ALICANTE / Ricardo Gallén, la excelencia como desafío

Alicante. Auditorio ADDA. 1-II-2020. Ricardo Gallén, guitarra. Obras de Assad, Bach y Castelnuovo-Tedesco.
Los recitales del guitarrista linarense Ricardo Gallén hay que situarlos siempre en el marco de la absoluta excelencia por la perfecta conjunción de técnica y musicalidad que en ellos se dan. Su altísimo nivel en ambas capacidades hacen que sus actuaciones adquieran una importancia capital para todo aquel que se dedique a la guitarra clásica en sus diversas facetas, como intérpretes, didactas o meros aficionados, ya que sus actuaciones tienen el plus de convertirse en lecciones magistrales de las que, por su riqueza expresiva y alta significación estética, generan máximo interés en los músicos que tienen este instrumento como centro de su actividad artística
Dentro del ciclo La Guitarra organizado por el ADDA en colaboración con el Máster de Interpretación de Guitarra Clásica de Alicante, Ricardo Gallén ha ofrecido un recital que tenía como gran atractivo la interpretación de una de las obras más complicadas del repertorio como son los Caprichos de Goya, Op.195 del compositor florentino Mario Castelnuovo-Tedesco, de la que hizo una selección en un orden aleatorio de doce episodios de los veinticuatro que la integran, empezando con el retrato musical del pintor basado en las letras de su nombre, superando sobradamente las primeras exigencias de esta colección percibidas ya en su fuga central y en la intensidad de su conclusión. El instrumento alcanzó unos efectos sonoros más allá de sus posibilidades dinámicas. Destacó el carácter desenfadado del titulado Tal para qual, con el que el compositor quiere describir el desvergonzado comportamiento de una pareja, haciendo énfasis del aire de fandango que contiene. Siguió con el que lleva por título Nadie se conoce, en la que cuidó con suma elegancia el ritmo de forlane que lo caracteriza.
Un segundo bloque lo abrió con el titulado Al conde palatino, décimo de la colección, con el que Gallén jugó a enfatizar su aire de minueto con ceremoniosa ironía. A continuación interpretó el decimotercer capricho, ¿Quién más rendido?, en el que reflejó con sutileza el cortejante aire que encierra el rigodón que lo anima. Cerró este segundo grupo de tres con el décimo octavo, El sueño de la razón produce monstruos, pieza de gran enjundia compositiva por su forma de chacona con variaciones, que requiere de una creciente dinámica, prodigiosa hasta llegar al contundente tañido de la fogosa quinta con la que hizo toda una demostración de diversidad posicional de su mano izquierda en los trastes.
En las seis últimas piezas, Gallén demostró su sabiduría de músico que ha situado la guitarra en una asombrosa diversidad expresiva. Así punteó con suma limpieza en Muchachos al avío, imprimió sentido antico a la contrastante gallarda que contiene Están calientes y volvió a asombrar con la seguridad con la que balanceó el complicado aire de jota del noveno episodio, Bien tirada está, que hace referencia al grabado 17 del pintor. La admiración del público no paró de crecer ante el imitativo aire de canción dado a Y se le quema la casa, en la orientación meditativa con la que expuso Obsequio a el maestro, pieza en la que Castelnuovo-Tedesco quiere hacer un homenaje a su maestro Ildebrando Pizzetti y, por último, el sentido pomposo y solemne que transmitió en Sueño de la mentira e inconstancia, que cierra la colección, realzando su función de culminación cíclica haciendo reaparecer los sonidos de la figura de Goya. Terminaba así una interpretación que superó en todo momento su función diletante para alcanzar una trascendencia fenomenológica más allá del más grande virtuosismo imaginable. Musicalmente pintó con su guitarra, demostrando su dominante excelencia en la superación del abrumador desafío técnico y estilístico que significa esta obra. Sería deseable que grabara estos caprichos en su totalidad, cuyo resultado sería seguramente, como ha ocurrido con el corpus sonatístico de Leo Brouwer, de absoluta referencia fonográfica.
La segunda parte del recital la dedicó a seguir dando a conocer al público la obra Colloquial Preludios que el gran guitarrista brasileño Sergio Assad le dedicó el año 2018 y que Gallén estrenó con enorme éxito en el XXXIX Festival de la Guitarra de Córdoba, dejando una sensación de una obra pensada con una determinante orientación didáctica y que, seguramente aprovechará Ricardo Gallén, en su estancia en Alicante como docente del mencionado máster, por sus variados vectores expresivos, su diversidad de digitaciones y pulsos, y la coherencia de conjunto de sus doce piezas pensadas para desarrollar un virtuosismo de alta escuela.
El recital terminó con la transcripción de la Sonata para violín en Sol menor, BWV 1001 de Johann Sebastian Bach. Ricardo Gallén en su interpretación asumió máxima responsabilidad como intérprete genial que trasciende el mensaje del autor poniendo la recreación en el mismo rango de sentido y sentimiento que la composición. Su entendimiento del pensamiento musical bachiano quedó reflejado en el efecto clavecinístico que dio a su tañido, llevando al espectador a imaginar una sugestiva riqueza polifónica por encima de las posibilidades sonoras de la guitarra, que se escuchaba con espléndida nitidez y enorme pureza en la sala de cámara del auditorio alicantino sin necesidad de amplificación electrónica alguna, lo que significaba un verdadero goce para el oyente.
Ante el entusiasmo del público, este sublime maestro de la guitarra dulcificó su trascendente actuación con una ligera a la vez que evocadora interpretación de Natalia, tercero de los Valses venezolanos que Antonio Lauro dedicó a su hija que, como atractivo contraste, vino a diluir con gracia la enorme sustancialidad de un recital digno de imborrable memoria.