Bezuidenhout, lo que gana Mozart en un fortepiano
MOZART:
Conciertos para piano K 271 y K 456. Kristian Bezuidenhout, fortepiano. Freiburger Barockorchester. HARMONIA MUNDI HMM 902332 (1 CD)
No es casual la agrupación de estos dos conciertos para esta grabación. Primero, porque ambos nacieron con una dedicación a una pianista concreta, Louise Victoire Jenamy en el caso del K 271 (nº 9 del total de conciertos para piano y orquesta) y Maria Theresia von Paradis en el caso del K 456 (nº 18). Y, además, los dos tienen la peculiaridad común de ofrecer movimientos centrales en modo menor. Con todo, lo que de verdad importa es que tenemos ante nosotros una grabación de excepcionales valores, tanto en el terreno solista como en el orquestal, avalados siempre por la brillante toma de sonido del sello alemán.
Escuchando a Kristian Bezuidenhout se da uno cuenta de lo mucho que gana Mozart cuando es interpretado en un fortepiano de época (copia de un Walther de 1805, en este caso). La articulación y el fraseo ganan en claridad y en nitidez de manera espectacular en comparación con pianos modernos en los que su mayor volumen y su mayor amplitud de armónicos juega en contra muchas veces de la claridad de las frases. Bezuidenhout controla al milímetro el sonido y la duración de cada nota en una articulación picada que, sin ser staccato, permite no obstante que cada nota suene con individualidad y se una levemente con la siguiente, en un leve atisbo de legato. Sabemos por Beethoven, que lo vio tocar en conciertos públicos, que Mozart tendía a rehuir del legato en sus interpretaciones y ahora, en esta grabación, encontramos la razón de dicha preferencia. Ello no significa que el solista evite aquí frasear de manera cantable y a los dos tiempos lentos me remito, pero con una línea de canto basada en la claridad de cada nota y en la acentuación precisa para dar sentido expresivo a cada pasaje. Y si, además, tiene junto a él a una orquesta del color y el empaste de la Freiburger, ya ni les cuento.
Andrés Moreno Mengíbar