ALCOY / Mozart para las víctimas de la Covid
Alcoy. Teatro Calderón. 14-XI-2021. Concierto en recuerdo de las víctimas de la Covid-19. Laura Rodríguez, Júlia Farrés-Llongueras, Estíbaliz Ruiz, Jesús Álvarez, Vicente Antequera. Coro de Cámara de València (Jaime Flors, director). Orquestra de Cámara de la Comunitat Valenciana. Director musical: Daniel Abad. Obras de Mendelssohn-Bartholdy y Mozart.
Algún día se apreciará y reconocerá la ingente labor que las privadas asociaciones de amigos de la música, sociedades filarmónicas y de conciertos han desarrollado y desarrollan en la invertebrada geografía musical española. Durante decenios, siglos incluso, han mantenido viva la llama de la música, de la mejor música de cámara y de los recitales en un país que, fuera de las grandes capitales, era un auténtico páramo musical. Entre las sociedades musicales que siguen bien activas en estos tiempos difíciles figura la imprescindible Asociación de Amigos de la Música de Alcoy, por cuya agenda han actuado desde Isabel Faust a Ivo Pogorelich, Igor Oistrakh, Lorin Maazel, Narciso Yepes, Félix Ayo, Pavel Kogan, Pedro Lavirgen y un interminable etcétera en el que no faltan conjuntos como I Musici, Solistas de Zagreb o la Orquesta de Cámara de Berlín.
En esta ocasión, la asociación alcoyana ha promovido en el renovado Teatro Calderón un concierto en recuerdo de las víctimas de la Covid-19, protagonizado por el Coro de Cámara de València y la Orquestra de Cámara de la Comunitat Valenciana de la que es titular David Abad. En los atriles, dos composiciones tan populares como el Concierto para violín de Mendelssohn-Bartholdy y la mozartiana Misa de la Coronación, que contó con la participación solista de un competente y bien avenido cuarteto vocal configurado por la soprano Júlia Farrés-Llongueras (brilló en el inicio del Agnus Dei), la mezzo Estíbaliz Ruiz, el tenor Jesús Álvarez y el barítono Vicente Antequera.
Daniel Abad (Aspe, 1978), maestro joven pero ya veterano, rodado en mil avatares y proyectos, concertó y calibró solistas, el más que notable coro y la ajustada orquesta con oficio, tablas y frescuras nunca reñidas con improvisación. Hubo en la misa momentos de franca emoción, en los que por las sensibilidades silenciosas del aforo rondaba el pesar y la solidaridad por lo vivido durante los meses más duros de la pandemia. ¿Qué mejor antídoto, consuelo o refugio que el prodigio que vuelca Mozart en su más conocida misa?
Pero lo menos bueno y lo mejor de la noche llegaron antes y después de la misa. La violinista aguileña Laura Rodríguez tropezó con algunos de los muchos escollos que plantea el Concierto de Mendelssohn-Bartholdy, incidentes que no impidieron que su interpretación fuera generosamente aplaudida por un público solidario, receptivo y bien dispuesto. Lo mejor, llegó tras el final ‘oficial’ del concierto, con un Ave Verum Corpus de Mozart dicho por todos —solistas, coro y orquesta— con enorme delicadeza y cuidada calidad. Daniel Abad retuvo el tempo y matizó fraseos para generar una congelada y emotiva atmósfera. Como también hizo en la siguiente propina, el terceto Soave sia il vento de Così fan tutte, bien defendido y coprotagonizado por Júlia Farrés-Llongueras, Estíbaliz Ruiz y Vicente Antequera. El tenor Jesús Álvarez, transfigurado en Tamino, cerró con su canto perfilado y transparente una noche teñida de reflexión y recuerdo.
Justo Romero