Algo pasa con Sevilla
Fortalezas y debilidades de la oferta musical sevillana en el comienzo de curso.
El Teatro de la Maestranza arrancó la temporada mostrando músculo: nada menos que una producción nueva de Tristán e Isolda. De sus resultados artísticos se ocupan otros en estas páginas. Yo la usaré para analizar tendencias. Empezando por el público. Puede ser útil comparar con lo que pasó con la anterior (y primera) presentación del título de Wagner en el teatro. Sirvió para cerrar en mayo la temporada 2008-09. Eran tiempos de Pedro Halffter. La producción venía de Roma. Se programaron cuatro funciones. Se ocuparon 7200 butacas. Cuatro llenos. Javier Menéndez fue más prudente. Programó tres funciones. Se ocuparon 4264 butacas. Menos del 80%.
La tendencia se viene apuntando desde antiguo. En aquellos tiempos del Tristán de Halffter, el Maestranza tenía más de 3200 abonados a su temporada de ópera. En el curso actual los abonados son 1592, y los responsables se dan por satisfechos, porque el año pasado fueron 1465. La crisis económica que estalló en 2008 ha hecho estragos en el sector cultural. Desde el teatro apuntan que había signos de recuperación en 2019 cuando la pandemia provocó un hundimiento del que no se sabe muy bien en qué momento se saldrá. Si es que se sale, pues los cambios en la oferta y el uso del ocio parecen alejar a cada vez más gente de los teatros. Por otro lado, el Maestranza no ha recuperado aún las aportaciones públicas de hace una década, lo que lastra su crecimiento. Hoy es lo que siempre ha sido: un teatro (digno) de provincias.
El Maestranza no ha recuperado aún las aportaciones públicas de hace una década. Hoy es lo que siempre ha sido: un teatro (digno) de provincias
No le va mejor a la ROSS. Tras la huelga del curso pasado, que castigó principalmente al público, las consecuencias no se han hecho esperar. De los 632 espectadores que adquirieron el abono general en 2022-23, lo han renovado 488 y se han hecho 90 nuevos. También ha habido pérdidas en el abono joven (de 230 a 184). Sólo suben (muy significativamente) los abonos del personal de la propia orquesta (de 21 a 76). Hay que recordar que la tendencia a la destrucción de público es aún más acusada en la ROSS que en el Maestranza (pérdidas de abonados por encima del 60% desde los buenos tiempos de principios de siglo). La situación administrativa no induce al optimismo. Terminada la interinidad de María Marí, la orquesta vuelve a estar sin gerente. Más aún, la vacante aún no ha salido a concurso, pues el Consejo de Administración está sin formar, ya que el nuevo Ayuntamiento aún no ha tenido a bien nombrar a sus representantes.
Los cambios en el nivel municipal han provocado ya varios terremotos culturales en la ciudad, agravados por el ataque informático que sufrieron los servicios del Ayuntamiento a principios de septiembre y del que cuando escribo esta columna (7 de octubre) aún no se han recuperado del todo. No funciona por ejemplo la web de información cultural, lo que aumenta el desconcierto. Las indecisiones en los nombramientos para la cúpula del ICAS (primero, un cargo único, que dimitió en pleno verano, antes de cumplirse un mes de su nombramiento; después, una gerente nueva y un responsable de programación que se trae desde Madrid), la marcha atrás con el aplazamiento del Festival de Cine hasta la primavera, la polémica con los organizadores de la Feria del Libro y el cierre del Teatro Lope de Vega para obras de reforma que ahora se anuncia que durarán al menos un año no ayudan a transmitir confianza. Pareciera que el único empeño de los nuevos responsables de cultura del Ayuntamiento hispalense fuera rendirse a los Grammy Latinos que se entregarán en la ciudad en unos días.
Aunque nadie parece habérselo advertido a la concejal y su equipo más cercano, el ICAS tiene una joya musical: el Espacio Turina. Presentada su programación con retraso (dos días antes del concierto inaugural), reducida su comunicación al mínimo y necesitado sin duda de reformas y de personal, el centro resiste, y ofrecerá este año en torno a los 140 espectáculos. Cuando usted lea esto, el Festival de Guitarra, el de Jazz de la Universidad, el Trío Arbós, la OBS con Dorothee Oberlinger, la Accademia del Piacere, Vanitas de Sciarrino, una opereta de Massenet reestrenada este verano en Martina Franca, La corte de Faraón de Lleó, un estreno de David del Puerto, el Concierto para violín de Ligeti, entre otras muchas cosas, habrán pasado ya por sus tablas. Qué será de todo ello el curso próximo. Nada se sabe. Y a pocos parece importar.
Pablo J. Vayón