Aniversario
Hace años entrevisté a Alison Jackson, una falsa paparazzi que se dedicaba a fotografiar a imitadores de políticos, cantantes, deportistas y miembros de la realeza en situaciones comprometidas o simplemente poco habituales. El objetivo de estas «representaciones de la sospecha» no era arruinar la reputación de sus célebres aludidos (entre los que se contaban Lady Di, George W. Bush, Elton John y Madonna) sino abrir un debate, profundo pero también divertido, sobre los límites de la percepción en el laberinto de las apariencias. «Mi cámara apunta directamente al interior de las personas —me decía— y acaba revelando la imagen que nos hemos hecho de ellas».
Cuando, hace unos días, llegó a la redacción de Scherzo esta imagen de un hombre barbudo y con sobrepeso me acordé de los look-alikes de Jackson y los doppelgänger con que opera nuestro subconsciente. Y pensé que quizá la posteridad no hubiera sido del todo justa con Brahms, a quien persigue la fama, incluso entre los melómanos más exigentes, de músico tristemente acomodado en una tradición trasnochada por encima de su innegable valentía, su campechana sociabilidad y sus muchos méritos como precursor de técnicas de composición que Schoenberg reivindicó en su ensayo Brahms, el progresista. Ahí lo tienen, pagando su tributo al tiempo a la espera de algún aniversario.
Benjamín G. Rosado