‘Ad Álgea’, para amantes del lujo
Josep Maria Martí Duran es uno de los grandes especialistas españoles en cuerda pulsada, lo que equivale a decir que es uno de los más grandes especialistas en cuerda pulsada de todo el mundo, porque, salvo honrosas y muy contadas excepciones foráneas, no hay nadie que toque como los de aquí cualquiera de los instrumentos de esta amplia familia, ya sea en calidad de solista o de continuista.
Martí Duran acaba de publicar Ad Álgea, su primer trabajo discográfico como solista (tiorba), en el cual es casi tan importante el continente como el contenido: se trata de un LP que viene acompañado por un lujoso librillo de la editorial Temporal (diseñado, en un estilo muy barroco, por Marta Cerdà), cuyos textos son debidos al escritor Ramón Andrés y al propio músico. En ellos, se evocan las fuentes históricas y mitológicas en que se inspira la música aquí grabada.
El LP contiene diez piezas, ocho de las cuales son arreglos del propio Martí Duran de arias operísticas de Haendel (Giulio Cesare, Serse, Rinaldo, Acis and Galatea y Semele) y Purcell (The Fairy Queen y Dido and Aeneas), así como otras dos originales de Robert de Visée (una chacona y Les Sylvains, contenidas ambas en el manuscrito Vaudry De Saizenay).
“Los poetas del Barroco llamaban a la tiorba fuente de cristal. Góngora vio en ella un cisne de plumas. Son metáforas de lo que fluye, de lo que avanza curso abajo e ilumina el final sin que lo sepamos. No alcanzamos a verlo, por eso nos representa. Quizá, debido a su buen trato con la lejanía, es el instrumento de la nostalgia, mientras el laúd, acaso lo sea de la melancolía, y no por lo que expresaron las manos de John Dowland, sino porque su sonido tiene algo de cerco. La tiorba, lo sobrepasa”, escribe Ramón Andrés en sus notas.
En tiempos en los que vender discos físicos resulta casi una heroicidad, esta apuesta decidida por un producto de tan alta calidad puede resultar un enorme atractivo para los melómanos más hedonistas, que todavía quedan de esos.