ÁMSTERDAM / Una ‘Traviata ‘ de nivel (musical) sorprendentemente alto
Ámsterdam. National Opera & Ballet. 4-XII-2021. Verdi, La traviata. Mané Galoyan, Maya Gour, Inna Demenkova, Bogdan Volkov, George Petean, Ian Castro, Roger Smeets, Carlo Gigni. Director musical: Andrea Battistoni. Directora de escena: Tatjana Gürbaca.
Con un público reducido a 450 personas, la Ópera Nacional Holandesa (DNO) presentó una Traviata de un nivel musical sorprendentemente alto. Gran parte del mérito correspondió al joven director de orquesta italiano Andrea Battistoni, que abordó esta íntima partitura con gran atención al dramatismo y al detalle sonoro. Ya en el preludio, las cuerdas de una magnífica Filarmónica de Holanda fascinaron por su delicadeza, sirviendo de tarjeta de visita de una interpretación que desde el primer hasta el último compás estuvo impregnada de sensibilidad y sorprendente transparencia. Sus tempi moderados permitieron a Battistoni aumentar la tensión sin excesivos contrastes dinámicos, e incluso en un crescendo a tutti-ff como el que precede a Amami, Alfredo! consiguió dar a los cantantes un amplio espacio para mantener libre su canto y hacer comprensibles las palabras. Dirigiendo de memoria, la atención de la batuta estaba puesta constantemente en el escenario y no sólo daba a los cantantes sus indicaciones musicales, sino que también parecía apoyarlos en su articulación, su fraseo y la transmisión de emociones.
La DNO también acertó plenamente con el elenco de solistas. En la primera escena, la joven soprano lírica Mané Galoyan se quedó un poco corta de voz y de carácter, pero en el segundo acto se puso a tono, conmoviendo con sus grandes momentos en el dúo con Germont père, un desesperado Amami, Alfredo! y un mágico Addio del passato.
Es posible que Alfredo sea un personaje menos interesante, pero así y todo el joven Bogdan Volkov, con su atractiva voz de tenor lírico, un elegante legato y un delicado fraseo realizó un debut en este teatro igualmente emocionante. No sólo convenció desde el punto de vista vocal, sino que supo dar un especial relieve a su papel de joven amante inocente en sus pasiones, su decepción y sus remordimientos. El hecho de que en esta ocasión el experimentado George Petean resultara menos convincente como Germont père, puede deberse a que tuvo que pechar con una dirección escénica que —por decirlo suavemente— no cumplía del todo con lo que la partitura demanda del personaje.
Para la mayoría de la gente, La traviata es un alegato de Verdi en favor de la mujer liberada que elige su propio destino, pero obviamente no esa la opinión de la directora de escena alemana Tatjana Gürbaca. Para su producción, vista por primera vez en 2015 en la Ópera de Noruega, la regista se inspiró en Rhythm 0, una performance de Marina Abramovic en la cual, durante seis horas completas, la artista se presenta ella misma como un objeto pasivo a los caprichos de un público anónimo. Esta confrontación, que comenzó con risitas nerviosas, terminó de forma realmente impactante con humillación e incluso abuso físico. Siguiendo los pasos de esta performance, Gürbaca muestra a Violetta como víctima permanente de una sociedad brutal, culminando en la fiesta en casa de Flora. En su producción, Violetta aparece ya tras los primeros compases y durante los veinte minutos que dura la escena es humillada, maltratada mental y físicamente por toda la compañía, tal vez incluso violada, haciendo que el insulto de Alfredo en la escena final sea la menor de las afrentas. Al mismo tiempo se consigue que el conjunto final resulte totalmente absurdo, aunque después de lo visto en la escena anterior, nadie en el público podía sorprenderse ya. Durante la primera parte del segundo acto, treinta hombres con corbata negra intervienen en la escena entre Violetta y Germont père, para demostrar cómo la hija de Germont, con la participación de Violetta, también había sido víctima de la brutalidad masculina, mientras que la última escena se representa de pronto como una cena en casa de Germont. Aquí el aria suplicante de Verdi se convierte en una orden intimidatoria a Alfredo para que se una a la cena festiva por el compromiso de su hermana. Era de esperar que una parte del público, después de estos y otros excesos, saludara la producción escénica con sonoros abucheos.
Paul Korenhoff
(Foto: Monika Rittershaus – De Nationale Opera)