AIX-EN-PROVENCE / El Festival debate sobre el pasado y su presente con ‘Così fan tutte’ y ‘Wozzeck’
Aix-en-Provence. Théâtre de l’Archevêché. 6-VII-2023. Mozart: Così fan tutte. Agneta Eichenholz (Fiordiligi), Claudia Mahnke (Dorabella), Rainer Trost (Ferrando), Russell Braun (Guglielmo), Georg Nigl (Don Alfonso), Nicole Chevalier (Despina), Balthasar Neumann Academy, Balthasar Neumann Orchestra. Director musical: Thomas Hengelbrock. Director de escena y escenógrafo: Dmitri Tcherniakov.
Aix-en-Provence. Grand Théâtre de Provence. 8-VII-2023. Alban Berg: Wozzeck. Christian Gerhaher (Wozzeck), Malin Byström (Marie), Thomas Blondelle (Tambourmajor), Brindley Sherratt (Doktor), Estonian Philharmonic Chamber Choir, Maîtrise des Bouches-du-Rhône, London Symphony Orchestra. Director musical: Sir Simon Rattle. Director de escena: Simon McBurney.
El festival de Aix-en-Provence cumple 75 años manteniendo una posición referencial en el mundo musical, ahora afianzada por su actual director, Pierre Audi, quien centra sus decisiones en la búsqueda de repertorios infrecuentes, el afianzamiento de la ópera como género capaz de agitar al espectador actual, en la respuesta de los nuevos públicos y la búsqueda de espacios (físicos y virtuales) inéditos. La memoria publicada sobre el festival 2022 deja datos elocuentes sobre la contundencia de las acciones previas que, este año, y al hilo del aniversario añaden la reflexión sobre propia historia. Entre las obras programadas está Così fan tutte, el título que inauguró el festival en 1948. Entonces era una obra desconocida pero hoy contribuye a la identidad del festival, según explica la exposición instalada en el palacio arzobispal en la que se recorren las distintas producciones presentadas en Aix, acabando con la que este año dirigen Thomas Hengelbrock y Dmitri Tcherniakov.
Al director alemán se le recuerda por Las bodas de Figaro que en 2021 presentó junto a la joven directora Lotte de Beer asumiendo la polémica y el mal encaje entre la versión musical y un escenario radical y explosivo. Por su parte, el regista ruso acude tras haber convertido Carmen en una guerra de guerrillas en 2017 (entonces con dirección musical de Pablo Heras-Casado) con el paso previo de un Don Giovanni que sirvió para poner en prevención a los espectadores de Aix. Tanto Hengelbrock como Tcherniakov se han fundido en elogios mutuos pero las diferencias entre ambos son notables. Si Hengelbrock ha vuelto a defender una lectura particularmente minuciosa con la orquesta y coro de la Academia Balthasar Neumann proponiendo una versión clara, limpia y en la que destacan evidentes aciertos personales, Tcherniakov no ha dudado en convertir Così en otro enredo familiar, en línea con la confusión logística de su inmisericorde Don Giovanni.
El pretexto es ahora un juego de rol entre dos parejas, reunidas durante un fin de semana en una casa de moderna y gélida apariencia. La propuesta enreda la narración hasta convertirla en algo desconcertante, con Don Alfonso asumiendo el papel de maestro de ceremonias que actúa con la aquiescencia de Despina, lo que lleva a humillaciones y maltratos. Aix ha abucheado a Tcherniakov y medio aplaudió a los intérpretes. Destacó Georg Nigl porque su Don Alfonso tiene cierta solidez escénica y vocal. También destaca Nicole Chevalier, quien interpreta a la sirvienta con una calidad muy superior al cuarteto de amantes. Russell Braun en el papel de Guglielmo, Claudia Mahnke como Dorabella, Agneta Eichenholz siendo Fiordiligi y Rainer Trost interpretando a Ferrando cumplen mal y sin una calidad vocal mínima, como remate a un Così con tiene poca historia.
Entre el palacio del arzobispo donde se vio Così y el Teatro de Provence hay una distancia perfectamente asumible pero cósmicamente inabarcable si la obra de Mozart se compara con el Wozzeck dirigido por Simon Rattle y Simon McBurney y en el que hay que incluir a un formidable reparto encabezado por Christian Gerhaher. Un principio de fidelidad a la obra marca, en este caso, la propuesta a partir de una realización musical de extremada precisión, capaz de revelar detalles inéditos y profundas reflexiones. Rattle y la London Symphony se fusionan en una misma voluntad, siempre al servicio de una obra que demanda una entrega sin condiciones.
En ello está también Christian Gerhaher demostrando que es hoy un Wozzeck indispensable. Llega a Aix dispuesto a darlo todo y con capacidad para interpretar el papel con una calidad humana impresionante. Malin Byström mira a Marie buscando perfiles muy diversos y siempre convincentes. Están también las voces muy autorizadas de Peter Hoare, el ominoso capitán; Brindley Sherrat que interpreta al doctor con sentido innoble y Thomas Blondelle, el tambor mayor, especialmente atrabiliario.
Cualquiera de ellos se implica con admirable perfección en la propuesta escénica de McBurney tan pegada a la música como al sentido de la obra proporcionando una impresión de unidad que es poderosamente perturbadora. En la base está el suelo circular que gira en distintos sentidos y un video que da forma al espacio físico y mental de los personajes. Todo es hostil en la oscuridad de esta producción a la que acuden escenas contundentes formadas por elementos escenográficos mínimos. Wozzeck se escucha por primera vez en Aix-en-Provence, lo que significa cancelar una deuda que se ha devuelto con muchos intereses.
Manuel Nogales
(fotos: Monika Rittershaus)