio creíble en el plano de la creación, pero también de la interpretación de música contemporánea, de los más variados estilos y filiaciones estéticas, se pudo desarrollar un plan de acción conjugando dos dimensiones: la del encargo de obras originales, tanto a jóvenes como a destacados compositores, y la de la circulación internacional de las agrupaciones residentes —más destacada en el caso del grupo de creación por excelencia, el Remix Ensemble Casa da Música—. Esas dos dimensiones, tantas veces complementarias, pasan por la normal y frecuente integración de Casa da Música en los más prestigiosos consorcios de encargos y, asimismo, por la capacidad de lanzar desde Oporto desafíos que llamen a los más grandes compositores, captando a partir de una idea el interés de otras instituciones. Desafíos que, en los mejores casos, se materializan en encargos conjuntos y en su estreno absoluto por una de las agrupaciones residentes de Casa da Música, con la subsiguiente interpretación en los escenarios de las instituciones coproductoras.
Tras veinticinco años trabajando para la institución y quince como director artístico de Casa da Música, dejará usted su cargo al finalizar 2024. ¿Qué motivos le han llevado a esta decisión? ¿Se ha nombrado ya a un nuevo director artístico? ¿Tiene usted otro destino a corto o medio plazo?
Y ya no son pocos años dedicados a la causa. Años increíbles, extremamente exigentes y de plena realización. La voluntad de cambio en el cargo es legítima y hasta natural. Casa da Música ha decidido embarcarse en un procedimiento abierto e internacional de selección de mi sucesor. Se ha anunciado que hacia finales de septiembre habrá noticias. Haré cuanto esté a mi alcance para que todo se desarrolle con la mayor tranquilidad y eficiencia. La profesionalidad y la competencia del extraordinario grupo de colegas que han trabajado conmigo todos estos años confiere la mayor garantía de éxito para el futuro. Éste no es, todavía, el momento de hable sobre la que será nueva fase de mi vida.
Paco Yáñez
[fotos: António Jorge Pacheco – Casa da Música]