ALCALÁ DE HENARES / ‘Más acá de los romances’: un bombón en una bombonera
Alcalá de Henares. Corral de Comedias. 16-VI-2022. Más acá de los romances. Festival Iberoamericano del Siglo de Oro. Antonio Castillo Algarra, Ignacio Rodulfo Hazen, Pilar González Barquero. Alejandra R. Montemayor, Javier Sintas, Miguel Álvarez, Javier Turrientes, Nicolás Casas. Autor y director general: Antonio Castillo Algarra. Coautor y director musical: Ignacio Rodulfo Hazen. Coreografía y codirección escénica: Gala Vivancos. Música de Luis de Milán, Francisco de Salinas, Antonio de Cabezón, Luis de Briceño, Manuel de Falla, Juan Hidalgo, Antonio de Ribera, Diego Pisador, Fabritio Caroso, Georg Friedrich Haendel, José Padilla, Tomás Bretón, Angel Ortiz de Villajos y anónimas.
El Corral de Comedias de Alcalá de Henares es, como saben, chiquito, recoleto, muy bello… una preciosa bombonera. Y allí, en el marco del Festival Iberoamericano del Siglo de Oro de la Comunidad de Madrid (Clásicos en Alcalá) se estrenó el pasado jueves Más acá de los romances, el nuevo espectáculo de Antonio Castillo Algarra e Ignacio Rodulfo Hazen. ¿Que cómo fue? Lo he sugerido en el título: un bombón digno de la bombonera que lo acogió.
Castillo y Rodulfo tienen una concepción del espectáculo basada en contar y cantar. Contar con pasión, imaginación y encanto y cantar con gracia, pulcritud y sensibilidad. Y bailar, siempre con donosura. Y unas cuantas gotas de humor. Y ritmo, mucho ritmo. Así se teje una obra que comienza en clave académica con un Ramón Menéndez Pidal reflexionando sobre el romancero español (está pergeñando su Flor nueva de romances viejos) y concluye, quizá un tanto abruptamente, hora y media después tras haber llevado al espectador, sin un momento de desfallecimiento, de sorpresa en sorpresa, saltando del presente al pasado medieval para volver a un presente ‘anterior’, retornar al Siglo de Oro, poner pie de nuevo en esa Edad de Plata que tanto gusta a los autores, visitar el mundo rural de aquella España aún envuelta en harapos, pero que también sueña con la modernidad… Sobre el escenario, sobria, pero ingeniosamente concebido por el propio Castillo, ocho polivalentes actores que lo mismo declaman que cantan y tocan la guitarra o el sacabuche, que se desdoblan y multiplican para dar vida a D. Ramón y a su esposa María Goyri —aquella feminista práctica avant la lettre—, a su hija Jimena, a Lope de Vega y al prisionero del romance, al Cid y a la gitanilla cervantina, a Julián Marías y al conde Olinos, a García Lorca y a Gerineldo…
Y, créanme, aquello no es, ni mucho menos, un batiburrillo sin sentido, sino un apasionante recorrido, lógico y coherente, por el romancero que se está retratando y el viaje por España de don Ramón. Para ello, claro está, es necesario un texto inteligente, una cuidadosa y variadísima selección musical, en la que conviven sin problemas romances medievales con obras de Francisco de Salinas, Haendel y Falla y algún otro testimonio del temprano siglo XX unos actores comprometidos con el texto y con la música y una dirección muy ágil que hacen fluir todo con una frescura y una naturalidad pasmosas. Y así, podemos escuchar y dejarnos seducir por una deliciosa Violetera tiernamente cantada por la soprano y actriz Pilar González Barquero y acompañada ¡por un clave! que en absoluto desentona junto a Mayo era por mayo del Cancionero de Palacio. Y Yo quiero un auto (1928) puede ir amigablemente de la mano de unas Folías de Luis de Briceño.
Para ser justo, debería individualizar los cometidos de los distintos actores, pero sería un tanto tedioso. Incluyo a todos ellos en mi aplauso para Castillo y Rodulfo, que además de autores y directores, interpretan, el primero, a D. Ramón y el segundo, a varios personajes, además de tocar la guitarra barroca y el clave —¡qué gran actor y músico es Rodulfo! — y para Alejandra R. Montemayor, actriz y elegantísima bailarina.
Gustó y mucho ese delicioso bombón servido en tan notable bombonera. La unánime ovación del público al finalizar el espectáculo augura todo el éxito que, sin duda, merece este original, singular e interesante espectáculo.
Manuel M. Martín Galán
(Fotos: Adolfo Añino)