BAEZA / De los teatros, a los palacios

Baeza. Paraninfo de la Antigua Universidad. 7-XII-2021. Forma Antiqua. Clave y dirección: Aarón Zapico. Obras de Nebra, Álvarez Acero, Castel, Conforto, Basset, Boccherini, Murcia y Mele. • Baeza. Auditorio de San Francisco. 7-XII-2021. La Grande Chapelle. Director: Albert Recasens. Obras de Pedro y Francisco Guerrero y Mudarra.
Forma Antiqua es, sin lugar a duda, un grupo no apto para los alérgicos a la tripa (que haberlos, haylos) y a la áspera resina en los arcos. Han apostado por un sonido extremo, por ataques a veces brutales, sin miedo a la aspereza tímbrica ni a sobrepasar a veces los límites de la afinación y del timbre, chirriante por momentos. Pero, y eso es lo fundamental, lo hacen siempre desde la búsqueda de la máxima expresividad, de la mayor transmisividad de ese sentido teatral tan inherente a la música barroca, jugando con la extrema polaridad de los contrastes dinámicos y la más marcada acentuación.
Presentaron en Baeza su ya bien rodado programa Farándula castiza, en la que se enlazan de manera más o menos artificial obras desde el Cumbé de Santiago de Murcia hasta el Fandango ya decimonónico de Álvarez Acero. La economía manda y tan sólo dos violines (eso sí, los de Jorge Jiménez y Daniel Pinteño) se tuvieron que medir con cuatro continuistas, con el consiguiente desequilibrio. Hay que añadir que la disposición central del clave y sin tapa hizo que su sonido se diluyera. Con todo, fue un concierto lleno de energía, de ritmos marcados hasta echar chispas de las cuerdas y humo de los arcos, con fulgurantes crescendi y ostinati amartillados con energía asturiana.
Una de las grandes lagunas del Renacimiento musical español es la de la polifonía profana. Más allá de colecciones de Vázquez, Brudieu y de algunos cancioneros, se ha perdido buena parte de los que debió de ser una música de gran calidad. Por eso adquiere mayor importancia el que Francisco Guerrero dejara desaparecer sus villanescas y madrigales una vez que los volcó a lo divino. Pues bien, por encargo de Javier Marín, director de este festival, Albert Recasens, con la colaboración de Guillermo Fernandez Rodríguez-Escalona, ha hecho el camino inverso. Es decir, partir de datos fragmentarios y de algunas intabulaciones de Mudarra o Fuenllana para encontrar los versos profanos que encajen en esas villanescas espirituales y volverlas a lo profano.
El resultado, ofrecido como primicia mundial en Baeza, es espectacular. Manuel Minguillón se ha encargado de las intabulaciones para acompañar a la vihuela con enorme respeto a los usos de la época. Y los cinco integrantes (a voz por parte, lo ideal para este repertorio) no pudieron implicarse más en el empeño. Sin renunciar a los timbres individuales diferenciados (las dos sopranos, una de timbre claro y otra de timbre sombreado, por ejemplo), el sonido de conjunto era rico en colores a la vez que empastado y de una precisión admirable. A todos se les podía entender a la perfección las palabras y todos se plegaron a la innumerables indicaciones dinámicas y expresivas de un Recasens interesado en poner de manifiesto los abundantes madrigalismos, alargando notas aquí, acelerando allí, dejando languidecer las frases sobre palabras o frases de significado muy marcado (“cruda”, “acaba de matarme”, “suspiros, dolor, angustias, muerte”), recreándose en algunos cromatismos, como los del famoso madrigal de Gutierre de Cetina Ojos claros, serenos. ¿Cómo no dejarse seducir y llevar por esos maravillosos versos, o los de Garcilaso o de Baltasar del Alcázar, y por esa música extremada, como diría Salinas?
Andrés Moreno Mengíbar
(Fotos: Jesús Delgado Martínez – FEMAUB)