BARCELONA / Herreweghe: excelencia dramática y musical, y profunda espiritualidad
Barcelona. Palau de la Música Catalana. 31-3-2023. Collegium Vocale Gent; Reinoud Van Mechelen (Evangelista), Kresimir Stražanac (Jesús), Philipp Kaven (Pilato), Dorothee Mields (soprano), Alex Potter (contratenor), Guy Cutting (tenor), Peter Kooij (bajo). Philippe Herreweghe, director. J. S: Bach, Pasión según San Juan.
El Collegium Vocale Gent y su director Philippe Herreweghe interpretaron la temporada pasada en el Palau la Pasión según San Mateo de Bach y ahora han vuelto para interpretar la Pasión según San Juan. El día anterior habíamos escuchado de nuevo la Pasión según San Mateo, esta vez interpretada por los conjuntos Vox Luminis y Freiburger Barockorchester, bajo la dirección de Lionel Meunier. El próximo día 11 de marzo tendremos la oportunidad de escuchar la Misa en si menor en versión del Monteverdi Choir y los English Baroque Soloists, que dirigirá su titular Sir John Eliot Gardiner. Bienvenidos sean estos conciertos que han sido –las dos Pasiones– o prometen ser –la Misa– de alta calidad
Excelente ha sido esta versión de la Pasión según San Juan, una obra cuya singularidad musical viene determinada por el texto bíblico al que sirve. El relato de la Pasión por Juan el Evangelista, al revés que el texto de Mateo, no es rico en acontecimientos externos. En cambio, lo que caracteriza la obra es un tratamiento musical que refuerza la unidad y la esencialidad del texto. Esas características quedaron realzadas por la decisión de Herreweghe de no hacer descanso entre las dos partes del oratorio (solo él se tomó unos minutos en bambalinas). Su magistral dirección fue un prodigio de inteligencia, sensibilidad y sabiduría: con una gestualidad mínima, una mirada directa a solistas y grupos vocales e instrumentales, alguna vez un ágil desplazamiento del cuerpo hacia esos mismos, condujo a sus eficacísimos conjuntos en una versión que combinaba una profunda espiritualidad con ágiles tiempos, más reposados en los corales, más agitados en los momentos en que coro y solistas vocales conciertan y se alternan. Es el caso de lo que constituye el punto central de la obra –y de la versión–, la escena del juicio ante Pilatos, que Herreweghe dirigió con una intensidad y tensión exquisitamente controladas.
Casi cabe dar por descontado el alto nivel interpretativo que alcanzaron el coro y la orquesta. Un ejemplo, entre muchos, de la autoridad del primero fue precisamente el primer número de la partitura, el inmenso “Herr, unser Herrscher”. En la eficacia de la concertino, la calidad y color de los solistas de viento, flautas, oboes, la seguridad del bajo continuo y el velado sonido de la viola de gamba, estuvo la clave de la excelencia conseguida.
En cuanto a los solistas vocales, un nombre merece ser destacado por encima de todos, el de Reinoud Van Mechelen, que dio voz al Evangelista, cuya parte es nada menos que la espina dorsal de la obra. Por calidad de voz, interiorización del relato, expresividad contenida o expandida, fue el instrumento perfecto de esa especie de prosa musical que dota de una especialísima belleza al relato evangélico. Las demás voces se produjeron correctas, como Kresimir Stražanac (Jesús) y Philipp Kaven (Pilato); algunas, cortas de volumen, aunque musicales y estilísticamente adecuadas, como Dorothee Mields, Guy Cutting y Alex Potter. Por encima de todo fue una versión conmovedora por su excelencia dramática y musical, técnicamente irreprochable y vehículo de una profunda espiritualidad.
José Luis Vidal
(foto: Palau de la Música Catalana)